Entrevista Guillem Clua

Entrevista Guillem Clua GALA ESPÍN Barcelona

Creación

Guillem Clua: "La dramaturgia catalana está en un buen momento, pero no tenemos el apoyo de los teatros públicos"

El dramaturgo y guionista catalán regresa al teatro de Barcelona con 'Mort d'un comediant'

Publicada
Actualizada

Noticias relacionadas

Hace una década, el nombre de Guillem Clua era sinónimo de teatro de calidad. Desde hace unos años también lo es de series y de cine. Forjado en los culebrones diarios de TV3, el dramaturgo catalán se labró su futuro con esfuerzo, teniendo un pie en cada lado y con limitado apoyo. Aunque asegura que menos del que tienen algunos ahora.

El creador de Smiley reconoce ser un afortunado, disfruta del éxito de la dramaturgia catalana contemporánea y de su cine, pero ve poca iniciativa por parte del sector público. Él, que estrenó allí Justicia, con el que ganó el Premio Nacional de Literatura Dramática, ahora recorre las salas del teatro privado de Barcelona y de Madrid. Pasó con la citada obra que arranca este párrafo, pero también con La golondrina y, desde finales de marzo, con Mort d’un comediant, en el Teatre Romea.

A pesar de estar ocupando con sus guiones para series y cine habidos (el éxito de la adaptación cinematográfica de Los renglones torcidos de Dios es, en parte, fruto del guion que realizó) y por haber, siempre encuentra un hueco para seguir con el teatro. Lo ama y buena prueba de ello es este título con claras referencias a Arthur Miller.

Esta obra está repleta de textos de teatro, porque el personaje principal, Llorenç Cardona (Jordi Bosch), es un retirado actor que se expresa a través de textos teatrales clásicos. Con ellos se protege y a la vez se abre, muestra su pasado, sus debilidades. La máscara parece desnudarle, como los textos de otros revelan las afinidades, pasiones y preocupaciones de su autor, Guillem Clua.

Entrevista Guillem Clua

Entrevista Guillem Clua GALA ESPÍN Barcelona

¿Cuál fue la semilla del texto? ¿La voluntad de escribir un canto al teatro? 
Sí, fue una necesidad de escribir sobre el teatro, sobre el hecho escénico. Lo que estuve mucho tiempo pensando fue desde dónde hacerlo. Cuando encontré la clave de hacerlo a partir de la interpretación y del mundo del actor, me puse. Pero ya hacía tiempo que tenía ganas de reflexionar un poquito sobre qué significa la ficción, sobre cómo transformamos nuestras identidades a través del teatro, tanto como autores, como actores participa y qué implica esa gran mentira que todos asumimos como verdad.
A partir de allí debía traducirlo en una historia que fuese  interesante, que enganchase y que a la vez emocionase. Todos esos elementos, al vehicularlos a través de la figura del actor, cogieron mucho más cuerpo. 
¿Comparte como dice su protagonista que a través de esas interpretaciones también se puede ver a la persona que hay detrás?
Sí. El personaje de Llorenç Cardona dice cuando interpretamos nuestro propio papel es muy fácil ocultar cosas, pero pídele que interprete otro y entonces descubrirás todos sus secretos, y yo eso lo creo firmemente. Lo veo con los actores, cómo juzgan a los personajes que interpretan, qué problemas tienen para abordar ciertos temas que en su vida normal no afrontan, pero cuando los abordan ves cosas del individuo. Es fascinante cómo, a veces, te pones una máscara, pero en realidad te estás quitando la tuya propia.
Eso lo hacemos todos en el día a día. Al final, de alguna manera, todos interpretamos papeles. En eso consiste formar parte de una sociedad, interpretar diferentes papeles a lo largo de tu día a día y de tu vida. Y, cuando nos vemos obligados a interpretar un papel que no estamos acostumbrados a interpretar, se pone en duda nuestra propia identidad y nos preguntamos quién somos, por qué hacemos esto, qué consecuencias tienen nuestros actos en sociedad… Se derivan muchísimas cosas solo de las máscaras que nos vamos poniendo. 
Entrevista Guillem Clua

