No es la primera vez que lo hace, pero sí la que lo hace tan seguido. Mientras cae la audiencia, Sálvame se ha decidido a desacreditar a algunos de sus colaboradores. El último, Pipi Estrada.
Las redes se indignaron al ver cómo el programa emitía unas imágenes en las que se veía a Miriam Sánchez discutir en plena calle con el periodista deportivo. Éste dijo sentir cierta lástima por su expareja y reclamaba que se dejara ayudar. Algunos espectadores vieron un trato frívolo a la hora de tratar los problemas de salud mental.
Cuestionamiento a Pipi
Dos días y un fin de semana después, el espacio ha reaccionado. Donde dije digo, digo Diego y ahora hablan de "la gran mentira de Pipi". Apuntan a que puede usar a la exactriz porno "para limpiar su imagen", señala Carmen Borrego. "No lo responsabilizo de su estado actual", matiza María Patiño, pero ven algo turbio.
"¿Estaría interpretando el papel de su vida? ¿Es Pipi, en parte, responsable del estado en el que se encuentra Miriam?", se cuestiona Adela González. Consideran que podría haber una discusión previa a las imágenes.
Miriam y Avilés
Todo ello desacredita y cuestiona a su colaborador y pone en duda si los responsables de Sálvame no sabían nada de esto. La presentadora vasca apunta a la necesidad de dinero de Estrada como posible causa de esa presunta manipulación. Miriam Sánchez, que ya fue crítica con los comentarios, acusa a su ex de querer humillarla.
Esta no es la única escena de desacreditación que se ha visto en los últimos días. Este mismo lunes, José Antonio Avilés era humillado y abroncado en público por parte de María Patiño y otros colaboradores por unas imágenes de Isabel Pantoja en bañador que dio Socialité. Al parecer, no era la artista.
¿Estrategia o costumbre?
No se queda ahí la cosa. La semana pasada Sálvame especuló con la continuidad de Rafa Mora a quien acusaba de comportamientos agresivos, machistas y homófobos. Hicieron participar a la audiencia, le ofrecieron un Deluxe y, al final, todo sigue igual.
¿Es una manera de excusar los despidos de algunos trabajadores de cara al futuro? ¿Una estrategia para recuperar audiencia ante unas cifras que no acaban de repuntar? ¿O una manera de limpiar su imagen? Hay muchas dudas en el aire. Tantas, aunque menos, que las humillaciones que se suceden en Sálvame.