Mientras Broncano demuestra que la apuesta de TVE por su programa fue una buena idea, a pesar de acabar con una serie de televisión que iba a esa misma hora, la televisión pública no quiere dejar de apostar por la ficción. Prueba de ello es la nueva serie que se estrena este miércoles 25 de septiembre tras La Revuelta y que pretende mostrar una parte de la historia de España. Se trata de Las abogadas.
Esta serie, dirigida por Juana Macias y Polo Menánguez, cuenta la historia de cuatro abogadas laboralistas que trabajaban en un despacho de Atocha. El mismo que sufrió un atentado en 1977 cuando unos terroristas de extrema derecha entraron al bufete y mataron a cinco abogados laboralistas del Partido Comunista (PCE). Así parte la serie. Y de allí viaja al pasado.
La historia, de la ficción y la realidad, parte de Lola González, una joven que en 1969 madura de golpe cuando pierde a su novio después de que este fuera detenido tras una propuesta y asesinado en una cárcel franquista. Esta joven estudiante de derecho encuentra el apoyo en otras cuatro compañeras, cuyos nombres resultan familiares: Paca Sauquillo, Manuela Carmena y Cristina Almeida. Las cuatro acabarían fundando un bufete de abogados que se comprometería por los derechos sociales y políticos de los españoles durante la dictadura franquista y ya entrada la democracia.
En la ficción, ellas son Paula Usero (Lola), Almudena Pascual (Paca), Irene Escolar (Manuela) y Elisabet Casanovas (Cristina). Todas ellas han hecho un gran trabajo para representar este momento de la historia de España y meterse en el papel de estos personajes que también son personas. La catalana admite que lo único que no hizo es tratar de poner el acento de Badajoz de Almeida para no caer en la parodia, lo importante en la serie son los hechos que sucedieron: no sólo el terrible atentado y la amistad de estas abogadas, sino el trabajo de estas mujeres por hacer que los españoles recuperaran los derechos arrebatados por la dictadura de Franco. Así lo explica Elisabet Casanovas en esta entrevista con Crónica Global.
- ¿Sabía algo sobre la experiencia de esas abogadas?
- La serie pone la lupa en cuatro abogadas de la época que formaron parte de manera muy directa de la apertura democrática del país, pero no sabía de sus orígenes. Evidentemente, conocía a Manuela Carmena y a Cristina Almeida, pero no a Paca Sauquillo y Lola González, por ejemplo. En cualquier caso, no sabía sobre sus orígenes y primeros años, por lo que, evidentemente, hicimos un trabajo de investigación y nos documentamos.
- ¿Sólo documentación o hablaron con ellas?
- En este caso no tuvimos la oportunidad de hablar con ellas, nos habría gustado mucho. Irene Escolar sí tuvo un encuentro con Manuela, pero el resto no. Es algo que nos habría gustado mucho hacer. Aun así, Patricia Ferreira, que es la creadora de la serie, empezó a documentarse sobre el tema en 2015. Por lo tanto, nosotras llegamos al proyecto cuando ya estaba muy documentado. Y también había mucha información. Por otra parte, más allá de la presión que supuso para nosotras encarnar a estos personajes --o personas, porque hablar de personajes y personas a veces es un poco relativo porque existen en la actualidad--, sí es verdad que hay un vacío en su juventud que no está documentado a nivel audiovisual. Eso nos permitió relajar un poco nuestra presión y hacer un trabajo de creación, recordando que se trata de una ficción.
- En cualquier caso, muestra a unas abogadas que no son las que ahora tenemos en mente. Son personas que bromea y es agresiva en los juzgados, que van a los barrios marginales para ver cómo vive la gente y denuncia la situación. ¿Diría que no eran unas abogadas al uso? ¿Tenían algo especial?
- Leyendo entrevistas suyas, ya se decía de Cristina tenía un carácter muy carismático y que no tenía demasiado conflicto en decir lo que pensaba. En cualquier caso, lo que hacemos es un trabajo de observación y, por tanto, de reinterpretación, a través de lo que leemos y de la documentación. Yo no quisiera en su boca nada, pero sí tengo la sensación de que eran abogadas que creían mucho en lo que hacían, querían cambiar el panorama y utilizaron sus estudios de Derecho y el conocimiento que tenían sobre las leyes del régimen para cambiarlas. Aun así, tengo la sensación de que ellas tampoco eran muy conscientes de todo lo que estaban haciendo, porque ellas dicen que, más allá de la dictadura, del conflicto y de la matanza de Atocha, se lo pasaron muy bien.
- En cualquier caso, no eran unas abogadas sólo de despacho.