Entrevista Guillem Clua GALA ESPÍN Barcelona

Eso lo dice de los actores, ¿pero se podría decir también de los autores? ¿Podemos ver a los dramaturgos a través de sus personajes?
Sí, claro. La obra tiene un vínculo directo con la identidad, la ideología y la esencia de cualquier autor. Quien diga que no es así, miente. Yo no puedo crear desde fuera de mí, creo desde el yo.
Con eso no quiero decir que las historias sean autobiográficas, para nada. El posicionamiento ético y estético que tomas cuando decides contar una historia, cómo decides contarla y las consecuencias que eso tiene en la gente que la ve, es indisociable de quién eres.
Por eso no me extraña la polémica cuando se habla de separar obra de artista. Yo soy incapaz de separar obra de artista. En el momento que yo conozco a la persona, al artista, o sé de qué pie cojea, me es muy difícil apreciar entonces el valor de la obra. No soy capaz. 
¿Pero la persona quita más o menos valor a la obra?
No digo que tengan más o menos valor, a mí me interesa más en lo subjetivo. No negaremos nunca que una persona terriblemente problemática pueda hacer una obra maestra. Pero en el momento en que lo sabes todo, ves las historias desde otro punto de vista. Y a partir de ahí tú decides si la quieres ver, si no, si la disfrutas, si no, si te afecta o no. Pero es que es indisociable. 
Entrevista Guillem Clua

Entrevista Guillem Clua GALA ESPÍN Barcelona

Y si uno se muestra tanto a través de la ficción. ¿Por qué se está viendo desplazada por la autoficción? 
No, yo no creo en ese silogismo de que haces autoficción para enmascarar cosas, pero, hay modas. Siempre hay modas, cosas que de repente son populares o que el público considera más atractivas y eso hace que se generen más obras similares. Yo no entro a juzgarlo. A mí me interesa mucho el campo de la autoficción. A veces hay obras de autoficción excelentes y hay otras que son peores. Es como me toquen. Pero yo sí que tengo un concepto de la ficción muy amplio.
Yo estudié periodismo y trabajé de periodista durante 10 años. Yo tenía la sensación de que escribía ficciones cuando escribía una noticia. Porque la objetividad no existe. Entonces, desde el momento en que yo decido contar esta historia desde este punto de vista, dar voz a estos testimonios y narrar una historia, estoy ficcionalizando una realidad, pasada por el tamiz de mis ojos y de mi ideología y de las intenciones del medio de comunicación para el que trabajo. Eso, por definición, es ficción. Que se considera no ficción porque tiene elementos anclados en la realidad.
Digamos que el porcentaje que hace que una cosa sea ficción o no lo sea, yo no sé cuál es, para mí cualquier reinterpretación narrativa de una realidad es ficción. La esencia, los ladrillos con los que he construido ese edificio son los mismos. 
Entrevista Guillem Clua

Entrevista Guillem Clua GALA ESPÍN Barcelona

Sus cimientos son la realidad y, como dice, usted mismo y sus preocupaciones y, en esta obra, como en cualquier otra suya, hay un tema que se repite: la identidad. ¿Qué importancia le da?
Mira, no es algo que planee. Esas cosas pasan, pero sí que es verdad que la identidad ha estado presente en muchas de mis obras: Justicia, L’Oreneta... Y es algo que me ronda mucho la cabeza: quiénes somos, quién eres para ti mismo y tu propia individualidad, pero sobre todo quién eres en relación con los otros, ya sea en relación a tu familia, a tu contexto social inmediato, para una sociedad en general. Eso es algo que me apasiona y que es una de las muchas cosas que dan sentido a nuestras vidas. 
Una de las claves de la felicidad de una persona es ser consciente de qué identidad tiene y mucha gente no la tiene, sobre todo en un momento en que se quieren borrar identidades o que hay gente que considera que unas identidades son contradictorias con otras. Yo siempre creo que las identidades se solapan entre ellas mismas, incluso pueden llegar a ser contradictorias y sobrevivimos a base de gestionarlas.
Eso que somos y eso que queremos ser individualmente y como sociedad pasa por la autoconciencia absoluta de las diferentes capas identitarias que nos definen como personas y como pueblo. 
Claro, pero muchas veces también acaban siendo barreras.
Hay unas barreras que son un campo de cultivo, pero acaban siendo barreras. Podemos gestionar las identidades a favor o en contra. Es decir plantearse que uno deben ser rechazados porque no son como yo o definirnos por todo lo contrario, como una parte de una sociedad diversa que se entiende, se respeta y aprende a vivir en comunidad para hacerlo mucho mejor.
En la obra también están estos personajes.
Sí, evidentemente. Son extremos opuestos de un eje identitario, pero porque ahí está la fuente de comedia. Una comedia funciona mejor con una extraña pareja. Pero, como suele pasar en mis obras, los extremos se reconocen y aprenden a avanzar juntos.
Entrevista Guillem Clua

