Cataluña tiene una isla y está habitada. No está en el Mediterráneo, sino en medio de un río. Y sí, uno puede visitarla y alojarse allí. La experiencia se garantiza inolvidable.
Para llegar a la isla no hace tomarse un ferry, pero sí un barco o, si se prefiere, tomar una piragua o kayak y acercarse hasta allí. El coche se deja en Riumar, a poca más de una hora en coche de Tarragona, en medio del parque Natural del Delta del Ebro. Y de allí uno cruza a la Isla de Buda.
Historia de la isla
Esta particular isla de cinco kilómetros de largo y 1.000 hectáreas de extensión se formó a partir del siglo XVIII a partir de los sedimentos del río. Con el paso del tiempo fue atrayendo a la población, hasta contar con 200 habitantes durante los años de la Guerra Civil, cuando se convirtió en un refugio ideal. Ahora, sólo viven dos matrimonios.
De todos estos años todavía se mantienen varios edificios, una capilla, viviendas de la época y hasta una masía rural del siglo XIX, reconvertida en hotel. El edificio más actual tiene medio siglo.
Qué hacer
Hablar de rural, en la Isla de Buda, es realmente hablar de trabajo en el campo. Claro que el visitante puede disfrutar de sus playas, de un paseo a pie o en bici o de la pesca deportiva, pero también puede participar de la vida local.
Los responsables del hotel-masía rural dan la posibilidad a sus huéspedes de participar en las labores típicas. Quien lo desee puede meter los pies en los arrozales y vivir la vida agrícola. Si uno es más de la pesca, también puede participar de ella. Agroturismo 100%.
Dónde alojarse
El hotel lo tiene todo. Para empezar, es un lugar histórico. Es la masía del siglo XIX de estilo valenciano con capilla incorporada con tres pisos y capacidad para 26 personas. Garantía de un turismo sostenible.
El alojamiento cuenta con 14 habitaciones, cinco en la planta baja, seis en el primer piso y otras tres en la alcoba. Ninguna de ellas tiene baño, hay dos completos en la planta baja, otros dos (pero sólo uno completo) en la primera, y el último piso repite la estructura anterior.
Qué ver
El único lugar donde no hay cocina es en la alcoba que sólo tiene un salón y una colección de aves museizadas. Sí hay cocina en las dos plantas inferiores, la de la primera con despensa. Allí mismo hay un salón-comedor y una sala de estar, abajo sólo hay un comedor.
Todo en un entorno completamente natural, alejado del mundanal ruido. Los frondosos bosques de ribera y los campos de arroz protegen de todo, claro que también alojan culebras de collar y galápagos. En las lagunas se avistan aves salvajes en busca de refugio, y en la costa, con playas de dunas, se pueden ver todo tipo de peces. Un paraje incomparable.
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