- Sí, sí, estaban muy implicadas en los derechos sociales, sin, no habrían abierto despachos laboralistas. El despacho que abrió Cristina Almeida, también Paca Sauquillo, muy implicada en Palomera… Pero venía de antes, Cristina Almeida, si no recuerdo mal, también formaba parte del acompañamiento de alfabetización en ciertos barrios en sus años de estudiante. Siempre hubo una implicación, una inquietud social, por su parte. Y justamente ella lo decía, haber podido estudiar en aquella época para ellas fue un privilegio, y querían utilizarlo para cambiar las cosas.
- Pero no siempre con el apoyo de los suyos. La serie muestra como el padre de Cristina Almeida no quería que fuera abogada laboralista.
- Básicamente, porque el padre de Cristina Almeida trabajaba para un diario de derechas. Y no tenían mala relación, le tuvo mucho amor, pero a nivel de ideales tenían cierto conflicto. Ella era muy de izquierdas, militó en el Partido Comunista (PCE). Y, evidentemente, en ese contexto de la época, los ambientes donde trabajaban y hacían su trabajo eran ambientes muy masculinizados, donde el poder lo tenían los hombres. Por eso, creo que esta serie está bien para no olvidarnos de los privilegios que tenemos hoy en día y no darlos por hechos. Porque no queda tan lejos esa época. Está la anécdota que Cristina Almeida siempre cuenta de cuando quiso denunciar al director de una prisión de Carabanchel y no la dejaron porque no tenía el permiso de su marido, porque su marido no la acompañaba. Eso se ve en la serie.
- Decía que los hechos que se reflejan en la serie, esta España sin derechos, está a la vuelta de la esquina y lo damos por hecho. ¿Se ha olvidado todo eso? ¿Lo sentimos como algo lejano?
- Creo que es muy fácil dar por hecho los privilegios que tenemos hoy en día, pero aún queda mucho por hacer. Mira cuánta violencia machista tenemos a nuestro alrededor y más estos días. Yo estoy super aterrorizada de todo lo que está pasando. Queda mucho por hacer, y a veces tendemos a caer en el olvido y es importante no hacerlo.
- ¿Ayudará también a mostrar la cara menos mediática de la que se conoce ahora de estas abogadas? Porque muchos conocemos a Almeida por su militancia en su día en el PCE y luego como analista política en medios, y a Manuela como alcaldesa de Madrid.
- Yo creo que sí. Y a mostrar que hay mucha gente que formó parte de esta apertura democrática que mencionaba antes o de este tramo hasta llegar hasta la democracia. Me parece muy positivo poner el foco en estas personas que fueron tan influyentes.
- Y que no sólo fueron hombres. La serie va sobre unas abogadas mujeres y su lucha con otras mujeres y compañeras de lucha.
- Y es muy chulo como actriz interpretar personajes como estos en los que se ve que entre mujeres se hable de trabajo y tengan posiciones importantes. Al final sus relaciones íntimas también se explican, se explican a través de lo laboral y de su compromiso social.
- ¿Qué importancia tiene que esta serie esté en una televisión pública?
- Creo que es el lugar donde debe estar. Es muy importante que esté en una televisión pública, porque me parece que la serie trata hechos que pasaron en España hace muy poco.
- Pero usted no se detiene aquí.
- Sí, ahora estoy comenzando un proyecto de ficción del que no puedo decir nada, porque no me dejan.
- En cualquier caso, en teatro sí se la va a ver en breve. De hecho, no la dejamos de ver en los escenarios catalanes en estos últimos años.
- Para mí el teatro es la masa madre. Yo al final he tenido la oportunidad de hacer ficción audiovisual porque estamos en un tiempo que se hace más, pero cuando yo era adolescente quería ser actriz de teatro.
- ¿Y cómo se siente ahora que ya lo es?
- Para mí es un espacio muy especial. Como hay más tiempo para los ensayos, se genera un espacio propicio para un trabajo en profundidad sobre lo que se está explicando, que siempre te permite arriesgar un poco más como actor o como actriz. Eso me parece muy chulo. Ojalá pasara también en el audiovisual, que hubiera espacio para la investigación y ensayos largos, pero no siempre es así. Además, el teatro, a nivel de lenguaje, permite experimentar zonas muy interesantes. Y a mí me interesan mucho.
- Habla de arriesgar. ¿Qué le apetecería hacer?
- Me interesa especialmente la mezcla de lenguajes en escenas. Y me encantaría hacer, por ejemplo, como hizo María Hervás este año en el Lliure, que estuvo 24 horas en escena. Como ejercicio de actriz me parece brutal y hacer una locura así me encantaría.
- ¿Hay una ventana abierta a estas mezclas de lenguajes?
- Tengo la sensación de que sí, que hay muchas ganas, y ojalá sea así. Nunca se ha de tener miedo a tomar riesgos. A ver, que muchas veces una estructura clásica y una obra de texto también pueden ser muy potentes. Quizás no depende tanto del formato, sino del proyecto en sí. No creo que el riesgo tenga que ver sólo con una forma, sino con a dónde quiere ir la historia y cómo se explica. Pero creo que hay muchas ganas de hablar de cosas.