Si la sexualidad femenina fue un tabú durante mucho tiempo, la sexualidad femenina infantil está casi silenciada. Todos conocemos las teorías de Freud sobre el complejo de Edipo y la 'envidia de pene', tanto que las réplicas y la realidad le han ganado la batalla al maestro del psicoanálisis.
Mucho de esto hay Creatura, la segunda cinta de la catalana Elena Martín Gimeno que ganó el premio a la mejor película europea en la Quincena de cineastas del Festival de Cannes. No se trata de que ella lo diga en esta entrevista. Mientras avanza la historia y la protagonista se hace mayor, habla de sus problemas, sus traumas con su pareja y sus padres muy atravesada por la terapia.
'Creatura'
A la realizadora no le asusta eso. Ha estado trabajando durante seis años para poder levantar una película que muestra cuán difícil es para una niña obtener algún tipo de explicación cuando conoce sus genitales y el del sexo opuesto. El silencio, la represión imperan. Y ahí es donde empiezan muchos problemas.
Cuenta Martin Gimeno a Crónica Directo que ella misma se dio cuenta de cuánto nos queda por hablar acerca de qué le suceden a los menores cuando empiezan a sentir estas pulsiones. Fue en un ensayo para otra obra. Muchas compañeras sintieron cosas similares. Nadie nunca les explicó porqué sentían lo que sentían. Ni siquiera si eso estaba bien, mal o era completamente normal.
Con todo ello, la cineasta ha hecho una película delicada, donde todo queda tan bien sugerido como explicado. Su cámara no juzga. Refleja el sentir de esa menor que siente picores y que deviene adolescente, joven que los sigue teniendo. Tantos como problemas a la hora relacionarse sexualmente con los chicos.
Que nadie espere culpables tampoco. Dos personajes masculinos son tratados con máximo cariño por el guion que ha escrito la cineasta junto a Clara Roquet. Son el padre de Mila y su última pareja, Marcel. Ninguno de los dos entiende qué le pasa a la protagonista, quieren ayudar y hacen todo lo que está en sus manos. Elena Martín Gimeno hace lo propio con su Creatura, una pequeña gran cinta que viene con ganas de abordar este elefante en la habitación que pocas veces nos atrevemos a abordar.
- ¿Cómo nació el proyecto de la película? ¿Y cuando entra Clara Roquet?
- La primera idea surgió hace seis años exactamente. Estaba en un momento donde el tema del cuerpo estaba muy presente en mi vida por varios motivos. Hacía una performance con un grupo de amigas e investigaba sobre el cuerpo, hacíamos experimentos y ejercicios físicos para entender ciertas cosas de la identidad. En este espacio seguro, empezamos a compartir experiencias en torno a la identidad y al cuerpo. Compartimos experiencias sexuales y llegamos a hablar de las primeras masturbaciones, la vergüenza en el corazón de las primeras masturbaciones. Me quedé bastante atrapada con este tema al ver que era la primera vez que muchas lo hablaba. Pedí lecturas y documentación a la terapeuta. Recuerdo especialmente Infancia, la edad sagrada de Evânia Reichert. Empecé a escribir cosas un poco esparcidas y llegó un momento que le pasé todo a Clara.
- ¿Se conocían?
- No nos conocíamos casi. Un día hicimos una tutoría de guion de Julia Ist. Sí teníamos amigos en común. Yo le pasé todo el material sin saber si allí había una peli. Me dijo que sí. Lo veía clarísimo. Fue como un flechazo.
- Usted comentó en una ocasión que quería que la estructura del film no fuera la de presentación-nudo-desenlace, sino construirla como un orgasmo femenino. ¿Cómo es eso?
- Fue más bien una pregunta, como la búsqueda utópica de una estructura que nadie sabe cuál es, por desgracia. Todo vino de un artículo de Brit Marling en The New York Times en el que se planteaba esta pregunta. Identificó que las películas tienen una estructura de orgasmo arquetípicamente masculino, se preguntaba cómo sería plantearse una estructura de orgasmo femenino en una ficción. Lo heavy es que ella misma no sabía contestar a esta pregunta. Se lo pasé a Clara y para mí forma parte de una actitud que teníamos a la hora de escribir, el reto de entender que la forma es contenido. No queríamos buscar el trauma fundacional que explica el viaje de héroe. Es un discurso que no nos interesaba y simplificaba mucho lo que queríamos contar. El reto era entender que la sexualidad es algo super complejo en la vida de las personas y que, por tanto, no lo puede simplificar. Y aun así queríamos que fuese una peli accesible, comprensible, emocional, que no fuera una peli elitista. Ese era nuestro viaje y la pregunta despierta muchas cosas de decir.
- ¿Eso dificultó el montaje?
- Ha sido muy largo para ser una peli de autor, lo hicimos en seis meses y medio. Pero ha sido curioso porque muchas pelis se escriben en el montaje y la montadora, Ari Ribas, decía que con Creatura, en esta peli el montaje iba en busca del guion. Iba a buscar casi ese guion que teníamos antes de rodar. Por tanto, la estructura base es la misma que escribimos. Lo que resultó muy clave de encontrar en el montaje fueron los puntos de corte entre una temporalidad y otra. Marchando en el momento adecuado para no perder el interés en una historia y volver a recuperarla y saltar de nuevo. Sin hacer que cuando uno se encariñe con el personaje, la película lo abandone.
- Entrando en los personajes, hay dos personajes masculinos que tienen un peso importante: Marcel y el padre de Mila. ¿Cómo los definiría? ¿Qué papel juega en esta historia de la sexualidad infantil femenina y su educación?