Entrevista Guillem Clua GALA ESPÍN Barcelona

Sí, pero todas sus comedias tienen un poso muy dramático.
A mí me gusta mucho estar jugando a la pelota entre la comedia y el drama constantemente, y, sobre todo en mis últimas obras, el cambio de comedia-drama es muy abrupto, muy arriesgado, es como soltarle un tortazo al público cuando se está riendo y decirle que hay que llorar. Pero porque cada vez tengo menos pudor a la hora de apelar los sentimientos. 
Mi obra siempre ha sido muy emocional. Se me ha criticado mucho por ser melodramático, Y lo acepto, porque lo soy, y no me da miedo serlo. Porque al final, si yo no me emociono escribiendo una escena, si no se me remueven cosas por dentro mientras la estoy escribiendo, es que no estoy llegando donde tengo que llegar. Y si después, cuando veo a los actores haciéndola, no me emociona, es que algo no está bien, no está en su sitio. 
Yo no puedo escribir desde la distancia, desde el análisis puro. Yo necesito emocionarme. Por eso me interesa muchísimo esta frontera entre la comedia y el drama, es donde pasan las cosas. En realidad la vida es así y el teatro debería intentar parecerse lo máximo posible a la vida, no en la forma sino en la esencia. Y la esencia es eso: el contraste, la mezcla, el caos, la emoción, la contradicción constante. Y el teatro puede asumir todo eso porque es un espacio de libertad brutal. Es el último espacio de libertad que nos queda, seguramente. Donde podemos hablar de todo, donde podemos imaginar cualquier cosa, donde podemos hacer que dos personas diametralmente opuestas acaben amándose o destruyéndose en un escenario y nadie salga herido.
Por eso no entiendo el teatro ni la ficción si no emociona. Evidentemente, todos mis textos tienen una carga política, social o de compromiso,mayor o menor, pero no me da vergüenza hacer reír y llorar. Es más, creo que es necesario porque la tesis de mi obra o las preguntas que yo planteo han e llegar cuando te tocan la patata. Porque si ya ha pasado a través del espectador y no ha tocado su alma de ninguna manera, cuando salga del teatro a los cinco minutos estará hablando de otra cosa. 
Entrevista Guillem Clua

Entrevista Guillem Clua GALA ESPÍN Barcelona

A pesar de todo, las comedias no siempre son muy bien vistas las obras que tocan en exceso la emoción. 
Mira, eso de que las grandes obras del teatro universal no apelan a la emoción es una falacia. Sí, existe Brecht y el teatro postdramático. Está muy bien que exista, pero que esta minoría se la considere alto teatro o alta cultura y que el resto de obras que apelan a los sentimientos no, me parece muy ignorante. Además, viene de un lugar muy intelectualizado, muy rancio, tirando incluso a lo patriarcal, porque siempre son señores mayores, de cierto perfil que consideran que la emoción es debilidad, es hacerlo fácil, es femenino. 
Hablando de debilidades, el personaje de Llorenç tiene un conflicto con el fracaso o con la idea del éxito. ¿Corrompen esas ideas?
No creo que ninguna de las dos cosas corrompa por sí misma, al final todo es cómo lo gestionas. Pero sí que es verdad que es muy saludable fracasar unas cuantas veces antes de triunfar. Sea lo que sea, lo que consideres éxito. A ver, el fracaso es una mierda y una putada, y a veces no aprendes nada, lo importante es cómo gestionas eso. 
Creo que tienes una relación mucho más sana con el éxito si has fracasado unas cuantas veces que no si has tenido siempre éxito, porque tienes una escala de valores diferente, relativizas mucho más todo lo que te viene dado y sabes que es finito, que se acaba. 
Bueno, pero a usted pocos fracasos se le conocen. Está en la cresta de la ola.
Pero es un espejismo. O sea, no me puedo quejar, soy un privilegiado. En este momento mis obras están en todas partes. Si quiero estrenar algo lo estreno. Se me está solicitando mucho para hacer series y películas, y es estupendo. Pero eso es la punta del iceberg de todo un proceso de muchos años de trabajo, como todo el mundo, pero yo ahora todavía estoy gestionando fracasos. Lo que pasa es que de los fracasos no hablamos. Fracaso significa escribir un guion que no se haga, escribir una película y que se caiga, o que estés trabajando en una serie y no funcione. Eso sigue pasando. Y es muy saludable decirlo. Seamos realistas. Lo que pasa es que claro, nadie te hace la pregunta.
Entrevista Guillem Clua

