Los buenos modales es una película de mujeres, sí, pero que cualquier hombre, sea padre, hijo o nieto puede entender a la perfección. También es una película comercial, disfrutable. A pesar de hablar de la incomunicación y todos los problemas y daño que causa en las personas, es una alta comedia en el que la gente se lo pasa bien.

Así la definen a Crónica Global, dos de sus protagonistas, Pepa Aniorte y Elena Irureta, así como su directora, Marta Díaz. Y no temen en usar esas palabras. “Lo digo a conciencia”, recalca la realizadora que afirma que “es verdad que cada vez parece que queda peor decir que una película es comercial”, pero lo que tiene esta cinta es “vocación de público”.

Comercialidad

La sevillana, formada en la ESCAC de Terrassa, admite que siempre le “ha gustado escribir cosas para la gente que me rodea”. “Yo no pierdo de vista que esta película es para gente que quiera echar un buen rato en el cine. Para pasárselo bien, pero también emocionarse y conmoverse”. Hablando en plata, “no es una película encriptada”.

Aniorte tampoco tiene pelos en la lengua. “Yo quiero dejar claro ya y patente que no quiero hacer ninguna obra de teatro, ninguna película, ni nada que no le guste al público. Yo soy actriz porque me gusta que la gente se ría, disfrute, sufra conmigo. No me interesa hacer algo que le guste solo a los dramaturgos, a otros actores que dicen, 'ostras, lo que se ha tenido que aprender'. A mí me interesa que la gente se divierte y se entretenga.  No quiero hacer teatro aburrido, no quiero hacer películas insulsas. No me apetece hacer esas cosas. Yo quiero que mis trabajos se vean. Y los trabajos que hacemos son para que nos vea el público. Es que eso es el fin último. Son mis jefes. Los que a mí me pagan al final”.

Cultura y público

“Es verdad que todo lo que tenga asociado la palabra entretenimiento es algo negativo. Parece que no es justo. Parece que no tiene calidad”, añade Díaz. “Que no es cultura”, prosigue Aniorte. Así que sí, Los buenos modales es una película comercial y entretenida. ¿Pero de qué va?

La cinta habla de cuatro cuidadoras. A dos de ellas le pagan por ello, Trini y Milagros, a las otras dos, Rosario y Manuela, no. Son abuelas y sus hijos dan por hecho que han de cuidar de sus nietos. Entre todas reina la incomunicación, los secretos y, pese a que el público lo pasa bien, ellas no dejan de sufrir.

La película Elena Irureta / GALA ESPÍN

--Pregunta: ¿Cómo diríais que son esas cuidadoras?

Pepa Aniorte (PA): Bueno, por la parte que me toca, con mi personaje, Trini, nos cuidamos entre nosotras, cosa muy importante. Se cuida de las amigas, se preocupa uno de las amigas de cómo están emocionalmente, de cómo va su vida, de cómo está su casa. Se cuida o se entretiene a los hijos de las otras vecinas, llevándolos a casa a hacer los deberes, cuando sus madres están trabajando, cuando tal. Se cuida a los niños de la casa a la que se va, en teoría, a limpiar, pero también ese niño tiene muchos ratos muertos en los que no hay nadie con él. Y con el personaje de Milagros pasa lo mismo. Pero, sobre todo, me gusta destacar de ellas que no es que se dediquen a cuidar, es que son mujeres cuidadoras. Como somos la mayoría de las mujeres al final, por educación o por lo que sea, la mayoría de las mujeres somos cuidadoras. Cuidadoras de nuestras parejas, de los hijos, de sus padres, de sus hermanos, somos cuidadoras.

--En el caso de Elena Irureta, su personaje, Rosario, no está muy bien cuidada, aunque ella cuida a sus nietos.

Elena Irureta (EI): Como ella dice, se ha dedicado a su hijo. Su hijo ahora ya tiene su propia familia y ya no la necesitan. Ella al menos tiene la posibilidad de cuidar a la niña algunas veces, algunos días y es donde pone todo. También en su hijo, ya que sigue cocinando como si viviera con ella. Quiere seguir manteniendo ese rol de madre, de abuela, pero no se le da cuenta de que igual no hace tanta falta.

--De tanto querer cuidar ¿cuidamos de más?

