La actriz Adriana Ugarte / EP

La actriz Adriana Ugarte / EP

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Adriana Ugarte: "Las actrices estamos sometidas a un embellecimiento y eso nos puede limitar mucho"

La actriz protagoniza junto a Rubén Ochandiano y Javier Gutiérrez una película que enfrenta al espectador con su propio lobo feroz

27 enero, 2023 00:00

Los intérpretes Adriana Ugarte y Rubén Ochandiano son, junto a Javier Gutiérrez, los protagonistas de Lobo feroz, la adaptación de una película israelí que encandiló a Tarantino. Sin embargo, ellos se han llevado los personajes a su terreno.

La actriz reconoce que fue muy duro meterse en la piel del personaje, lo ha trabajado tanto por dentro como por fuera. Está prácticamente irreconocible en la cinta de Gustavo Hernández Ibáñez.

'Lobo feroz'

Por su parte, el actor, que no quiere dar muchas pistas sobre su personaje, lo ha abordado en relación con su compañera. Claro que sin hablar. Las miradas fue lo único que intercambiaron en el set de rodaje para poder mantener la tensión. Ahora, durante la promoción, ambos desprenden una complicidad absoluta. Se han resarcido.

Lobo feroz no es un thriller al uso. Más allá de la tensión, de que despierta el interés en el espectador por saber quién es el responsable de las muertes de unas niñas que aparecen decapitadas tras ser abusadas, plantea muchas preguntas.

--Pregunta:  Ahora, se les ve entre risas durante la promoción de la película y muy relajados, pero ¿cómo fue el rodaje?

Adriana Ugarte (A): Fue duro e intenso y no hubo lugar para la complicidad en el rodaje.

Rubén Ochandiano (R): Para la complicidad sí

A: Bueno, quizás sí.

R: Lo que no hubo fue comunicación.

A: Sí, quizás, sí. Me rectifico a mí misma. Es verdad que había una complicidad y la comunicación era a través del contacto visual. Había una empatía que se generaba de ese compromiso del compañero con su personaje.

R: No había nada de comunicación social.

A: Ni complacencia ni lugares comunes, no.

R: Lo intentamos, pero había algo ahí que no permitía que ocurriera. De alguna manera, consciente o inconsciente. La relación que se estableció fuera del set estaba abocada a ayudar a lo que ocurría dentro. Y nos mirábamos mucho. Energéticamente estábamos ahí, el uno con el otro, pero hasta el penúltimo día de rodaje, literalmente, no nos dirigimos la palabra.

A: Estábamos entre cortados y respetando mucho al otro porque éramos muy conscientes del tiempo que teníamos y de la complejidad de contar esta historia de una manera verosímil. Porque era muy fácil caer en algo poco creíble o paródico, y esto nos daba, al menos a mí, mucho respeto.

El actor Rubén Ochandiano / EP

El actor Rubén Ochandiano / EP

--Su personaje, Adriana, es una bomba a presión. Su gestualidad, su tono es contenido.

A: Es que no es esa peli. Flota en el aire. Nosotros estamos tocando el moratón, en la herida. El punto de partida fue trabajar con una gran compañera a la que quiero mucho, porque también es amiga, Elvira Mínguez. Ella me empujó y me animó a salir del espacio de embellecimiento al que normalmente estamos un poco sometidas las actrices, las mujeres en este país. Que parece que te ayuda y te favorece, pero creo que no. No nos ayuda nada. Creo que al final nos puede llegar a limitar muchísimo. Para mí, a nivel personal, ha sido un alivio. Un soltar lastre. Un poder poner la energía en otra cosa, más que mantener un raccord, no solo emocional, sino de embellecimiento. Esto no es interesante y llega a ser un poco mucho castrador. Entonces, fue una toma de decisión muy fuerte de desdibújame. Entonces, literalmente lo hicimos. Borramos la boca, hundimos los ojos, picamos la piel de viruela y empezamos a construir. Y esto sí se fue creando en el rodaje. Yo le iba consultando a Elvira y ella me apoyaba. Esto, por supuesto, se planteó al director. Y él me ayudaba mucho también a modular, porque a veces te lo empiezas a pasar bien y tienes el peligro de venirte muy arriba, gustarte. Y que de repente ya no estés al servicio de la historia, sino al servicio del placer que sientes por hacer algo extraño. Esto no era interesante ni era adecuado. Y es vital lo que sucede cuando miras a los actores que están encarnando el personaje y con su mirada suscriben tu decisión de hacer Matilde de esa manera. Eso te da un empujón esencial a lo largo de todo el proceso.

--Habla de que las actrices están sometidas a la presión del embellecimiento. ¿Eso todavía es tan así?

A: Bastante, lo que pasa es que es más sutil. Puedes verlo incluso en una peli de cine independiente, a lo mejor la chica está sin maquillar, pero no llegan personajes donde puedas alejarte de una belleza natural. No creo que los personajes se creen con el embellecimiento y no me refiero solo a crear bellezas artificiales, sino a atrevernos a alejarnos de una belleza natural y espontánea.

R: Pues yo sí que creo que sigue existiendo una tendencia al embellecimiento, incluso.

A: Porque puedes ver pelis de cine independiente, y pueden no llevar maquillaje o muy poco disimuladas las ojeras, pero siguen estando atractivas. Lo que digo es forzarlo a la inversa, como hizo Charlize Theron en Monster, y pasa muy pocas veces. Parece como si diera miedo ver a la mujer no guapa. Y que esto suceda me da miedo a mí, a nivel personal.

