Juan Diego Botto: "Traer la memoria a la escena es útil si dialoga con la realidad"
El actor se pone en la piel de Federico García Lorca para hablar de su vida y su reflejo en la actualidad
25 junio, 2021 23:33Juan Diego Botto (Buenos Aires, Argentina, 1975) tuvo su primer encuentro con Federico García Lorca desde bien pequeño. Fue cuando acudió a la biblioteca de su madre, Cristina Rota, cogió uno de sus libros y se encontró con uno de sus poemas. De ese momento hasta hoy han pasado varias décadas y ahora se pone en la piel del poeta.
Todo surge de la voluntad de hacer un recital y de años de documentación sobre la vida del artista. De allí salió una obra de dos personajes, pero cuando se la presentó a su amigo Sergio Peris-Mencheta todo cambió. El director lo veía como un monólogo y de allí, y de un proceso de depuración de citas, surgió Una noche sin luna.
Montaje espejo
El montaje parte de la noche en la que mataron al escritor, y que reflexiona qué le ha llevado hasta allí. El actor no trata de imitar al poeta, sino de repasar su vida con “la alegría, el humor y la luminosidad de Federico, hasta llegar al tercer acto”, su trágico final. Sin intención de denuncia, sino con “la voluntad de dar un punto de vista” sobre la vida de Lorca.
El intérprete cuenta a Crónica Directo cómo ha sido meterse en la piel de Lorca y el proceso de creación de la obra. Una pieza que, si bien él mismo sentía que se alejaba de su teatro anterior, al verla terminada vio que no era así y que lleva “toda la vida hablando de la impunidad, la memoria y de la justicia”.
No quiere, por eso, “mirar hacia atrás de forma arqueológica, no tiene sentido. Sino dialogar con la realidad”. Recuperar la voluntad del poeta y defender "la necesidad de hacer un teatro bajo la arena para que se sepa la verdad de las sepulturas", palabras que hoy cobran un doble sentido.
--Pregunta. ‘Una noche sin luna’ la empezó a escribir hace tres años, ¿le costó mucho?
--Respuesta. En parte es porque he estado trabajando como actor y el tiempo que le puedo dedicar es menor, y porque requería mucho trabajo de documentación. Está su obra completa, vas leyendo biografías y vas cogiendo las que son más completas. Hay muchos trabajos sobre él, pero el de Ian Gibson se convirtió en una referencia para mí. Y más allá hay otros documentos, libros sobre la música que escuchaba, los documentos y manifiestos que firmó, entrevistas… Era necesario un trabajo de ordenar y organizar todo eso y luego encontrar un hilo narrativo para contarlo e ir desprendiéndome de citas, que al principio estaba lleno. Al final, para no asfixiar el texto te vas desprendiendo y lo vas haciendo más tuyo. Y luego, hay una última parte de hablar con gente, especialistas, conocedores de su poesía, biógrafos… y todo eso lleva mucho tiempo. Quería que, si me metía en este embolado, al menos, ser riguroso.
--¿Cuánto hay de Botto y cuánto de Lorca?
--¿De texto? Hay mucho más texto mío, lo que recoge anécdotas y aspectos de la vida de Lorca. Lo cuento en primera persona como cosas que él vivió y allí entran citas, fragmentos de obras y de entrevistas y conferencias que dio que van sosteniendo la pieza.
--¿Cuál fue su primer contacto con Lorca?
--Mi madre tenía las obras completas de Lorca editadas por Aguilar en tapa dura. Son tres tomos. Y un día cogí uno, lo abrí, era el de poesía y leí un poema de El diván del Tamarit y me gustó mucho. A partir de ahí, empecé a leer y leer, llegué al Romancero Gitano, leí Poeta en Nueva York, me acerqué al teatro y, desde entonces... Lorca, ese poeta y dramaturgo al que vuelvo y vuelvo y siempre busco.
--¿Por qué Lorca y por qué ahora?
