OBK llevan más de 30 años en el mundo de la música. Una tarea que parecía muy complicada ya que fueron de los primeros grupos que apostaron por la música electrónica con letra y melodía.
Jordi Sánchez (Málaga, 1968) y su banda se suben este domingo en un escenario poco habitual para ellos, un teatro. Un lugar poco común para este estilo musical con la esperanza de rememorar sus grandes clásicos.
Repaso musical
Antes de subirse de nuevo a los escenarios, el malagueño charla con Crónica Directo, para hablar de los cambios en el panorama de la música en España, su apuesta por la electrónica y el reconocimiento público que le han brindado sus fans.
Fiel a sus referentes y sus propósitos, la banda admite que ahora recoge los frutos de los que sembraron en su día, pero siguen con la mente abierta a escuchar todo tipo de géneros musicales. Sí, incluido el reguetón.
--¿Qué les diría a la gente para que viniera al concierto?
--No vendo crecepelos. Si te gusta OBK, perfecto, y si tienes algún prejuicio ven y lo compruebas. Mi actitud en el escenario no tiene nada que ver con los grupos ingleses, me gusta la complicidad con el público. El directo es una de las facetas del grupo que poca gente conoce.
--¿Qué se va a encontrar el público en este concierto?
--Primero que es un sitio diferente a los que OBK suele actuar, más que nada porque la música electrónica no suele tener relación con esos espacios. Pero es un repaso a nuestros 30 años de carrera en un espacio raro, pero realmente bonito para una noche mágica.
--¿Cuál es la clave para estar 30 años en el mundo de la música?
--Trabajar. No tiene más secreto, hacer las cosas lo mejor posible. Y luego la vida te lleva por los derroteros. Es la vida en sí mismo. Para mí, esto es un juego, los creadores somos niños soñadores con esa inquietud de hacer las cosas lo mejor posible. Yo dejo que todo fluya. Ahora que ya soy mayor, me parece increíble llevar tantos años con tu pasión, tu juego y que haya gente que aún tenga ganas de verte. Es un viaje misterioso, fascinante y no quiero saber por qué. Esa ingenuidad igual haya ayudado.
--¿Cómo recuerda los inicios? ¿Siempre pensasteis en la música electrónica?
--Sí. Es la típica ilusión de adolescente que lo tiene clarísimo. Los jóvenes tienen esa ilusión de cambiar el mundo y ¡se puede! Yo estaba en mi pequeño mundo que era mi habitación, con mi teclado y mis influencias: Depeche Mode, Yazoo, Humberto Tocci… Y con la ingenuidad de pensar que en España no hay gente que haga esto y querer que salga. Es esa pasión e ingenuidad del joven, y que se dieran las circunstancias. A partir de allí, trabajar. Porque te puede pasar una vez, pero uno no vive de una canción, tenemos varios hits a lo largo de nuestra carrera.
--¿Creéis que habéis abierto una puerta a otros artistas?
--No. Todos tenemos ego. Hay que ser sincero, yo le he dado personalidad a una cosa que ya existía. Generalmente los artistas copiamos o robamos de lo que nos gusta y lo pasamos por tu filtro personal. Y así sale OBK. Depeche Mode, todo lo que hacía Vince Clark, Tocci, pero de repente, Elton John o George Michael son una amalgama de músicas que formó en mi un resultado, OBK. Mecano fue lo más tecno que había, fíjate, sobre todo Nacho Cano. Pero realmente la gente hacía pop y rock. Nosotros queríamos hacer sólo electrónica como las bandas inglesas y aquí no existía gente que le diera tanto valor a los sintetizadores. Quizás Azul y negro, pero era más instrumental. Nosotros buscamos el hit, el tema de tres minutos con una parte melódica. Esa fue la gran baza de OBK y fuimos muy visionarios al decir que la electrónica ha llegado para quedarse.
--Pero están las críticas de que es sólo tocar botones.
--Me acuerdo, pero mi primer Mac o programas eran horrorosos. Pero nos gustaba la tecnología. Y lo cierto es que yo no he estudiado música, pero gracias a la tecnología podías crearlo tocado, tocar el bajo, la batería, los teclados, las cuerdas. En ese sentido, de lo que estoy orgulloso es de que no se ha hablado de electrónica durante muchos años y si se hace es gracias a OBK.
--¿De dónde vienen las siglas?
--Es de un tema de Depeche Mode que se llama Oberkorn. Es guay saber que estás aquí porque hay gente que me ha hecho sentir cosas maravillosas. Me encantan la Casa Azul, Fangoria y tantos otros. Unos me gustan más y otros menos.
--Vais casi con el Sónar, que nació por esas fechas…
--En eso sí piensas que estamos en un país muy raro. Porque hemos tenido mucha suerte en algunas cosas, vendiendo discos y teniendo un estilo muy coherente, el techno-pop. Pero el hecho de tener un festival como el Sónar tan importante en España y… ese reconocimiento nos hubiera gustado. Y sí, me hubiera gustado formar parte del Sónar, porque gracias a OBK se ha demostrado que la música electrónica tiene público, sonaba en las radios.