Entrevista Guillem Clua GALA ESPÍN Barcelona

Bueno, que no se diga, ¿qué fracasos has tenido últimamente? 
He tenido, pero, claro, cuesta decirlo. Cuando vendemos nuestras creaciones, no muestras la trastienda, pero lo haces teniendo presente que están ahí y aprendiendo.
Por último, no quiero dejar pasar un comentario que Llorenç suelta que el libro recopilatorio de la dramaturgia catalana se puede no guardar. ¿Un dardo a alguien? ¿Al público? ¿A las salas?
Es un gag. Tampoco es una cosa de falsa modestia. Yo siempre digo que a mí pasar a la posteridad o no me importa en absoluto. Yo quiero hablar del ahora, del aquí, del siglo XXI.
El tema es que hay muchísima gente que escoge y prefiere no ser consciente de que los grandes clásicos del mañana se estrenan hoy, y que tenemos que aprovecharlos y favorecer que se estrenen estos textos de hoy. Porque si solo se estrenan tres, es posible que de aquí a cien años no haya ninguno, pero si se estrenan trescientos, sí. Entonces, el equilibrio debe mantenerse, evidentemente.
Entrevista Guillem Clua

Entrevista Guillem Clua GALA ESPÍN Barcelona

¿Pero ahora no es al revés? ¿No se estrenan más textos nuevos catalanes que clásicos?
No. Sí es cierto que es un buen momento para la dramaturgia catalana. Pero también creo que estamos peor que hace unos años, sobre todo porque no tenemos el apoyo de los teatros públicos. Y muchas veces, muchos estrenos internacionales nos los hemos currado nosotros y luego otros se cuelgan las medallas. Eso pasa. Pero no creo que eso sea en detrimento de los teatros clásicos. Cierto que antes directamente no existía la dramaturgia contemporánea catalana. Ahora, por porcentaje, obviamente hay más dramaturgia contemporánea y menos textos clásicos, pero no quiere decir que hayan perdido peso ni importancia ni prestigio. 
Al contrario, hay muchos directores artísticos, yo diría que la mayoría, que no están programando dramaturgia contemporánea catalana conscientemente. Prefieren tirar de clásicos por varios motivos: por gusto, porque consideran que no son importantes los autores contemporáneos, pero también porque si los ponen los autores se llevan un 10% de taquilla. Y eso hay que decirlo y eso pasa. 
Es una decisión de los directores artísticos de los teatros públicos. Ahora, las nuevas generaciones que vienen detrás de la nuestra lo tienen mucho peor que lo tuvimos nosotros, porque nosotros sí que tuvimos apoyo de los teatros públicos al principio. Ellos solo podrán entrar si los que tienen la sartén por el mango, ya sean privados o públicos, apuestan por ellos. Es que no hay otra. Entonces sí que habrá que tomar una decisión consciente de reservar porcentajes a la autoría contemporánea o favorecer que esos autores tengan una voz y puedan tener un desarrollo de su trayectoria y que no estén resignados durante décadas a estrenar en salas alternativas sin presupuesto, que pasa muchísimo. 
Si no hay una evolución natural de crecimiento de sus voces y no hay apuesta, estos nuevos autores quedarán condenados al ostracismo.
Entrevista Guillem Clua

Entrevista Guillem Clua GALA ESPÍN Barcelona

Entonces, ¿cómo ve la situación del teatro catalán? Los datos parecen esperanzadores.
Vamos bien, poco a poco estamos ampliando público después de la debacle de 2020. Mejoramos a nivel general, pero a nivel de dramaturgia contemporánea hemos de dar un golpe de timón, porque ahora mismo estamos dependiendo del teatro privado, que es maravilloso. Ahora mismo Focus está haciendo muchas cosas que debería estar haciendo el teatro público.