--Lorca podría ser siempre. Es uno de nuestros mejores dramaturgos y poetas. Y ahora, porque sentí que vivimos un momento de transformación, de cambio, de incertidumbre en el que la vida de Lorca y lo que le pasó nos sirve como elemento de conocimiento de cosas que podrían llegar a pasar y volver a ocurrir. Hay una serie de metáforas y mensajes muy relevantes para poder escuchar hoy.
--¿Cuáles son esos paralelismos que ve?
--Resuena en el hecho de que fue una figura sacada de la casa, fusilada sin juicio, enterrada y hecha desaparecer. Como hay muchos casos en España, de hecho, de muchas familias que han intentado recuperar a esos seres queridos y esos cuerpos para poder darles digna sepultura. En este sentido de desaparecido es donde resuena. Y en la importancia que tienen la memoria y la memoria de la impunidad para la construcción de un país y tu identidad como persona. Sobre eso reflexionamos.
--Hablar del fusilamiento de Lorca o de los desaparecidos para muchos es anclarse en el pasado. ¿Lo ves así?
--La mirada al pasado para entender el pasado es un ejercicio estéril. Lo interesante del pasado es en la medida en que nos aporta a nosotros ahora, por lo menos desde el teatro. Traer la memoria a la escena es útil si la memoria dialoga con la realidad de forma palpable y eso es lo que hemos pretendido. Hablamos de un juego de espejos entre pasado y presente porque hay un diálogo constante entre ambos y siempre que ese pasado arroja luz sobre la actualidad vibra; si no es un juego más aburrido de “mirad qué interesante lo que hacían entonces”, y eso no me interesa.
--¿Cree que Lorca ahora también saldría a denunciar ciertas cosas de las que vivimos?
--Además del presente y pasado, Peris-Mencheta comenta que hay otros dos ejes en la obra: el arriba y abajo y el dentro y fuera.
--El arriba y abajo, sin desvelar mucho, va sacando y desvelando cosas del suelo del teatro y esas cunetas sobre las que transitamos. Y el adentro y afuera tiene que ver más con la realidad. El afuera es el presente en el que estamos y el adentro es el teatro, que trata de responder a esa pregunta de Lorca de si es posible desde el teatro hablar de la realidad y traerla a escena, incidir desde la realidad a través del arte, que creo que es pertinente.
--¿Cree que no hay mucho de esto?
--El teatro en España, en su conjunto, está muy vivo, siento que se nutre mucho de la realidad. Veo cierta voluntad de los dramaturgos y directores de nutrirse de la realidad y poner en escena reflexiones sobre el mundo que habitamos. Un hecho que igual falte más en los medios audiovisuales y ya en la tele menos.
--¿Eso es lo que le ha apartado del cine y se ha focalizado en el teatro?
--En realidad han sido circunstancias. Yo estuve muchos años con la gira de Un trozo invisible, luego hice tres años de televisión fuera, y la tele es una cosa que te chupa mucho tiempo. Estuve viviendo en Estados Unidos tres años haciendo televisión allí. Además, el teatro te quita mucho tiempo y cuando diriges un proyecto como este es para poder disfrutarle. E igual que le pasa a mis compañeros, en estos últimos años, he hecho más televisión que cine.
--¿Y cómo ve esta nueva televisión?
--Hay de todo. Ahora mismo las plataformas están prácticamente sosteniendo la industria. Todos hemos trabajado en alguna u otra en algún momento. La cosa positiva es que hay más trabajo, mucho, y la parte negativa es que terminan siendo las plataformas las que deciden qué se hace y qué historias se cuentan. Sus intereses los determina un logaritmo sobre lo que la gente ve, que es un círculo vicioso. El peligro es que haya determinadas historias que terminen no contándose.
--¿Y el teatro estaría más para eso?
--El problema es que es menos mainstream, pero se nutre de forma importante de la realidad. Y sobre los escenarios ves más cosas como las que nos pasan que en el cine.
