Es de sobras conocido que el Chupa Chups es de origen catalán y que simplemente la idea vino de crear un caramelo que lo pudieras usar más veces y no mancharte con él. ¿Solución? Ponerle un palo. Ahora, por aquel entonces no se llamaba así, era una simple palabra muy futbolera.
Enric Bernat, un apasionado empresario y nieto del renombrado confitero Josep Bernat, es el que tuvo esa idea que puede parecer simple, pero que hasta 1958 no se le ocurrió a nadie. Enric tomó las riendas del negocio familiar y, gracias a este detalle, lo convirtió en una empresa de éxito de fama mundial.
Mal jugado
Si la idea del palo no llegó hasta entonces, dar con el nombre y la forma tampoco fue fácil. Como el caramelo era redondo y la afición al futbol desataba todo tipo de pasiones, Bernat tiró por ahí. Quería que el nombre de su invención no solo describiera la golosina, sino que también resonara con la euforia del campo de juego. Resultado: el nuevo caramelo, lanzado al mundo en 1958, se llamaría Gol.
El problema es que algunas ideas funcionan sobre el papel, pero no en la realidad. La marca no tenía gancho, así que en 1959 se convirtió en Chups. Este fue el primer a lo que es su nombre actual.
Éxito publicitario
Se optó por Chups porque era como la gente se refería casualmente al producto. La campaña promocional hizo el resto. Como bien saben los publicistas, un buen jingle, unido a un buen eslogan, puede marcar la diferencia.
En 1963, gracias a una ingeniosa cuña publicitaria. "Chupar, chupar. Chupar un Chups", rezaba la campaña, animando a probar un Chups. A le gente se le quedó en la cabeza y no paraba de repetirlo por las calles. La conexión fue instantánea y juguetona con los consumidores.
El nombre del éxito
Fue entonces, cuando el caramelo ató su destino a un nombre que perduraría en la memoria colectiva: Chupa Chups. Los dulces de fresa, limón, naranja, cola y menta se convirtieron en un éxito. Poco después llegaría la innovación que creó un sello propio: 1965 es el año en el que los sabores de fresa y nata y vainilla y chocolate llegaron para quedarse.
La fama de este producto tan simple pero delicioso empezó a hacerse internacional. Llegó hasta el Festival Internacional de Publicidad Cannes Lions, donde en 1968 ganó el premio a mejor anuncio del año. Era el momento de un último empujón.
Dalí, Japón y Michael Jackson
Para añadir un toque artístico inconfundible, Enric Bernat buscó la colaboración del renombrado artista catalán Salvador Dalí para diseñar el logotipo de Chupa Chups. La resultante obra maestra, con sus colores vibrantes y estilo distintivo, es la que perdura hasta hoy.
Resumir la historia hasta hoy sería extenderse demasiado, pero está lleno de casualidades, éxitos y fracasos. Uno muy curiosos, sucedió en 1977, cuando quisieron ponerle dos palos al dulce para su entrada a Japón. Mal plan, rectificado a tiempo. El palo simple se impuso en el mundo, logró ser el patrocinador de los conciertos de Michael Jackson y su gira del disco Bad, empezó a crear juguetes relacionados con el caramelo y se expandieron por el mundo. Nunca un palo dio para tanto e hizo feliz a tanta gente.