- Para nosotros, son unos personajes superimportantes y los cuidamos y trabajamos mucho. En la historia de una chica heterosexual, la figura masculina tiene un papel muy importante en la sexualidad. Ese primer despertar de los sentidos que se da entre los 3 y los 6 años se comparte con los padres. ¡No tiene nada que ver con la sexualidad adulta, a diferencia de lo que piensan muchas personas! Es esa cosa del contacto físico, de la curiosidad, de lo que tienes tú y que tengo yo. Se ve en el film cuando el padre, por su propia educación sexual y patriarcal, no es capaz de acompañar el despertar de la niña y genera una reacción de rechazo. Y la niña, de alguna manera, se queda en este sitio y, después, esas cosas se reproducen con sus parejas. Por eso, necesitábamos que estos dos personajes fueran complejos. Lo están intentando, están viviendo también la incomodidad de los cambios sociales y deben avanzar también a enfrentarse a sus propios miedos. Si ellos no eran complejos, Mila tampoco lo era.
- Todo eso hace la película muy psicoanalítica, ¿no cree?
- Hay un espacio entre Freud y la psicología contemporánea que es la clave de la peli. De otra forma, no podríamos explicarnos como lo hacemos. La película va en contra de esa lectura simplista de Freud de la envidia de pene. La cinta es un análisis de todas las circunstancias educacionales y culturales que nos han llevado a estas situaciones y malentendidos. Ejemplo: si el padre es aquél con el que te bañas en el agua durante horas, que te explica el origen de las piedras y demás y después es mamá la que te dice que pongas crema que te seques y te pongas crema que te vas a quemar… A partir de todos estos roles distribuidos culturalmente lo que se hace es favorecer un sistema patriarcal y generar unos vínculos que, obviamente, son desiguales. Y Freud describe estas cosas como algo natural y animal, y es profundamente injusto. Por lo que sí, ha habido un estudio muy profundo a nivel psicológico y terapéutico. Además, a Clara y a mí nos gusta mucho entrar en los personajes evitando esos personajes freudianos y si lo hacemos los intentamos romper y dar una versión alternativa a esto.
- Por tanto, ¿diría que se está abriendo una nueva manera de abordar la sexualidad femenina?
- Falta muchísimo camino por hacer. Es cierto que está más o menos en la agenda política, pero sin hacer una clara divulgación. Te das cuenta cuando presentas la película y el público reacciona. Hay quien siente que se abordan temas que nunca se han atrevido a hablar. Y en los coloquios sale la pregunta de cómo los padres podrían haberlo hecho mejor.
- ¿Y hay respuesta?
- Hay un bloque mental muy grande. Porque la sombra del abuso siempre se ha utilizado para castrar, al final. El terror al abuso es la excusa perfecta para no hablar las cosas, para prohibir en vez de educar. Y es tan complejo hablar del tema porque eso sigue planeando sobre el tema. Por eso es tan difícil que haya gente que lo exponga de una manera natural, porque existe una tensión y una presión muy fuerte. El reto es ver cómo se educa en la sexualidad y se protege contra la hostilidad y la violencia sexual que existe. No seremos tan naif de decir que no. Los números de abuso en la infancia son terroríficos. Pero si eso sucede y la educación sexual no se actualiza no hacemos nada. No es como nos intentan hacer creer posiciones conservadoras que piensan que es mejor no hablar de ello, porque no se habla y está pasando.
- Eso sumado a los traumas que causan las prohibiciones del despertar sexual, ¿no?
- Si, pero lo que he visto en los coloquios y durante el proceso, esto es una cosa compleja. Según tu nivel de privilegio te atraviesa más o menos. Si tú eres una mujer cis heterosexual te atraviesa de una manera, si eres una mujer u hombre trans, de otra. También si eres un hombre cis heterosexual, seguramente te atraviesa menos, pero también te atraviesa. Hay muchos malentendidos en la sexualidad masculina, como esta idea de que los hombres son seres deseantes para la naturaleza y que siempre deben tener ganas y si no las tienen no hacen justicia a la condición masculina. Este es un tabú, como otros, que son importantes de romper.
- ¿Puede el cine ayudar a romperlos?
- Yo pienso muy firmemente, que toda forma cultural, de arte, de entretenimiento es política. Ya sólo la forma --donde pones las cámaras, desde dónde explicas la historia, que giros de guion hagas--, está construyendo un imaginario, construye una ideología. Entonces, creo que el cine tiene ese poder, no sé si para bien y para mal, pero tiene ese poder. Y, sobre todo, pienso que el hecho de que una película tenga una aproximación emocional a las cosas genera unos puentes de empatía que permiten realmente entender un conflicto que quizás no has vivido en tu piel. Por ejemplo, los últimos papeles que he hecho (Vida Perfecta, Veneno y Suc de sindria) me han abierto un mundo de comprensión. En mi experiencia, cuando estas películas y series llegan, abren conversación. Esto tiene un valor increíble.
- ¿Ayuda a este cambio el hecho de que haya cada vez más mujeres en la dirección? ¿Se están logrando cambios? ¿O no tiene nada que ver?
- No, por supuesto, tiene que ver. Me da pudor decirlo y llenarme la boca con esto, en cualquier caso. Porque creo que estamos muy lejos de conseguir una representación real en el cine. El cine sigue siendo muy clasista, sigue siendo eminentemente blanco. Hay mucho trabajo por hacer. Obviamente, cada cambio suma nuevas perspectivas y también despierta o da permiso a otras miradas. Pienso en Mikel Gurrea, Carlos Márques-Marcet, en Àlex Sardà. Que entren nuevas voces, inspira en general y sacude la industria, pero creo que todavía no estamos en el momento de celebrarlo. Queda mucho camino por recorrer. Porque todas las mujeres blancas que dirigen disponen de presupuestos distintos. Hay un espejismo, pero faltaba llegar y que sea real.
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