Las Tres Chimeneas. Pasado, presente y futuro de una infraestructura icónica
La exposición Memoria del Humo, enmarcada en la bienal europea de arte contemporáneo Manifesta, explora el impacto social y medioambiental de la actividad industrial en el entorno del Besòs a lo largo de su historia
6 octubre, 2024 00:00Ocurre que el progreso produce lugares en donde conviven la esperanza y el sufrimiento. Esta paradójica confluencia lleva décadas anclada en la desembocadura del Besós, como también lo están las Tres Chimeneas, emblema arquitectónico del skyline barcelonés, o los ecos de las otras centrales eléctricas que las precedieron en esta maltratada franja del litoral catalán.
Es precisamente en el delicado y controvertido historial social y medioambiental, principalmente en los barrios de Sant Joan Baptista, La Mina y Besòs Maresme, provocado por las sucesivas infraestructuras de producción y distribución eléctrica, donde pone el foco Memoria del Humo. Conflictos ecosociales en zonas de sacrificio.
Lugares sacrificados
Explicaba Andrés Antebi, antropólogo urbano del Observatori de la Vida Quotidiana (OVQ), que el término "zonas de sacrificio" lo resumía todo. El concepto, ya de por sí inquietante, alude a ciertos lugares marcados por una gran contradicción. Situados normalmente en las periferias de los grandes núcleos urbanos, y habitados por clases bajas, estos emplazamientos concentran una importante actividad industrial.
Y aquí radica la perversa paradoja, porque mientras que por un lado esa actividad genera un gran progreso económico y contribuye al desarrollo de numerosos proyectos de vida también expone, permanentemente, esos territorios a graves daños medioambientales. "Sant Adrià de Besòs es uno de los casos más importantes de Europa en cuanto a desarrollo industrial y contaminación. No solamente por las Tres Chimeneas sino por todo el complejo industrial desarrollado aquí desde 1913".
Décadas de daños colaterales
Los gravísimos daños colaterales que llevaron a declarar a Sant Adrià como "zona atmosférica contaminada" en 1983 comenzaron a gestarse mucho antes, durante la Segunda Revolución Industrial, a principios del siglo XX. Es ahí, en ese contexto, cuando se construyó la primera central eléctrica, explotada inicialmente por Energía Eléctrica de Cataluña, que estuvo en funcionamiento entre 1913 y 1954.
El progresivo crecimiento industrial, económico y demográfico del área metropolita de Barcelona hizo necesario la construcción de nuevas plantas termoeléctricas. Así, en 1959 Fuerzas Eléctricas de Cataluña (FECSA) inauguró Badalona I y pocos años después, en 1965, Badalona II. Esta última incorporó nuevos avances tecnológicos que permitieron aumentar la potencia (320 MW) pero también el nivel de contaminación atmosférica, generando inquietud y no poco rechazo entre la población.
Aquel malestar sublevó a las mujeres que se pusieron en pie de guerra contra el "polvillo negro" que emitían las centrales eléctricas convocando una histórica manifestación en 1966.
Si Badalona II producía gran cantidad de residuos altamente contaminantes, la nueva central termoeléctrica conocida como las Tres Chimeneas, dotada de tres grupos térmicos de 350 MW de potencia cada uno, emitía toneladas de dióxido de azufre. Si tenemos en cuenta que estuvieron operativas entre 1973 y 2011, echen cuentas.
Memoria del Humo, un ejercicio de reflexión
Tras el cese de actividad, en 2012 Endesa comenzó el desmantelamiento de la planta del que se salvaron las Tres Chimeneas y la sala de turbinas al ser declaradas Bien Cultural de Interés Local.
Cerradas desde entonces, la bienal nómada europea de arte Manifesta 15 ha permitido no solo la apertura temporal al público de estos mastodontes de hormigón sino que les ha brindado una función mucho más amable, la de espacio cultural donde el arte se contempla transformado en mensajes sobre los que urge reflexionar, y actuar, si queremos un porvenir más halagüeño para este enclave mediterráneo. Por algo es la sede principal de Imaginando futuros, una de las tres temáticas que articula la bienal.
Así, como una suerte de metáfora del Cuento de Navidad de Dickens, el fantasma de las navidades pasadas se aparece en forma de extraordinaria muestra documental que, bajo el título Memoria del Humo. Conflictos ecosociales en zonas de sacrificio, rastrea el historial industrial y su impacto en la zona con las movilizaciones sociales e iniciativas vecinales, como la Cooperativa Gregal o el taller de fotografía de la escuela Jara de la Mina, como hilo conductor.
El espectro de las presentes adopta fisonomía de arte contemporáneo y se muestra colgando de los muros como el tapiz vegetal de Carolina Caycedo o la consigna reivindicativa de Claire Fontaine, "Cuando las mujeres hacen huelga, el mundo para", prendida en lo alto de la antigua sala de turbinas. ¿Serán suficientes las lecciones del pasado y la apuesta del presente para determinar el futuro de la infraestructura y de un territorio maltratado?
Un gran parque litoral o una nueva milla de oro
Teniendo en cuenta que ya se ha aprobado un plan director urbanístico (PDU3X), que afectará a las Tres Chimeneas y su entorno, pocas razones hay para el optimismo. El proyecto prevé la construcción de cerca de 2000 viviendas, además de comercios, oficinas y 20.000 m2 de hoteles. Todo ello en una zona inundable, situada en una de los lugares más densamente poblados de Europa, y que además elude la necesaria descontaminación del suelo e ignora las medidas de protección de las Tres Chimeneas, advierten desde Entesa per a un gran parc litoral al Besòs, una plataforma conformada por 29 entidades vinculadas al territorio.
Bien distinto es el futuro que imaginan y plantea esta asociación que pasa por descontaminar y renaturalizar el ecosistema litoral, renovar y dignificar el actual parque de viviendas, añadiendo zonas verdes y mejorando las infraestructuras actuales, y dotar de un nuevo uso y una renovada alma, preferentemente cultural, a las Tres Chimeneas respetando los criterios de protección.
En definitiva, mejorar la vida de la población local y proteger una zona históricamente maltratada, porque como dice Andrés Antebi, la térmica ha significado muchas cosas en este lugar, no solo a nivel de Barcelona sino a nivel de los barrios circundantes. Tiene una gran dimensión simbólica porque ha significado arraigo, identidad y trabajo. Pero también una amenaza para la vida de la gente que vive aquí y un símbolo de la lucha obrera, sobre todo durante el tardofranquismo.
David contra Goliat
De momento, además de una serie de iniciativas y de una campaña de micromecenazgo para financiar sus acciones, Entesa per a un gran parc litoral al Besós ha presentado un recurso contencioso administrativo contra el PDU3X ante el TSJC ¿Ganará esta vez David a Goliat? Antebi no es nada optimista: "es muy probable que termine una vez más en manos de la especulación inmobiliaria que es la característica que ha marcado la fisonomía del litoral", explica a Crónica Global, y añade: "quedan muy pocos espacios como el delta del Besòs desde un punto de vista de lo que significa una inversión inmobiliaria a gran escala, obviamente, para hacer pisos de alto standing que son los que cotizan en primera línea de mar. Y ahí está el juego, digamos, entre la sociedad civil, el vecindario, el interés privado y, muchas veces, la colaboración pública que hay para favorecer ese interés privado. Por lo tanto, creo que si no hay una movilización fuerte que lo impida, el futuro de la zona tiene que ver con la voluntad de la inversión privada". Veremos a ver cómo acaba el cuento.