¿Por qué el árbol de Navidad le comió terreno al Belén?
Aunque su origen es nórdico, el abeto navideño se ha extendido por todo el mundo hasta llegar a nuestro país
11 diciembre, 2020 18:55Cada año por estas fechas los hogares de nuestro país se llenan de adornos navideños, destacando por encima de todos el tradicional árbol de Navidad y el clásico Nacimiento o Belén.
Durante siglos, los belenes han sido los más habituales en los hogares españoles. Tanto es así que los principales puestos en los mercadillos navideños que había por las diferentes ciudades y pueblos vendían todo tipo de figuritas que ayudaban a conformar un bonito Nacimiento.
El árbol manda
Sin embargo, en las últimas décadas el árbol de Navidad le ha comido el terreno y se ha convertido en el principal adorno de la mayoría de los hogares. No hay una razón clara para explicarlo más allá de la comodidad y la facilidad a la hora de montarlo, además, claro está de que es un elemento mucho más visto en las películas estadounidenses, pues se trata de una tradición de origen nórdico.
Así pues, muchas familias no dudan en comprar un árbol --generalmente artificial-- y adornarlo con bolas, espumillón, estrellas y luces. En cambio la dificultad que entraña encontrar un hueco considerable para montar el Belén de una manera atractiva es mucho mayor, además de que las figuritas suelen ser bastante más caras que las bolas.
Dioses nórdicos contra romanos
Aunque ambas opciones forman parte de la tradición cristiana, lo cierto es que ambas se basan en elementos paganos anteriores a la llegada del cristianismo. Por un lado, los árboles de Navidad provienen de la tradición nórdica de adornar un árbol que simbolizaba a Yggdrasil, --valga la redundancia, el árbol de la existencia--, en cuya zona más alta se situaba la morada de los dioses: Asgard.
En cuanto al Nacimiento, la tradición de colocar figuritas se remonta a la costumbre romana de darle forma a los lares o dioses domésticos, de manera que eso se convertiría en la representación que conocemos hoy en día, donde se puede observar el momento en que nació Jesús de Nazaret.
El origen del árbol de Navidad
Volviendo al origen del árbol navideño, se remonta al momento en que los pueblos nórdicos son evangelizados. Cuenta la tradición cristiana que fue San Bonifacio el que en Alemania cortó un árbol Yggdrasil y en su lugar puso un pino --de hoja perenne--, al que adornó con manzanas que simbolizaban el pecado original y con velas que mostraban la luz que Jesucristo arrojó sobre el mundo en el momento de su nacimiento.
Esa costumbre se popularizó y las manzanas se terminarían convirtiendo en las habituales bolas --de hecho, esa es la razón de que las más populares sean las de color rojo--. Además, otra de las razones que han hecho a los árboles de Navidad el adorno por antonomasia es que a sus pies se depositan los regalos, primero de Papa Noel y después de los Reyes Magos, algo que no sucede con los belenes.
El árbol, se desplaza al Sur
Cabe señalar que la costumbre de los árboles de Navidad no llegó a España hasta el año 1870, cuando lo introdujo en la alta sociedad una princesa rusa Sofía Troubetzkoy tras casarse con el aristócrata José Osorio y Silva, marqués de Alcañices. A partir de ese momento se fue extendiendo de tal modo que hoy en día es extraño ver un hogar sin uno. Por aquel entonces el Nacimiento ya era un clásico de la época navideña.
No en vano, en el sur de Europa se montaban belenes desde 1223, cuando San Francisco de Asís creó el primero en una cueva cercana a la ermita de Greccio (Italia). Partiendo desde la península Itálica, esta práctica se extendió poco a poco --aunque ya se habían venido haciendo representaciones de la escena de la llegada de Jesús al mundo-- de tal modo que en el siglo XV ya había una fábrica de figuras en París (Francia). Es más, el primer taller belenista de la península Ibérica se puso en marcha en la localidad madrileña de Alcorcón en el año 1471.
Auténticas obras de arte
A partir de entonces se han montado nacimientos de todo tipo, llegando a crearse auténticas obras de arte. Precisamente eso es lo que frena a muchas familias, quienes en su afán de montar un Belén que merezca la pena, se frenan y optan por el árbol.
Cabe señalar además que cada región tiene sus particulares detalles en los nacimientos, como es el caso del típico caganer que debe estar presente en los catalanes.