--¿Cree que el añadir letras de amor y desamor ayudó?
--Siempre es así, lo importante es que el mensaje cale en la gente. Escribíamos lo que nos salía. Al principio, nos planteamos cantar en inglés, pero cuando tienes que dar un mensaje tienes que hacerlo lo mejor posible. En el primer disco, que vendió 400.000 copias, nos dimos cuenta de que a la gente joven de entonces les ayudaba. Es el desamor, el no saber, el miedo a la muerte, a ser yo… las preguntas típicas y tópicas que cualquier creador se hace. Pero el mundo del arte es tan maravilloso que cada uno lo hace de forma diferente. Es según quién, cómo y dónde te lo de. Y en ese sentido OBK dio en el clavo.
--¿Y la pandemia le ha inspirado?
--No lo sé. A mi siempre me ha gustado el lado looser de las cosas, de allí sale lo mejor, creo. Y es cierto que es algo muy jodido, pero compones cuando pasa un tiempo. No es un momento agradable, hay fatiga mental… Algo alegre no va a salir.
--¿Os ha afectado?
--Sí, yo estaba viviendo los mejores años a nivel de conciertos. Estaba en ápoca de recoger lo que has sembrado. Además, la nostalgia de los 90s, el revival ayudaba. Pintaba bien, estábamos en racha, pero bueno, estas cosas pasan.
--¿Cree que se ha gestionado bien? ¿La música ha sido la más olvidada?
--Todos nos quejamos. La música se ha parado, está claro. Pero yo soy un privilegiado y hay gente que lo está pasando peor. Yo lo que quiero es que fuéramos todos como un frente común. Las cosas ahora están medio muertas, pero todo volverá.
--Hablando del revival de los 90. ¿Qué cosas buenas y malas tuvieron los 90?
--Para mi fueron una especie de nube. Pasé de trabajar en una tienda de ropa a llenar conciertos. Yo me acuerdo de sonar en Los 40, en la época de las Olimpiadas,… todo lo que soñé de chaval se estaba cumpliendo. Para mí, fue trabajar para que ese sueño no terminara. Para mi todo fue bueno.
--¿Cómo ha visto los cambios en el mundo de la música?
--Mi primer disco salió en vinilo y en cassette y mira cómo estamos, con el streaming y las compras con bitcoins. No sé, yo sé que la música nunca morirá y hay gente que hace unas cosas maravillosas, es una nueva etapa. Esto se llama evolución. Es verdad que ahora uno piensa dónde encaja, pero es muy complicado. Pero ahora se escucha más música que nunca.
--¿Qué música le genera más interés?
--De todo.
--¿Incluido reguetón?
--Sí. Lo bonito de la vida es ser curioso y ver todo. Pero con el reguetón, el trap… A veces hay frases, detalles de producción que ya te valen, incluso aunque estén en estilos de música que no te gustan. Igual que hay cosas que son una castaña, hay cosas que me flipan, con creatividad, ingenio. Mientras más abierto de mente seas, más cosas puedes hacer.
--¿Y tras el éxito sigue viviendo en el Baix Llobregat?
--Sí. Nunca fui superambicioso en eso. Yo quería que la gente escuchara mis canciones. Para mi lo de Daft Punk es perfecto, te pones un caso y nadie te conoce. Lo intentamos. Pero en España aunque lo intentes te machacan. No queríamos salir en la portada del primer disco. Los grupos ingleses vieron que la portada y los videoclips eran claves. Nosotros hasta que no encontramos a J. A. Bayona no descubrimos que alguien podía hacer videos de calidad con nosotros.
--¿Cómo ve la situación política de Cataluña?
--Yo, como ciudadano del mundo, estoy aburrido de todo, en general. Pero soy muy escéptico con la condición humana. Lees un poco de historia y ves que volvemos a caer en los mismos errores de siempre. Esta la esperanza de que saldremos todos mejores, pero sabes que no va a ocurrir. Creo que vamos a peor. Y pasa con todo, entre la pandemia, la política… al final desconectas y eso es malísimo, porque vendrán los malos. Hemos de ser conscientes de lo que estamos haciendo. Pero sólo soy una persona más en el mundo que pide sentido común.
--¿Le han condenado las radios con el paso de los años?
--Nosotros tuvimos mucha suerte de sonar en las radios. Antes, como ahora, si no estás en el foco mediático no existes o es muy complicado. No es imposible, porque siempre hay alguien que puede aparecer y dar en la diana.
--¿Hay proyecto de gira y disco?
--Sí, pero necesito tener un material para compartir, no hacer cosas porque toca.
--Y aunque seáis ya un grupo reconocido, después de hablar tanto de Depeche Mode, ¿os gustaría tocar algo con ellos? ¿Lo intentasteis alguna vez?
--Yo lo he intentado, pero no se ha dado. Y me encantaría. Y ya ir juntos al Sónar sería cerrar el círculo (ríe).