Vino en lata, ¿el futuro de los caldos?
Una nueva moda que surgió hace años en Estados Unidos y cuyo negocio sigue creciendo
4 mayo, 2021 00:00Desde hace un par de años, una nueva tendencia se está apoderando del mundo del vino y las bodegas. Es el caso de los vinos que ya pueden consumirse... pero en lata. Y es que aunque resulte un poco extraño para los bebedores del Viejo Mundo, podría tratarse de una opción de futuro para el sector. La idea ya está arrasando en países como Estados Unidos, donde los consumidores cada vez demandan más este formato algo más informal para consumir.
Tanto es así que, en estos últimos años, la producción de vino en lata se ha duplicado casi al mismo tiempo que el negocio ha experimentado un crecimiento millonario. En nuestro país, con amplia tradición en el sector, ya son varias las bodegas que comercializan sus bondades. Un futuro en alza y que nació con la idea de buscar nuevos consumidores entre los perfiles más jóvenes (quizá no tan acostumbrados a tomarse un vino y sí a apostar por los refrescos, las bebidas energéticas o las cervezas en este formato), así como al público asiático.
¿Cómo empezó todo?
El origen de esta moda lleva hasta el estado norteamericano de California y, más concretamente, hasta la bodega que tiene la familia Coppola en la zona. Fueron ellos los que se atrevieron a presentar un vino blanco espumoso en una lata a comienzos del año 2000. Fue bautizado como Sofía, en un claro homenaje a la hija de Francis Ford Coppola. Sin embargo, esta novedad pasó sin mucha pena ni gloria en los círculos enológicos y no fue hasta pasados unos años cuando esta idea empezó a cosechar algo más de éxito.
Y todo, gracias a su presencia en una de las ferias más importantes del sector como es ProWein, que se celebra cada año en la ciudad alemana de Düsseldorf. Fue a partir de ese momento cuando los vinos enlatados empezaron a ganar adeptos entre los más escépticos que no creían que pudiese mantenerse su sabor, su aroma y sus características en ese nuevo envase. Sin embargo, la valoración de algunos de los mejores enólogos ha dado la razón a una revolucionaria idea nacida hace casi dos décadas.
El nuevo envase
Las primeras reticencias a la hora de probar un vino dentro de una lata venían por el formato en sí. Sin embargo, tras años de pruebas se ha conseguido dar con un material que puede mantener este caldo de la misma manera que en una botella de vidrio. En este caso, lo que se usa es una lata de aluminio que en la mayoría de los casos es 100% reciclado y reciclable, y con una película interna que protege la bebida y evita el traspaso de elementos metálicos que lo dañarían. Es así como se mantienen las cualidades en relación a su sabor y aroma y no permite la entrada de luz al estar sellada herméticamente.
Además de estas características más técnicas, el nuevo envasado nada tiene que envidiar a la tradicional botella en cuanto a diseño minimalista y etiquetas sabiamente seleccionadas. Una carta de presentación perfecta para hacer de los caldos enlatados el futuro del mundo del vino para llegar a un público más amplio y tomar el vino de una forma más cómoda y en cualquier parte.
Más ventajas
Para terminar de convencer a aquellos que no ven muy claro eso de beber vino en otro lugar que no sea una copa, estas son algunas de las ventajas añadidas (a las anteriores) que apuntan los vinos en lata. Aparte de que, desde un punto de vista medioambiental, resultan más respetuosos con el entorno, tienen un menor precio --de ahí su idea de conquistar a los más jóvenes del mercado-- y destacan por su accesibilidad.
Pero hay más. Este recipiente presenta una mayor resistencia que una botella, además de mantener el vino de su interior a una temperatura ideal y contener el doble de capacidad que una copa. Por último, no es necesario tener a mano un abridor para disfrutarlo y, en este sentido, no hay posibilidad alguna de que éste se "contamine" con la enfermedad del corcho, un proceso químico que se puede desencadenar en este tapón natural. Estas son las ventajas que loan sus productores para intentar llegar a los territorios menos partidarios de este tipo de presentación. Que lo consigan, el tiempo lo dirá.