El cambio climático causa estragos en Cataluña. Desde la entrada del otoño, cada fin de semana las costas catalanas han visto como la gente acudía sin cesar. Playas llenas como si fuera el mes de mayo y bañistas que no dudan a remojarse para combatir el calor.
Esto también ha afectado mucho a las actividades que se llevan a cabo en medio de la naturaleza. Las rutas de trekking están de moda en otoño, pero las casas rurales y agencias de actividades por la montaña ven que el volumen de gente que se acerca es menor. O tiene otros intereses.
Actividades de montaña
Si lo normal en esta época del año es hacer rutas por la montaña, los amantes del rafting se atreven a bajar por las aguas heladas de los ríos a pesar de estar en el mes de octubre. A eso se le suman las visitas, incluso baños en las piscinas naturales.
El lado negativo es que las pistas de esquí cada año sufren más. El geógrafo y meteorólogo Roger Solé ya advertía la temporada pasada que “la nieve no es un futuro seguro” y este año las cifras lo confirman.
Deporte en la playa
Las esperanzas están puestas a finales de noviembre, pero temen que tengan que tirar de nieve artificial y que la temporada se quede corta. No son pocas, las pistas que tratan de ofrecer rutas por sus pistas y fuera de ellas para descubrir los secretos de los Pirineos. Reciclarse o morir.
La otra cara está en la playa. Los patinetes y los chiringuitos alargan temporada y tienen clientes durante más tiempo. Eso sin contar con las escuelas de surf y los amantes de este deporte. Y quien dice surf, dice vóley o fútbol playa. Aventuras y deportes adaptados al cambio climático. Mientras, los buscadores de setas, siguen en horas bajas.