A Oriol Puig (Barcelona, 1992) muchos lo conocieron con Blog, el film de Elena Trapé que revolucionó la mirada del cine al mundo de los adolescentes. Después de esto, a él llegaron papeles en Vent del plà, Velvet o más recientemente en Com si fos ahir. Pero algo de esa semilla de Blog le quedó.
Su debut en la dirección y dramaturgia, Karaoke Elusia, versa del acoso escolar, las redes y la salud mental en adolescente. Lo hace desde las tablas, pero con un lenguaje claro, directo y sobre todo sin condescendía. Un tú a tú con los jóvenes y sobre las situaciones que viven y en la que los adultos también están implicados.
Cambios
Lo que empezó como un proyecto en la Sala Beckett se encuentra ahora en el Centro Dramático Nacional (CDN) de Madrid para visibilizar una situación que muchos guardan en silencio. Y a su vez confirma que Puig ya ha dado el salto definitivo: “yo ya me siento que escribo y dirijo y que esté es más mi sitio”, confiesa
“Siempre había escrito y siempre había estado combinando un poco el delante y detrás de las cámaras, pero, por lo que sea, había tenido más peso el trabajar de actor. Y sí que es verdad que ya en los últimos años, como ya he estado escribiendo y dirigiendo más a conciencia, sí me siento mucho más a gusto con esta”, revela a Crónica Global.
--Pregunta: La obra es un proyecto que naciendo en la sala Beckett, pero que se hecho mayor y está ahora en el CDN. ¿Nos podría detallar cómo ha sido
--Respuesta: Esto empezó con el proyecto Extended Universe, que es un proyecto que montaron desde Boundless Theatre, una compañía inglesa que están muy especializados en realizar proyectos teatrales que involucren, de alguna manera, el público adolescente, ya sea en el proceso de creación o destinado a ellos. Cada teatro seleccionó a un creador o creadora y nos pedían que escribieran textos que hablaran de la adolescencia y de la utopía, la utopía durante la adolescencia. Yo escribí Karaoke, cuando estaba linkado a Beckett, y luego se convirtió en una producción de la sala.
--Pero leyendo la sinopsis uno piensa más en distopias que en utopías.
--La noche del karaoke de estos tres amigos sí que representa dentro de la pieza la utopía y ese espacio de seguridad en el que se pone en valor la amistad que tienen estas tres personas, que es un la que explora la obra, entre otras cosas, el poder de la amistad en esta etapa vital. Después sí que hay otros muchos temas que yo fui añadiendo al proyecto, pero porque me parecía también importante también hablar de la adolescencia, con sus luces y sombras.
--¿La utopía es esa amistad y la realidad los casos de bullying, de suicidio...? ¿Por qué quiso introducir estos temas?
--Yo creo que cada vez se habla más de estos temas y de los que siempre debemos contar, pero todavía da mucho respeto hablarlo. Siguen siendo temas tabúes, sobre todo el suicidio, y en este caso en concreto el suicidio juvenil. Además, muchas veces, cuando se habla de salud mental relacionada con la adolescencia en concreto, se habla como si fuera algo pasajero, como si sólo afecta durante la adolescencia y que después creces y todo pasa. Por eso también quise poner foco en el impacto posterior y no hablar de “uy, qué difícil es la adolescencia, ya se les pasará a todos”. Pero precisamente, si no se resuelve correctamente todo esto, te sigue acompañando.
--Ya que es un proyecto de y para gente joven ¿es un toque de atención a los jóvenes o también para los adultos?