PA: En el caso de Trini me parece que siempre es por exceso de cariño. Nunca hay mala voluntad, ni por parte del personaje de Rosario de decir, es que mi hijo se tiene que comer la comida que yo haga y no la que haga su mujer. No, es simplemente que ella intenta colaborar. Si sabe que algo le gusta a su hijo, pues se lo lleva. Y a lo mejor se sí le lleva demasiado, pero por colaborar, por llevar a casa de su hijo aquello que al hijo le gusta. Cuando somos así, cuando queremos tanto, ese exceso de cariño hace que a veces seamos excesivas a la hora de entrar en la vida de nosotros. Sí, eso puede pasar.

Marta Díaz (MD): Yo cuando escribí el guión, sí que me parecía que Rosario era un poco entrometida. Eso pasa y es muy natural también. En este caso concretamente yo no quería hablar de eso, aunque no lo evitaba. Quería centrarme en las bondades o en una manera de transmitir amor. Hay veces que estos personajes no lo saben hacer con palabras. No son unas mujeres que expresen emocionalmente con palabras lo que sienten, sino a través de lo que ellas hacen: Manuela limpiando la casa de la hija, aunque no lo necesita, Rosario cocinando mucho más seguramente requiere el hijo. Ahí es donde el guión pone el foco.

Pepa Aniorte de la pelicula Buenos Modales / GALA ESPÍN

--De hecho, ¿dirían que el tema principal es la incomunicación?

EI: En este caso mi personaje está muy sola. Tiene a su hijo con su hermana cortado, pero tampoco tiene amigos, tampoco se relaciona. Va a su aire, va hacia adelante, pero hace su gimnasia, cose, se entretiene, pero en el fondo está más sola que la una. Por eso yo creo que quiere mostrar el afecto tanto a su nuera incluso y a su hijo y a la niña para estar ahí con ellos también. Claro, que los demás tampoco cuentan con ella a ese nivel.  Entonces, pasa lo que pasa.

--Claro, ¿pero esos buenos modales a los que hace mención la película, también son peligrosos por esos silencios? ¿Son necesarios también los silencios para mantener los buenos modales?  ¿O a veces nos pasamos?

PA: Yo creo que a veces la falta de comunicación puede hacer que no se solucionen problemas. Es el caso de las dos hermanas, Rosario y Manuela, que por falta de hablar han llegado a ese punto de incomprensión y de ir cada una por su lado. Sin embargo, Trini y Milagros hablan mucho. Hablan demasiado. Se pasan la vida hablando, pero también hay una huida de hablar de las cosas que no quieren. Porque, por ejemplo, Milagros no quiere hablar de lo que ella tiene en casa y Trini ni siquiera habla de lo sola que está, tira balones fuera y le dice, pero ¿tú por qué te tienes que meter en la vida de la gente? Incluso hay momentos que dice, ¿cómo se nota que es hija única? También podemos adivinar por ahí que Trini a sus hermanas tampoco las tiene muy cerca.

--¿Creen también que es un referente de cómo se ha educado a las mujeres a ser?

MD: Yo en esa lista no estoy segura. Esta película habla mucho de la incomunicación y asocio los buenos modales a la comunicación. Pero no sé si es una cuestión educacional de las mujeres. Porque las mujeres hablamos, a lo mejor es una cuestión generacional, no estoy segura. Quizás antes se hablaba menos de algunas cosas.

EI: Claro, pero en la escena en que Rosario dice lo que piensa por una vez se rompe todo. Ella se come todo lo que piensa y todo lo que traga es por mantener los afectos, para no salir de ese grupo, para que no la echen de ahí. Cuando se da cuenta de que ella no pinta nada, ahí cuenta lo que piensa y ya sabe que va a romper.

MD: En ese sentido sí que había históricamente una cosa hacia las mujeres de que no se queje.

EI: De no levantar nunca la voz y debo guardar unas normas de conducta que se esperan de ellas, de que tú no te metas en la de los demás y calla. 

PA: Y de hecho sí que yo creo que es generacional. Afortunadamente en algunos aspectos y desafortunadamente en otros, está cambiando mucho la educación y es verdad que ahora mismo, yo ya me siento de esa generación en la que las mujeres podíamos estudiar un poco más, decir lo que pensábamos y no se te educaba para cuidar a unos hijos. Pero justo la generación anterior a mí, estaba educada para educar a unos hijos, no se pretendía de la mujer que hiciera ninguna otra cosa más que sostener la familia, educar a unos hijos y tenerlo todo bajo unos buenos modales, que los niños fueran limpios, correctos, educados, supieran rezar, es decir, a eso a lo que se educaba la mujer.

