Expertos de Bellvitge hallan genes que predisponen al suicidio en un estudio con veteranos de guerra
La investigación ha empleado una muestra de más de 600.000 excombatientes y ofrece “una visión más holística de los trastornos mentales”
27 enero, 2023 00:22Cuatro genes aumentan el riesgo de tener pensamientos relacionados con el suicidio, según ha demostrado un estudio a gran escala que la Universidad de Duke (Estados Unidos) ha realizado con el departamento de Asuntos de los Veteranos estadounidense. En él han participado, además, varios expertos del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y el Hospital Universitario de Bellvitge, de Barcelona.
El trabajo, publicado en la revista JAMA Psychiatry, ha utilizado como muestra todo el genoma de 633.778 militares retirados norteamericanos. En el historial médico del 20% de ellos había registros de actos y comportamientos suicidas en el pasado. La investigadora del centro catalán y especialista en Psicología Clínica Susana Jiménez, quien ha colaborado en el informe, ha declarado a Crónica Global que este descubrimiento ofrece “una visión más holística de los trastornos mentales”, en los que “los factores biológicos y ambientales están en constante interacción”.
Depresión, esquizofrenia y consumo de sustancias
Tal como ha explicado el IDIBELL en un comunicado, el primero de los genes identificados ha sido el receptor de estrógenos, que estaba considerado un gen causal de la depresión y del trastorno del estrés postraumático. En segundo lugar se encuentra el receptor de la dopamina, relacionado con intentos de suicidio, esquizofrenia o trastornos del estado de ánimo. También distinguen el gen DCC, expresado en el tejido cerebral y que ha estado vinculado a múltiples condiciones psiquiátricas.
Por último, la investigación ha señalado el TRAF3, relacionado con el comportamiento antisocial, el consumo de sustancias y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). En palabras del Director Científico del IDIBELL, Fernando Fernández, a este medio, estos genes están asociados al sistema dopaminérgico, que gestiona la impulsividad, la búsqueda de sensaciones y la poca tolerancia a la frustración, “una serie de rasgos que ya se habían observado en estudios anteriores”.
Una conjugación de factores
Aunque estos resultados acercan a la ciencia al objetivo final de encontrar determinantes que permitan encontrar un target de cara al desarrollo de fármacos específicos y tratamientos personalizados, Fernández es claro y advierte que “no debemos minimizar” el peso de las condiciones no biológicas: “No queremos ser deterministas. Por ello, este estudio es complementario. Una parte del problema la explica la genética, que da predisposición, pero otra lo hacen las circunstancias, que son un desencadenante”. Este último ámbito engloba las experiencias que cada persona ha vivido de forma compartida o individual, algunas de las cuales pueden estar relacionadas con experiencias de abuso sexual u otro tipo de situaciones traumáticas.
“La psicología está en continua transformación. Lejos quedan las visiones simplistas sobre trastornos mentales en los que una única causa, de carácter emocional, podía explicar su aparición y mantenimiento”, ha asegurado Jiménez. Por lo tanto, consideran la interacción entre las dos vertientes “la más plausible”, variando la importancia de una u otra dependiendo de cada trastorno. No obstante, la experta recalca que, aunque se trate de un caso en el que el componente hereditario tenga especial influencia, siempre se puede hacer algo para cambiarlo: “Una vulnerabilidad genética puede ser modulada por un trabajo constante de factores protectores o resilientes del individuo y del entorno socio-familiar”.
Sin embargo, según la experta del Hospital de Bellvitge, el hallazgo plantea nuevas incógnitas y retos. Considera que las investigaciones que se lleven a cabo en el futuro deberán tener en cuenta y examinar los factores de riesgo que promueven las autoagresiones, la ideación suicida (es decir, la presencia de deseos persistentes de muerte) y los consecuentes intentos de suicidio en población general y clínica. Estos análisis permitirán “diseñar estrategias de prevención eficaces” y tratamientos farmacológicos efectivos.
Antecedentes al descubrimiento
El estudio, de nombre Identification of Novel, Replicable Genetic Risk Loci for Suicidal Thoughts and Behaviors Among US Military Veterans, “confirma de forma robusta hallazgos previos sobre la importancia de factores genéticos y el componente hereditario”, reitera Jiménez. El proyecto es fruto de toda una serie de iniciativas a nivel internacional que empezaron hace más de 10 años con la finalidad de intentar reconocer factores de riesgo en trastornos mentales y de la conducta alimentaria, así como de identificar qué comparten los dos tipos de desórdenes.
Una de las investigaciones llevadas a cabo en el pasado relacionaba la adicción a distintos tipos de juegos de apuestas con los comportamientos suicidas. Los resultados, basados en la observación de una muestra de 1.112 personas, dictaminaron que, en estos casos, la ideación suicida se produce más en mujeres que en hombres. En otra ocasión consiguieron identificar ocho marcadores genéticos en casi 17.000 casos de anorexia nerviosa.
Una amenaza creciente
2021 fue el año con más suicidios de la historia de España desde que se empezaron a registrar en 1906. 4.003 personas se quitaron la vida (2.982 hombres y 1.021 mujeres), lo que supone una media de 11 al día, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). 22 de estas, además, eran niños menores de 15 años. Entre esta edad y los 29 años, el suicidio es la cuarta causa de muerte.
Ante esta creciente problemática nacional, la Fundación Española para la Prevención del Suicidio denuncia que el país sigue sin poseer ningún plan o estrategia específica estatal para su prevención. Respecto al papel de la ciencia en el asunto, el director científico del IDIBELL expone que “vamos avanzando si miramos en perspectiva a hace 20 años” y que “los estudios son cada vez más concluyentes”, pero sostiene que todavía queda mucho camino por recorrer a la hora de entender el fenómeno: “Nos gustaría estar cerca, pero, cuanto más analizamos, más elementos vemos que podrían estar involucrados”.