Barcelona es el quinto startup hub europeo. Entre 2015 y 2019 se han cerrado 326 rondas de financiación por un valor de 2.748 millones de euros. El ecosistema catalán cuenta con más de 1.500 empresas emergentes y ha experimentado un crecimiento del 38,5% en cuatro años. Asimismo, el 43% de las startups tienen como modelo de negocio el e-commerce y el marketplace.

Sin embargo, no todas las startups son de carácter digital. En España, en general, y en Cataluña, en particular, hay startups industriales que esperan con sus prototipos mejorar varios sectores. Según la aceleradora IQS Tech Factory, en todo el país puede haber algo más de 300 empresas emergentes industriales. Y su ratio de supervivencia es mucho mayor que el de las digitales.

Diferencias

Equipo de ABLE Human Motion, creadora del primer exoesqueleto ligero, asequible y fácil de usar / LINKEDIN

El CEO de IQS Tech Factory, Oriol Pascual, asegura a Crónica Global que la aceleradora ha dado apoyo en cinco años a unas 62 start ups y que apenas cuatro han desaparecido. “Las startups de carácter industrial tienen un ratio de supervivencia mayor que las digitales. Existen más barreras para entrar en el ecosistema, pero cuando se consigue, estas start ups van a por todas. Además, cuando algo es tangible es más fácil ver si funciona o no”, añade.

Una start up industrial es, en palabras de Pascual, una empresa nueva de base científico-técnica que involucra algún tipo de proceso productivo. “Sus productos son físicos y sus dinámicas diferentes”, detalla. Así, una start up industrial requiere de unos tiempos de desarrollo mayores, si se compara con una digital, necesita más capital porque tiene que hacer prototipos, probarlos...; y está sometida a unas cuestiones regulatorias para poner el producto en el mercado. “A una start up industrial le cuesta mucho más que a la digital conseguir financiación”, subraya Pascual.

ENGIDI, diseñadores de un 'wearable' que se sitúa dentro del casco y monitoriza la seguridad de los trabajadores del sector industrial / TWITTER

Más apoyos 

Aunque en una primera fase estas start ups pueden conseguir financiación pública, una vez se ven inmersas en el proceso de industrialización, es decir, una vez ya está hecho el prototipo y toca crear 5.000 unidades más, “ya no hay vehículo público ni privado que financie esto”, lamenta Pascual. Y, a pesar de ello, estas start ups sobreviven y no mueren por el camino.

Por eso, la incubadora IQS Tech Factory intenta acercar este tipo de start ups a los fabricantes locales --unos 7.000--, gracias a un acuerdo que tiene con ocho ayuntamientos del Vallès, para que les resulte más fácil encontrar proveedores de componentes y llevar sus productos al mercado.

No obstante, eso no es suficiente. Pascual pide a las administraciones “que ayuden a alinear a los agentes y que el Estado invierta y coja participaciones de empresas de base científico-técnica”. “Tenemos conocimiento científico, pero nos falta saber traducirlo en soluciones prácticas en el mercado y eso es una parte que también hay que trabajar”, concluye.