Trailer de 'Lobo feroz'

Trailer de 'Lobo feroz'

--Y usted, Rubén ¿cómo enfrentó el suyo?

R: Siendo muy consciente desde el minuto uno hasta ahora haciendo las entrevistas de la película es una partida de Cluedo que juega el espectador y que no conviene dejarle que se asienten sus certezas en más de una secuencia. Es decir, yo hice mis deberes, pero puse en segundo término si era culpable o inocente, y puse el foco en el ojo del espectador, para calibrar en cada secuencia que convenía contar de él. Y es un poco lo que jugaba también con Adriana todo el rato. En algunas secuencias intentaba hacerle creer que era culpable y en otras intentaba hacerle creer que era inocente. Asimismo, traté que, de alguna manera, en un posible segundo visionado, todas las pistas estuvieran puestas ahí con coherencia. Eso fue lo más difícil.

--Más allá de su trabajo, la película plantea varias cuestiones. La primera: ¿Todos llevamos dentro un lobo feroz?

R: De eso va la peli, es la premisa, te plantea que el lobo feroz se puede esconder detrás de cualquiera. Y me di cuenta en el pase con público, en esa experiencia colectiva, realmente la peli dice, cuenta, transmite que el lobo feroz está detrás de cualquier esquina y detrás de quien menos te esperas.

--Y luego está ese debate del papel de la justicia y su eficacia.

A: Bueno, este es un temazo. A mí me cuesta y no puedo ser del todo objetiva porque vengo de familia de jueces y abogados, entonces claro, yo siempre tengo ahí una lucecita de conciencia que defiende que la justicia es imperfectamente perfecta o perfectamente imperfecta y, al final, se crea un modelo para poder satisfacer las necesidades generales de los ciudadanos. Cuando satisfaces el general, por el camino pierdes la especificidad. Luego está reflexión sobre el daño moral. Creo que la justicia debería ir siempre acompañada de unos comités éticos, me parece interesante.

R: Pero es verdad que la peli te confronta, te interpela como espectador y te hace plantearte y mirar si serías capaz de tomarte la justicia por tu mano según qué situación, o hasta dónde se asoma mi lobo feroz. En el fondo te hace mirar tus propias miserias o hacerte preguntas.

A: Sí. ¿Y la justicia es capaz de aliviarme? ¿Y la venganza es capaz de aliviarme?

--La venganza siempre está ahí. ¿Tiene justificación?

R: Yo mismo he reflexionado respecto a esto de manera que antes no lo había hecho. Pasa un poco como con el sexo, que hay cosas que uno quiere hacer en la cabeza, pero en realidad luego… Me pasa con una vecina cuyos hijos se pasean de arriba abajo a las 6 de la mañana los fines de semana. Y pienso, ¿bajo y le sello la puerta? Es de chalado, y obvio que no, pero inevitablemente hay algo ahí que uno fantasea. La fantasía alivia mucho, total es la constricción de la mente.

Adriana Ugarte, Javier Gutiérrez y Rubén Ochandiano en 'Lobo feroz' / FILMAX

Adriana Ugarte, Javier Gutiérrez y Rubén Ochandiano en 'Lobo feroz' / FILMAX

--Y en ese caso, ¿qué papel juega el cine en esas fantasías, en liberar algunos fantasmas? ¿Sirve para contenernos mientras vemos eso?

A: Claro, el cine funciona como desahogo y como disparadero para la fantasía, por eso es tan adictivo.

R: A ver, que nos cuenten historias es la cosa más vieja que existe desde que el mundo es mundo y que el ser humano necesita. Precisamente creo que Lobo Feroz cumple ambos servicios, o sea, creo que te hace pasar hora y media al borde de la butaca sintiendo una tremenda descarga de adrenalina, pero que cuando sales, te hace confrontarte a ti mismo contra unos cuantos debates importantes: hasta dónde soy capaz de llegar, merece la pena tomar la justicia por su mano… en fin una serie de cosas una serie de asuntos potentes.

--¿Podríamos decir que es un thriller llevado a otro punto? ¿Fue eso lo que les convenció?

A: A mí me atrajeron los personajes, mucho. Me parecía que no perdonaba a ninguno. Y sobre mi personaje, Matilde, me gustaba porque nunca me habían propuesto un personaje que fuera capaz de llegar tan lejos por la mala gestión del dolor. Me gustaba que fuera libre y que pudiera asalvajarse.

R: Pues, a colación de lo que decíamos de los personajes femeninos, es curioso que para que fuera un personaje así haya tenido que ser un personaje adaptado de un hombre, porque en la película original, ese personaje lo jugaba un hombre.

A: ¿Igual de partida habrían escrito que una mujer fuera capaz de hacer todo esto? Quizás, no.

R: En mi caso, es importante y, no me había dado cuenta, yo soy muy fan de la película original pero ahora soy más fan de la nuestra. Me pasa hoy después de haberla visto en el preestreno, porque me ha costado mucho despegarme del material original. Creo que nuestra película es más tarantiniana que la original.

A: Yo el otro día también pensaba sobre la venganza y el por qué no tiene sentido la venganza por qué la venganza no te alivia, y es porque el daño ya no tiene que ver con el otro, cuando el daño se convierte en daño, solo tiene que ver con el otro, ya no está en el terreno del otro da igual lo que le hagas, el daño no tiene que ver con él.

R: La única venganza saludable es soltar, lo que pasa es que claro figúrate, ante según qué daños…