El poeta Enric Casasses, ganador del Premi d'Honor de les Lletres Catalanes / EP

El poeta Enric Casasses, ganador del Premi d'Honor de les Lletres Catalanes / EP

Creación

Enric Casasses: cuando la poesía increpa al mito

Ganador del premio que otorga Òmnium Cultural, es la voz del poeta militante

28 febrero, 2020 00:00

Ya es leyenda. Una vez más, el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes pilla de sopetón al ganador que, en esta 52 edición, recae en la figura de Enric Casasses. Después de publicar El nus i la flor (2018), ganadora del Premio de la Crítica, Casasses está trabajando en un ensayo sobre Paganini y Gaudí, y en un poemario de agitación bajo el título de La policia irà de bòlit; un material incandescente este último, que el autor confiesa haber escrito con el mono puesto de estar viviendo en un mañana de la Cataluña independiente. Es la voz del poeta militante. Y sí, ha ganado un premio que otorga Òmnium Cultural, y Casasses juega en casa. 

El Premio se hizo público este jueves en un encuentro con la prensa en el Espai l’Horiginal, un centro dedicado a la creatividad. Como es bien sabido, Casasses está muy vinculado a Òmnium y es amigo personal del presidente de la institución civil, Jordi Cuixart, al que le comunicó personalmente el galardón. En su mundo, el poeta se soltó; no podía ser de otra forma: “La cultura es un arma poderosa contra los que nos quieren silenciar”. Casasses destacó que Cuixart lleva 864 días injustamente en prisión.

Ocupado en Verdaguer

La obra de Casasses es extensa e inclasificable; él se autoproclama juglar pero rechaza ser un rapsoda, porque se siente lejos de la letra muerta. Ha publicado una treintena de poemarios así como traducciones de Blake, Gérard de Nerval o Max Aub, aparte de ensayos y ediciones comisariadas por él de dos extremos opuestos que enriquecen las letras catalana: el casi ágrafo Francesc Pujols y la cumbre de nuestro romanticismo, Jacinto Verdaguer.

Que un autor de ruptura, acostumbrado a dejar las fronteras a sus espaldas, como Enric Casasses, se ocupe ahora de Verdaguer nos revela el deseo de recuperar los tonos épicos en las obras de creación. Con su nombre reverberando con fuerza en el acervo del público lector, Casasses ofrece una unión de pasado y presente de indudable mérito, pero de dudosa puntería. Vuelven l’Atlantida y  Canigò de mossen Cinto; la poesía increpa al mito y el mito reencuentra la invención.

Elite intelectual

Pero en Casasses, el logro se aleja de la forma clasicista que pregonó el noucentisme, y que alcanzó Carles Riba en obras como Salvatge cor o en la célebre traducción de Kavafis, encargada en su momento por la editorial Bernat Metge, fundada por Francesc Cambó y Joan Estelrich.

Enric Casasses ha bebido a sorbos continuados del catalanismo reformista de sus mayores. Pertenece a un sector de la élite intelectual del país que siempre quiso más en imaginería y ciencia o en humanidades y letra; germinó en un mundo que trataba de fusionar ambos espacios y que, sin embargo, ahora se cae a trozos, malvendido por la versión etrusca de los líderes del procés. El insensato edificio político que lo cobija acabará desapareciendo; no obstante, su poesía permanecerá, en la huella indeleble de la letra.

Endogamia química

El padre de Enric, el químico Casasses i Simó pertenece a la generación rompedora de los laboratorios farmacéuticos catalanes de raíz familiar, entre los que destacan Joan Uriach o Vila-Casas, así como Pere Puig Muset, conocido como  el apóstol de los farmacólogos, o de numerosos científicos; todos ellos con trayectoria académica a sus espaldas y empresas de vanguardia sobre sus hombros; miembros de la endogamia química catalana --germen del Instituto Químico de Sarrà-- a la que pertenece la madre del poeta galardonado, Pepita Figueras i Cros, enclave del origen francés (alrededor de Amadeu Cros) que trajo a España la química profunda de los derivados del petróleo. Casasses i Simó fue miembro del jurado del Premi d’Honor de les Lletres y presidió el Institut d’Estudis Catalans.

Hace pocas horas, tras conocer que había ganado el premio, el poeta manifestó con sorna que se siente patumizado (convertido en patum) y reivindico con rigor que se une a la pléyade de casos únicos en la creación de poesía y literatura catalana. Enric ha desplegado su obra por ámbitos muy diversos del mismo modo que ha vivido en diferentes sitios, como Montpellier, Nottingham, Berlín o Barcelona. No es el primer itinerante; las dos últimas ediciones del Premi d’Honor llevan el sello de la vanguardia poética: en 2019 recayó en Marta Pessarrodona, poetisa y ensayista absolutamente original, que incorpora en su memoria la rima rompedora del que fuera su compañero sentimental hace muchos años, el inimitable y malogrado Gabriel Ferrater.