La Costa Brava es territorio de artistas de todo tipo. Hacer referencia a Dalí, Ava Gardner, Frank Sinatra, Elizabeth Taylor, Kirk Douglas o Diana Ross sería solo el principio de innumerables historias. Una de ellas, acabó trágicamente, con dos muertos y una de las mejores novelas periodísticas de la historia.
A sangre fría, de Truman Capote, abrió eso que le acordó en llamar nuevo periodismo. En ella, el escritor estadounidense demuestra su talento para dramatizar una historia real que le supuso casi siete años de investigación y redacción. Un redactado que tuvo lugar, en su mayor parte, en tierras catalanas.
Una dura historia
Tras largas horas de entrevistas con Richard Hickock y Perry Smith, los dos asesinos de una familiar entera del interior de Estados Unidos, el literato quería tranquilidad para poner toda esa información en orden y darle cuerpo. El también escritor Robert Ruark le indicó cuál sería el lugar ideal: Palamós.
Desde 1960 a 1962, Capote fue yendo y viniendo a la localidad gerundense para poder escribir. Primero lo hizo en el Hotel Trias, posteriormente en un edificio cerca del puerto. Un lugar que fue del gusto del escritor que podía bajar siempre que quería a hacerse unos tragos. El problema es que no podía escribir y pidió un lugar más tranquilo.
Capote y Palamós
De aquella época en la Plaza de la Catifa, se conserva el recuerdo en forma de placa con las palabras que el estadounidense dedicó a Palamós. Unas palabras que permiten llegar a la conclusión de que no encontró lo buscaba. “Me levanto temprano porque los pescadores zarpan a las cinco de la mañana y arman tanto ruido que ni Rip Van Winkle (protagonista de un cuento de Washington Irving que se quedó dormido 20 años bajo la sombra de un árbol) podría dormir”, llegó a decir.
Ante estas supuestas molestias, dio con el lugar perfecto, la Casa Sanià. Allí no se llega fácilmente. Está en lo alto de un acantilado, coronando el camí de Ronda. Se trata de un edificio de tres plantas y buhardilla construida en 1930, por los mismos responsables de la construcción de los jardines de Cap Roig, Nicolai Woevodsky y Dorothy Webster.
El proyecto literario
Allí, en la segunda planta, rodeado de un enorme jardín que en su día fue un espléndido huerto, tenía su habitación-escritorio el mismísimo Truman Capote. Un hombre que, indudablemente, dejó su impronta en el lugar.
La familia Ferrer-Salat, que hace años se embarcaron en la Librería Finestres de Barcelona, ha visto claro que este espacio tiene algo, una novela asegura que un fantasma, que la hace especial. Serán las vistas al mar, la sencillez de su fachada, estar protegida por un enorme bosque de pinos o su pasada. Lo cierto es que es un remanso de paz donde uno puede escribir A sangre fría o cualquier otro libro.
La Casa Sanià por dentro
Los empresarios han adquirido la Casa Sanià, le han cambiado el nombre y la han convertido en la que desde hace dos años se conoce como la Residencia Literaria Finestres. Por allí ya han pasado varios escritores que han disfrutado de este nuevo templo para finalizar sus libros.
Equipada con un salón-biblioteca, tres dormitorios tipo suite, tres estudios con sus respectivos escritorios y sillas en cada uno de ellos y una cocina completamente equipada con una mesa redonda para ocho personas, sólo hacen falta tres literatos que la llenen. Y así sucede.
El fantasma de Capote
La voluntad de los Ferrer-Salat no es sólo recuperar un espacio histórico, sino ofrecer "un territorio de calma y recogimiento que acoge escritores de todo el mundo para que se puedan entregar a su arte en contacto con la naturaleza mediterránea". Allí pueden pasar un mes para desarrollar los libros que tengan en mente. Igual que Capote lo hizo en los años 60.
Por ahora, a Leila Guerrero ya la ha inspirado. La dificultad del fantasma habla precisamente no sólo de la voluntad de encontrar al espectro de Capote, sino de rebuscar en los de uno y encontrar, tal vez, la inspiración.
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