La directora Marta Díaz de Lope Díaz / GALA ESPÍN

--Rosario de hecho representa esa contradicción de los buenos modales de antes. Está bien cuidar de los otros, pero sin que nos tomen por tontas y con mejor comunicación.

MD: Sí, allí sí. Ella aguanta y aguanta y aguanta, pero llega un momento que no puede, pero si no seguiría aguantando, porque sabe que en cuanto diga algo ella tiene todas las de perder. 

--Pero bueno, hablamos de cosas serias como la incomunicación, el guardar los secretos, pero ¿cómo ha sido sostenerlo en formato comedia?

EI: Para mí la comedia se daba en las situaciones escritas, pero el personaje en realidad, no la tiene, lo que pasa es, desde fuera, las situaciones que vive te hacen gracia

PA: Pienso igual. Ni para Trini ni para Milagros en ninguno de los momentos en los que el público se ríe ellas se lo están pasando bien, en absoluto. No se lo pasan bien en ningún momento, están reprochándose cosas y viviendo su drama, lo que pasa es que para el público resulta cómodo. Por eso, para mí esta película es alta comedia, no es un gracioso que sale a contar un chiste, sino alguien que está viviendo una situación y a ti te provoca risa porque estás alejado de ella, y mantener ese ritmo es muy difícil. 

--Marta, la pelota está en su tejado. ¿Cómo jugó y trabajó esta alta comedia? ¿Por qué tiró por ahí? ¿Es una manera de ver más fácil ese dolor que tienen? 

MD: A mí la comedia siempre me transmite algo muy cotidiano, del día a día. La vida no son problemas 24 horas al día, sino que incluso en los momentos más tensos hay a situaciones medio cómicas. Lo que puede que tú en el momento en el que lo estás sufriendo no eres capaz de verlo, pero si alguien te mira a través de un boquetito, se reiría. Y la verdad es que Rosario es un personaje que le dan por todos lados a lo largo de la película, sufre mucho, está muy herida, y le viene muy bien también en estos momentos.

PA: En España no se le da el valor a la comedia que realmente tiene. Porque a través de la comedia se pueden contar cosas muy dramáticas, muy contundentes, muy tremendas, y verlas de una manera muy natural. En la comedia está lo cotidiano. Y es verdad que, sin ser reivindicativos, sin pancartas, sin nada, se pueden decir muchas cosas a través de la comedia. Se le debería dar bastante más valor del que tiene, porque es muy poderosa, mucho más poderosa que el drama, a lo mejor. Sin embargo, cuando ves esta película piensas que han hablado de la soledad, han hablado de cómo a veces se utiliza a las personas mayores y en el momento que no se la utiliza dice te das cuenta. Se dicen cosas muy gordas, pero al decirlo a través de la comedia se te pasa como en un divertimento y en una hora y media muy fácil. Pero se dicen cosas muy tremendas. 

Marta Díaz de Lope Díaz, Pepa Aniorte y Elena Irureta / GALA ESPÍN

--¿Se les da importancia y valor a esas mujeres cuidadoras? ¿Se aprecia su trabajo a las abuelas y cuidadoras? ¿Damos por hecho que como se las paga o como son abuelas no se les debe agradecer su trabajo?

MD: Yo lo escribí obviamente desde esa perspectiva, que parece que no hace falta agradecérselo, porque algunas incluso les gusta. Pero ojo. Cuidar, estar pendiente de los demás, se hace con cariño, pero estoy segura que eso es un esfuerzo muy grande también. La idea de la peli era poner eso en valor, cosas que tenemos muy cercanas. Y a veces no les damos suficiente valor ni protagonismo a ese tipo de personajes.

PA: De hecho, no todo el mundo es así, porque hay un personaje que está omitido, pero que está hablando por teléfono y suelta: “para una vez que te pido un favor, mamá”. Y no todas las abuelas son así, porque no es su obligación. Su obligación fue cuidar a sus hijos porque ellas decidieron tenerlos, eso es una obligación. Pero cuando tú, como hija mía, en libertad total, has elegido tener tres niños, no te los tengo que criar. Si quiero lo hago y si no, no lo hago. Y si lo hago, es muy de agradecer y no se agradece para nada. Parece que es que venga innato. Yo fui madre porque quise y abuela por qué quieres tú.