La nueva protagonista de Sálvame es Rocío Carrasco. La presentación de la nueva serie documental de La fábrica de la tele ha chocado a propios y extraños, pero eso no supone que se hayan olvidado de otra de las famosas que más audiencia les ha dado: Isabel Pantoja.
Jorge Javier Vázquez apenas ha dicho nada frente a las cámaras pero ha aprovechado su blog de Lecturas para volver a cargar contra la cantante. Esta vez la acusa de que “nunca tiene fin ni bastante. Es insaciable en lo que respecta a la atención que ella considera que merece”.
Razón del ataque
Estas palabras y otros calificativos se los dedica tras conocer que la tonadillera ha roto su amistad con el periodista Luís Rollán, que este sábado se mostró muy decepcionado con la reacción de ella. “No me lo merezco”, lamentaba en Viva la vida.
Al catalán le ha dolido ver así a su compañero. “Todavía está en la etapa de que la quiere y que era su amiga. Está pasando por el proceso que pasa todo aquel que se acerca a ella. Dentro de no mucho tiempo se dará cuenta de que, como todos, ha sido utilizado. Y que lo que él creía que era amistad nunca existió. Al menos, de ella hacia él” adelanta.
Devoción
En opinión del conductor de Sábado Deluxe, pertenecer al círculo de la Pantoja “significa entrega absoluta, dedicación plena, no desfallecer nunca y estar siempre preparado para rebatir cualquier comentario poco agradable que se pronuncie sobre ella”.
“Parece ser que Rollán no estuvo al quite una tarde y no salió en defensa de su amiga cuando un compañero dijo algo que a la cantante no le pareció bonito. Y de ahí al destierro hay un paso”, sentencia.
Religiosidad
Este despiste o conducta del reportero andaluz, ha sido uno de los motivos por el que la folclórica lo ha tratado así. Ahora Luis, “se suma a la lista de damnificados de la tonadillera”.
“La Pantoja exige la dedicación de un sacerdocio, con la salvedad de que tus fuerzas pueden flaquear si te dedicas a Dios --somos humanos--, pero cuidado con venirte abajo”, advierte el de Badalona. Si eso sucede, para Isabel “no cabe el perdón ni el arrepentimiento”.