‘Caso Taylor Swift’: el sector del doblaje también alerta sobre la IA y se rebela contra ella
Los profesionales se han unido para defender sus derechos e impedir que se use su voz para alimentar o entrenar a una inteligencia artificial
31 enero, 2024 00:00Noticias relacionadas
La inteligencia artificial (IA) ha llegado para quedarse y, por el momento, está demostrando que tiene utilidades muy buenas y usos muy malos. La última víctima de este segundo grupo es la cantante Taylor Swift, persona del año 2023 para la revista Time, y recientemente desnudada por un internauta por medio de esta herramienta. Las imágenes pornográficas falsas sobre la artista terminaron en la red.
Resulta que el mundo del arte en todos sus campos es uno de los más vulnerables a la aparición de la IA, pues esta herramienta amenaza con borrar del mapa a los artistas y cercenar la creatividad inherente a los humanos. Es por eso por lo que cada vez surgen más colectivos que quieren acotar el uso de esta inteligencia, a la espera de una regulación. Entre ellos, el sector del doblaje.
Una cláusula anti-IA
Los actores y las actrices se han unido para defender sus derechos profesionales y, desde el pasado 1 de enero, piden en sus contratos una cláusula que indique que sus voces no se cederán libre ni gratuitamente para entrenar o alimentar a una IA. De lo contrario, se niegan a firmar y amenazan con dejar en el aire numerosos proyectos.
La alarma sonó hace unos meses cuando, de manera velada, se empezó a pedir a algunos locutores, actores y actrices que entrenasen modelos de voz, entrenasen emociones. Así que la Plataforma de Asociaciones y Sindicatos de Artistas de Voz de España (Pasave) se puso manos a la obra y redactó la llamada cláusula IA para poner coto a esta tecnología aún sin demasiada regulación. En este contexto nació también United Voice Artists (UVA), donde están representadas Pasave y el sindicato DUB, y que persigue los mismos objetivos: poner un muro frente al mal uso de la IA.
Abiertos al diálogo
Todo ello lo explica Sara Gómez, actriz de doblaje y miembro de la junta directiva de DUB, en conversación con Crónica Global. “Desde las asociaciones y sindicatos de voz estamos luchando para que nuestras voces no puedan utilizarse para entrenar ni alimentar una IA”, expone. “Si esa tecnología no se regula, no solo será una amenaza para el doblaje, sino para cualquier profesión”, alerta. “No estamos pidiendo nada del otro mundo; si cedo mi voz es para ese producto, serie o película y, si no, tendrás que especificarme más”, prosigue.
Gómez detalla que la cláusula IA nació en mayo del 2023, y desde entonces los actores y actrices reclaman que la industria del doblaje “colabore” en la protección de sus voces. Como la respuesta de las distribuidoras era “muy vaga”, pasaron a la segunda fase: por unanimidad se decidió que, desde el 1 de enero del 2024, todas las cesiones que no incluyeran la disposición no se firmarían. Y, de hecho, son varios los proyectos que se han parado desde entonces, aunque estos profesionales están abiertos al diálogo con las compañías para encontrar puntos de acuerdo.
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El contenido de la ‘cláusula IA’
Por el momento, las cesiones de derechos –explica– están redactadas en un lenguaje que autoriza usos futuros de la voz o para tecnologías que no han sido creadas. Y “ante la imposibilidad de cambiar el redactado”, escribieron la cláusula, que dice así:
“No se permite ni cede el uso de la voz, modulación, timbre, gestos y análogos del locutor/de la locutora y/o del actor/de la actriz de doblaje o de voz, para ser utilizados para alimentar, entrenar, simular o acciones similares, en programas o proyectos de inteligencia artificial (IA), robótica, juegos informáticos o cualquier metodología que utilice o transforme la voz e interpretación grabada originalmente por el locutor/la locutora y/o el actor/la actriz, para destinarse a otro fin distinto al detallado en este contrato, que es dar voz e interpretar a un/os personaje/s de una producción en concreto”.
“El arte lo deben realizar las personas”
“El doblaje es una profesión artística, y el arte debería estar realizado por artistas, personas; no es una simple traducción de un idioma a otro”, declara, antes de añadir que una IA no puede en estos momentos transmitir emociones, matices y, en cualquier caso, “¿qué interés tendría como arte o cultura?”, se pregunta. “Lo mismo te digo con una ilustración”, apostilla.
Sea como sea, Gómez no se opone a la inteligencia artificial, sino que pide, en representación del sector, que se regule y se defienda desde un punto de vista humano, humanista, ético, moral. De hecho, la IA podría llegar a ser una “herramienta” para su trabajo, un añadido, nunca “una sustitución”. “Pero no lo contemplamos por ahora; el objetivo es respetar al máximo la profesión”, zanja.