--Y usted que siempre ha sido un actor comprometido con la realidad, ¿cómo ve la realidad política y social actual tras la pandemia?
--Complicada. La pandemia ha sido una cosa inesperada y devastadora en muchos aspectos. Hay una enorme fatiga por el esfuerzo que ha hecho un montón de gente, tras estar confinados, haber dejado de salir, tener relaciones, los colegios, las clases, las universidades han estado cerrados. Hay familias que se encuentran en una situación de precariedad en la que no estaban hace un año y eso tiene consecuencias y todavía las vamos a vivir. Está por ver si el repunte económico será en V o en U, pero hay sectores que se han quedado por el camino. Se han tomado medidas que han estado bien como los ERTE, la subida del salario mínimo, la ley de los riders; y otros asuntos que siguen ocurriendo y no deberían pasar: no se ha hecho una ley para la vivienda digna, el precio de la luz es escandaloso, la ley mordaza sigue presente… Hay mucho trabajo social por hacer y mucho que incidir en la economía para tratar que todos estemos un poco más iguales.
--Y volviendo a Lorca y sus últimos días, ¿considera que hay un ambiente preguerracivilista como se dice?
--Hay una enorme tensión. Sería absurdo negar que los medios de comunicación se han convertido en un actor importante de esa tensión. No son un ente descriptor de la realidad, sino que incide y fabrica realidad y algunos contribuyen de forma activa a fomentar esa crispación con la voluntad de cambiar de Gobierno. Hay mucha polarización, pero me parece hiperbólico la referencia al guerracivilismo, no creo que estemos allí. Es cierto que el paso de un clima de tensión a un conflicto abierto es muy pequeño, hemos de tener cuidado.
--Por último, ¿la obra pasará por Cataluña?
--Sí, el segundo semestre del año que viene. Tenemos Barcelona en el otoño del 2022.
--Muy lejos, ¿no?
--Sí, falta. Pero es que el proyecto más inmediato tras presentar la obra en Madrid es empezar a rodar mi primera película como director, Los márgenes, con Luis Tosar y Penélope Cruz. Cuando termine de montar tengo una serie fuera, que será entre febrero y septiembre, y al final de ese mes, principios de octubre aterrizamos en Barcelona.
--Una agenda completa.
--Y en 2023 hacemos Hispanoamérica con este espectáculo.
--¿Nos puede avanzar sobre la película?
--Es un guion escrito por mí y que produce Morena Films y Penélope también está en la producción. Va sobre la crisis económica y cómo afecta a las relaciones personales. Son tres personajes que tienen que resolver situaciones conflictivas que van a determinar su vida en solo 24 horas.
--De nuevo, compromiso social.
--Es lo que me emociona y lo que me gusta ver, por lo que intento hacer el cine y el teatro que me gusta.
--¿Le ha perjudicado?
--Cuando uno se posiciona con determinadas cosas, hay espectadores que te querrán por ello y otros que preferirán no ver tus cosas porque les molestan tus opiniones. Y habrá autores que preferirán no tener ese hándicap. Pero no me puedo quejar. Es verdad que he trabajado mucho fuera, pero no me quejo.
--Y Lorca, por ejemplo, se posicionaba también.
--Vivimos de eso. El posicionamiento se puede hacer desde muchos ángulos, pero qué sería de España sin Lorca, Miguel Hernández o Machado, sin Valle, sin esos grandes poetas que han decidido arrojar una opinión sobre el mundo que los rodeaba. ¡No me estoy comparando, eh!
--¿Pero los echa de menos en la cultura?
--Va por épocas. Hay momentos en que el compromiso es más fácil porque raspa menos y otros, más. Estamos en uno de los últimos y se hace más hostil si se te vincula con X. Pero sigo pensando que, en general, tenemos un mundo cultural activo y vinculado con su actualidad.