Lluís Soler: "Verdaguer sería un héroe en un país normal"
El actor vuelve a ponerse en la piel del poeta y monje catalán en 'Canigó 1883', la nueva película de Albert Naudín
22 enero, 2024 23:57Noticias relacionadas
El cineasta barcelonés Albert Naudín sigue con su exploración del universo de Jacint Verdaguer, y después de Maleïda 1882 vuelve a la carga con Canigó 1883. En ambas, cuenta con el actor Lluís Soler para dar vida al famoso monje catalán que escribió unos de los versos más bonitos sobre las relaciones humanas inspirados en la naturaleza y paisajes de Cataluña.
El intérprete, que se ha volcado en la presentación de ambas cintas y ha ido a recitar los poemas en diferentes actos, está volcado en el proyecto. Desde que acabó el rodaje de la primera cinta y supo que habría una segunda, se comprometió a volverse a meter en el papel. Y así ha sido.
Soler, curtido en el teatro, cine y televisión, siente una cierta conexión con el poeta, especialmente, en su vida sosegada, tranquila. Algo que no deja de repetir que es imposible en estos días de guerras, ritmos tecnológicos y rápidos y “maquiavélicos”, como los define. Aun así, lo surfea a las mil maravillas y se adapta a todo lo que le echen.
Hombre incansable, el actor ha pasado más de un mes con The Party en el Poliorama y en abril se suba a la Sala Gran del TNC junto a Joan Carreras en Els criminals, otro viaje al pasado que retrata la maldad del hombre durante la República de Weimar. Pero, por ahora, transmite la calma de Verdaguer, la que él desea.
- Su Jacint Verdaguer en ‘Canigó 1883’ es más íntimo y más problemático.
- Sí, son las últimas reflexiones que pudo hacer Verdaguer sobre todo lo que le pasó en los últimos años de su vida, que es que todo el mundo que tenía a favor se le volvió en contra por su forma de dedicarse a los pobres. Para las autoridades eclesiásticas se desvió un poco del camino que le ofrecían y pasó de ser el amigo a ser un enemigo.
- En este sentido, ¿qué representa para usted Verdaguer y este libro de poemas, Canigó?
- Hombre, yo soy de la plana de Vic, por lo tanto, del mismo terreno que él. Puedo imaginar un poco lo que podía pasar en aquellos tiempos. Porque los años 50-60 del siglo XX, ya pasaba que, el hecho de tener un seminario cerca de casa hace que sea fácil caer ahí. De hecho, para Verdaguer, ir al seminario fue una ventaja, lo convirtió en un pozo de conocimiento. Allí lee y aprende los clásicos y tuvo buenos maestros. El seminario le da una manera de ser y de funcionar que no se da en la plana de Vic. Pero yo reconozco en él un aventurero total, por culpa de lo que le pasó en la vida. Estuvo enfermo desde muy joven, hizo nueve viajes a Cuba en los barcos del Marqués, para curar su enfermedad, y cuando se dedicó a la gente pobre, todo se le giró en contra, estuvo en contacto con los exorcismos. Es decir, es un personaje de una magnitud muy grande. Y Canigó es esta aventura que él escribe, de Gentil y Griselda, que en el fondo es una especie de aventura del estilo de El señor de los anillos: de un lado, está la guerra de los sarracenos y los cristianos y, por otro, está todo el mundo de las hadas del Canigó, capitaneada por la terrible Flordeneu, que es terrible. Y, en cada uno de los doce cantos que componen la obra, utiliza el verso que conviene más, algo importantísimo, porque a finales del siglo XIX la lengua estaba medio muerta. Por eso, La Atlántida y el Canigó dan y el Canigó da un empujón que hace despertar todo de golpe.
- ¿Podíamos decir de algún modo que es el Walt Whitman catalán?
- Sí. Lo que pasa que Verdaguer se expresa en una lengua que sufre por tener otras lenguas muy potentes alrededor. Pero, evidentemente, en una lengua normal, Verdaguer sería un Premio Nobel. En cambio, él lo hace en catalán, porque viene de toda una época de sequía, como la que vivimos ahora. Él rebusca por el pueblo y por todos lados esa lengua y se convierte en el pilar de los que vendrán después, a finales del siglo XIX: Segarra, Guimerà, Maragall y todo el resto.
- ¿Y siendo así, se lo ha olvidado?
- Bueno, Verdaguer en un país normal sería un héroe. Y ya lo es, pero sólo para la gente que lo conoce. Pero hay que recordar que, a pesar de que Franco le dedicara un billete de 500 pesetas, prohibió la lengua catalana. Toda esa represión de lo catalán hace que sea muy difícil llevar al idioma y el resto adelante.
- ¿A eso se refería cuando hablaba de la sequía en la que vive el catalán?
- Bueno, lo que sucede ahora, en el siglo XXI, es que estamos en un mundo nuevo que nos obliga a cuidar y defender lo nuestro, pero porque se nos hace imposible vaticinar el futuro a cinco años, incluso. No sé si el mundo tecnológico hará que todo eso pase a otra dimensión. La verdad que estoy bastante desesperanzado, pero tampoco nadie sabe dónde va esto.
- ¿La película puede servir de recordatorio a volver a la tierra, nunca mejor dicho?
- Bueno, te enseña lo que es tu tierra en la que has nacido o creces. Pero todo ha cambiado tanto que cuesta pensar que podamos ver tanta agua como se ve en la película. Estamos en un momento de cambio rotundo.
- Pregunta 2
- Absolutamente. Por ejemplo, los clásicos, ahora sufren un poco de dolor de barriga en el teatro. Porque ¿cómo los presentas a la sociedad de hoy en día? El siglo XXI trastocó todo que hace que todo sea mucho más global, mediático y, por tanto, mucho más complicado. El mundo va a una velocidad terrible.
- ¿Y uno puede adaptarse a estos cambios en la cultura o cuesta?
- Se trata de mantenerte al margen. Uno ya tiene el camino hecho y ha de tratar de hacerte la vida lo más agradable posible, porque el mundo va a un lugar en el que no siento si me siento a gusto. En cambio, hay otros mundos en los que sí y me apetecen vivirlos.