--Tanto yo cuando lo escribía como cuando estábamos haciendo ensayos, nos olvidamos de la etiqueta de teatro joven porque creo que limita más que otra cosa, entonces. Está relacionado con los adolescentes porque los tres personajes que narran la historia tiene 17 años y todo el punto de vista de la trama es desde ese prisma, pero, en ningún caso, la narración se ha suavizado. Es decir, lo hemos tratado todo como lo haríamos con cualquier otra historia. Y lo durante el espectáculo hay algo pequeños toques de atención para todos, porque lo que hemos intentado es ofrecer una especie de abanico de reacciones. Es decir, existe un caso ficticio que pasa en el espectáculo que detona toda una serie de ocurrencias y los tres actores dan voz a muchos otros personajes desde ellos mismos y compañeros de clase a profesores y padres. Todos se van posicionando y según la información que tiene reaccionan de una u otra forma. Después que de que cada uno sienta aludido o no, por decirlo de algún modo.
--Uno de esos temas que se tratan es el acoso escolar y las reacciones y difusión en redes. ¿Cree que es algo que ya estaba ahí y que las redes se han magnificado o también las redes han ayudado a denunciarlo?
--Aquí de hecho exploramos cómo en época de redes y comunicación digital, dónde comienza y de dónde termina el acoso escolar, porque a veces se desdibuja. La obra plantea hasta dónde llega la responsabilidad de los profesores, de los padres, porque esto ocurre en un terreno digital que éstos no ven a primeras y en cambio tiene el mismo impacto un acoso en persona que por vía digital. Eso se ve en la puesta en escena, donde los tres actores hacen un recorrido por todo el último año que han vivido y las conversaciones que tuvieron por WhatsApp y en persona se representan igual. Un poco para jugar con esa idea de que el impacto emocional de esa conversación es el mismo, sobre todo en el mundo adolescente. Entonces, sí, las redes en complican la manera cómo gestionar la situación porque todo entra en unos terrenos a los que todavía somos un poco acostumbrados.
--¿Y qué papel cree que juega el teatro a la hora de hablar de estos temas como el suicidio, la salud mental, el acoso escolar?
--Es como todo: el teatro, las películas, las series, los libros... Si hay algo que no aparece, da la sensación de que no existe un poco. Y el hecho de colocarlo sobre el escenario y ofrecer unas narrativas que hablen de esto, da un primer mensaje de que esto existe, es real. Ya sólo esto tiene un valor inmenso, porque si tú has pasado por esto o conoces a alguien que ha pasado por algo similar a lo que plantea, como puede ser Karaoke, te hace sentir que el teatro tiene el valor de poner el tema sobre el escenario y hablar de ello. Sólo esto ya activa una serie de cosas muchísimas.
--¿Cómo fue asesorarse al respecto?
--Durante el proceso de escritura consulté con una psiquiatra y una psicóloga de la unidad de prevención de suicidios en el Hospital de Sant Pau. Me acompañaron a la hora de asegurar que todo lo que aparece en el espectáculo, aunque sea ficción, pudiera ser real. También me ayudaron más a nivel de lenguaje, porque cuando abordas algo como el suicidio hay ese miedo a dar pie a que alguien lo haga cuando en realidad muchas es lo contrario. Al final lo que aprendí es que el hecho de hablarlo ayuda a que todo el mundo un poco se active y busque y se documente también, y capaz de tener más herramientas para evitar que suceda. Y como el texto ya estaba escrito yo ya lo tenía bastante claro e ya hice un poco el traspaso de toda esa información.
--Por último, ahora que está al otro lado y se habla de crisis de público, ¿cree que es necesario atraer a un público más joven para acercarlo al teatro? Y sobre todo, ¿cómo?
--Creo que muchas veces cuando se intenta atraer a un público más joven, entran una especie de prejuicios o ideas preconcebidas de lo que este público quiere. Creo que se puede hablar de temáticas que afectan al público adolescente como se abordan muchos otros temas. Y sí, precisamente el público más joven también tiene ganas de teatro y de ver allí algo en lo que no sienta que se está hablando desde un sitio más paternalista. Quiere que comuniquen junto a ellos y que se les ofrezca algo complejo y con varias capas de profundidad y sentir que confíen en que puedan recibir esa información. Es aquí donde se genera una conversación más interesante. Por suerte, cada vez pasa más.