Argentina siempre ha sido una tierra de acogida. En distintos periodos históricos los españoles se han mudado a este país rico en oportunidades, recursos, belleza y naturaleza. Uno de ellos, el catalán Pablo Masllorens i Pallerols, no sólo fue allí con la intención de enriquecerse, sino que, de paso, llevó la obra de Gaudí a 10.500 kilómetros de Cataluña.
Era principios del siglo XX cuando el menor de esta familia textil se fue hacia allí. Pau, como lo conocían, no tardó mucho en montar la fábrica Olavarría 130 en Avellaneda, una ciudad a las afueras de Buenos Aires. La empresa, La Gloria, se especializó en ropa de niña y señora y triunfó. Mucho.
Del Parc Güell al Tigre
Con la empresa viento en popa, sólo le faltaba una cosa: un poco de Cataluña. Fue entonces, cuando cayó en Gaudí. El arquitecto modernista por excelencia seguía vivo, triunfaba con sus obras para los Güell y él quiso algo parecido. El arquitecto de Reus puede que estuviera fuera de su alcance, pero tenía alumnos aventajados.
Masllorens acudió a Josep Llimona, un escultor discípulo de Gaudí que le ayudó en la construcción del Parc Güell y la Casa Batlló, dos de sus mejores obras. El empresario textil quiso hacerse una casa en la zona del Delta del Tigre, una zona muy especial a escasos kilómetros de Buenos Aires donde vivía la clase alta con sus barquitas.
La Casa Masllorens
Llimona se acercó hasta el Tigre en 1922 y dejó huella. La casa que construyó impresiona a los que navegan por el delta por su increíble fachada. En su brillante blanco con acabados sinuosos en el techo sobresale un enorme ventanal de cristal, completamente circular que sobresale y deja entrar la luz natural en su diáfana sala de estar.
También colocó allí una puerta, un acceso a la sala que es de lo más espectacular. Para subrayar la belleza de esta enorme cristalera el escultor devenido arquitecto ordenó dibujar unos motivos florales en la pared que le hicieran de marco. Muy parecidos a los que aparecen dibujados en los vitrales periféricos de la cristalera central.
Quién vive ahí
La cristalera está en el mismo centro de la fachada y todos los detalles parten de ella. Así, hay unas escaleras que suben por los laterales hacia ellas. A ambos laterales de la misma aparecen dos columnas y alejadas de ellas otras dos puertas de entrada. Su belleza es tal que ha dado pie a la película de Paola Michaels titulada La casa.
La finca es de techos altos y si en su día se conocía como La Paquita, en honor a la esposa de Masllorens, Francisca Llopis, ahora pertenece a una modelo de los 90, María Mercedes López. Ella ha mantenido todo tal y como estaba.
Esculturas, monumentos y una laguna artificial
Quien pasea por el delta del Tigre todavía puede disfrutar de las vistas a esta casa gaudiniana, con toques modernistas. Aparece entre un bosque de robles y a poca distancia de un porche al más puro estilo clásico.
Adentrarse en esta arboleda no sólo da una mejor visión de la casa, sino que también permite descubrir una capilla románica a cien metros de la costa, una laguna artificial, esculturas y otros monumentos realizados con mármol de Carrara. Una obra 100% de Llimona, el escultor discípulo de Gaudí que se atrevió a diseñar esta pieza modernista única en Argentina.