Llàtzer Moix

Llàtzer Moix

Creación

Llàtzer Moix elige la Villa Savoye

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Supongo que a cualquier lector de periódicos catalán le sonará el nombre de Llàtzer Moix (Sabadell, 1955), y quizá habrá leído muchos de los artículos o las columnas de opinión que ha publicado en La Vanguardia, donde fue redactor jefe de cultura durante dos décadas. Luego pasó a subdirector y editorialista, y todavía colabora con el rotativo de vez en cuando.

Creo que su criterio invariable de sensatez y atención en la valoración de los acontecimientos culturales, de convicciones claras pero siempre manifestadas respetuosamente, dejó huella en la sociedad --pues al fin y al cabo ese rotativo ha sido, quizá todavía es, una especie de “conciencia colectiva” o “intelectual orgánico” catalán, como se dice que El País lo ha sido para España--.

Y desde luego fue un ejemplo a seguir por quienes durante alguna época corta o larga trabajamos a sus órdenes o en su órbita. Yo mismo atesoro algunos recuerdos de su forma de trabajar, su forma de saber esperar, sin apresurarse, a que la noticia cuajase, saber esperar al momento. Quizá debería explicarlos en las facultades de periodismo. Pero lo viví en el ejercicio de la profesión, en la redacción de la calle de Pelayo, sería indiscreto contarlo.

Simultáneamente, Moix ha ido publicando varios libros, en dos líneas temáticas: en una, ensayos biográficos o directamente biografías de personajes que le han parecido valiosos y sintomáticos de nuestra época: el dibujante Javier Mariscal, como representante y figura más destacada de un underground barcelonés que se incorporó a la modernidad del 92.

Tom Sharpe, el autor de las novelas de Wilt, como humorista británico descacharrado y delirante, heredero de los Waugh y Wodehouse. Eduardo Mendoza, el novelista prototípico de la ciudad de Barcelona en diferentes épocas históricas –o gran novelista barcelonés, a secas--. En esta línea no ha publicado más libros, y pienso yo si no será porque no hay tantas personas que admirar…

La otra línea son libros de divulgación y explicación de la arquitectura, todos a la vez rigurosos y entretenidos. La ciudad de los arquitectos (sobre la transformación arquitectónico-urbanística de Barcelona); Arquitectura milagrosa (sobre la locura de las ciudades españolas por lucir un edificio faraónico y transformador, al estilo del “Gugenheim” de Bilbao).

Queríamos un Calatrava (análisis crítico de la obra, la trayectoria y las maneras del famoso arquitecto valenciano). Y Palabra de Pritzker, una serie de entrevistas en profundidad que sostuvo, a lo largo de los años, con todos los profesionales que habían sido distinguidos con el “nobel de la arquitectura”. Un espléndido contador de la arquitectura.

Sabiéndolo yo, no me ha extrañado mucho que cuando le he pedido que elija la obra de arte contemporáneo –para entendernos: de Duchamp hasta aquí— que más le interesa o más tenga en la cabeza ahora, no se decantase por un óleo ni una escultura ni un vídeo ni una performance sino por un edificio.

Villa Savoye

Villa Savoye Falvio Bragaya

Esto es lo que me ha escrito: “Elijo Villa Sovoye. Porque… dicen de Le Corbusier que aspiró a construir para el hombre moderno hermosos poemas habitables. No debían pensar, quienes eso dijeron, en sus planes urbanísticos que querían arrasar París. Pero quizá sí en una obra como la Villa Savoye, en Poissy, donde exhibe sus revolucionarios principios, definitorios de la arquitectura del siglo XX, y acaricia el ideal de la casa concebida como máquina creadora de felicidad.”

Interior de la villa

Interior de la villa Ken Maccown.

Poissy es un suburbio de París, y esta villa de grandes espacios abiertos, de ventanas inmensas, encargada a Le Corbusier (1887-1965) por una familia acaudalada –en 1929, el mismo año según creo recordar que la familia Tugenhadt encargaba a Mies van der Rohe su también famosa y rupturista villa en Brno-- fue precursora de ideas y soluciones espaciales hoy ya perfectamente asumidas y practicadas.

A pesar de que la casa, basta ver estas fotos, sí parece una “máquina creadora de felicidad”, los Savoye no quedaron muy contentos de su nueva vivienda: quizá porque la artesanía y albañilería de la época no estaba al compás de las visiones del arquitecto, había humedades, goteras, problemas técnicos, y amenazaron a Le Corbusier con llevarle a los tribunales. La casa fue abandonada y sufrió un largo proceso de decadencia, hasta acabar casi en la ruina. Fue el mismo Le Corbusier el que se empeñó en recuperarla para que sea, como es hoy, centro de peregrinación de los aficionados a la arquitectura.

Sobre esto siempre recuerdo una frase que dijo en clase Valverde: “El hombre no tiene solución, porque se le ofreció una arquitectura a su medida y no la ha aceptado”. No se extendió más y pasó a otra cosa, a hablar de Machado seguramente. ¿A qué se referiría cuando hablaba de una “arquitectura a la medida del hombre”? ¿A casas como la Villa Savoye?