Diego Ameixeiras (Lausana, Suiza, 1976) es uno de los autores de novela negra en gallego más conocidos del momento, pero cuando llegó la hora de sentarse frente a la pantalla a escribir un nuevo libro, decidió cambiar de género.

En lugar de contar una historia de asesinatos y detectives, descubriría al lector gallego las entrañas de la Barcelona de la Transición, cuando los movimientos anarquistas y estudiantiles sacudían a diario la ciudad. Y para conectar aún más con su público habitual, apostó por poner de protagonista a un joven emigrante gallego de clase obrera, Miguel Duarte, que acaba de llegar a la Ciudad Condal para buscarse la vida y perseguir sus ideales.

Libertades, identidad, sexo

“Quise hacer un homenaje al esplendor libertario de la Barcelona de los 70, a los que lucharon por las libertades políticas y hacer posible la Transición, y a la vez escribir una historia sobre la identidad y sobre el descubrimiento del amor”, explicó Ameixeiras en la reciente presentación en Barcelona de su novela, Un anarquista, traducida al catalán y al castellano por Al Revés editorial.

Portada de la novela 'Un anarquista'

La novela, una mezcla de ficción negra y crónica histórica, se sitúa en la primavera de 1977. Miguel Duarte acaba de llegar a Barcelona. Tiene 20 años, es camarero del Nebraska, un bar de las Ramblas donde el jefe sueña con protagonizar una película del Oeste, y vive esperando algo que lo eleve por encima de su timidez. Para eso está Montse, una estudiante perteneciente a la más estereotipada burguesía catalana, que vive en la zona alta de la calle Muntaner y veranea en Menorca (“estaba muy guapa, se había traído el color del mar en los ojos, el aspecto de recién bañada por las olas”, escribe), por la que Duarte siente una atracción irresistible.

La Barcelona canalla y libertaria

“Tu muñeca de la calle Muntaner es de las que disfrutan con el peligro, pero esa gente sabe quién sobra en su mundo de comodidades cuando se cansan de enredar con los zarrapastrosos que viven aquí abajo con el hambre heredado”, escribe el autor, adoptando en algunos capítulos la voz del narrador.

Gracias a Montse, Duarte experimentará el amor, el sexo y los placeres de la vida, a la vez que se adentra en la Barcelona canalla y libertaria, que saborea los primeros años de la muerte de Franco y descubre un renacimiento del movimiento anarquista que se enfrenta a los consensos de la Transición.

El 'caso Scala'

“Cuando cuentas historias siempre buscas personajes que tengan una herida que sanar, que no se sienten bien consigo mismos”, comentó Ameixeiras. Duarte es “ese personaje sin ningún tipo de formación ni compromiso, pero que en un momento dado adopta cierta sensibilidad política y se deja llevar por la utopía, lo que le hace sentir más adulto”. Pero también es ese personaje oscuro y desconcertante para algunos, capaz de acuchillar a un hombre por venganza, enérgico militante antiautoritario para otros, que se dejará llevar por esa corriente libertaria hasta el punto de arrastrarlo al fatídico incendio de la discoteca Scala, el 15 de enero de 1978, en el que murieron cuatro trabajadores. El llamado caso Scala, en el que se intentó inculpar a las organizaciones anarquistas CNT y FAI, sigue estando hoy considerado secreto de Estado.

“Esta novela empezó a fraguarse en mi cabeza después de leer Los 70 a destajo, de Pepe Ribas”, reconoció el autor, en referencia al libro autobiográfico que escribió el fundador de Ajoblanco, la revista alternativa de referencia de la Transición. En Los 70 a destajo, Ribas mezcla anécdotas personales de su vida con la crónica periodística para contar el mundo contracultural y subversivo que se vivía en las calles de Barcelona a finales de los 70, ambiente que también retrata fielmente Ameixeiras en su novela. “Para escribir este libro he visitado Barcelona y me he recorrido sus calles en varias ocasiones”, detalló.

Un anarquista y una pija catalana

Recurriendo al lenguaje experimental –el autor oscila entre la primera, segunda y tercera persona y prescinde de los diálogos y los puntos y aparte, haciendo que la lectura se haga un poco pesada–, Ameixeiras sigue los pasos de Duarte por las calles del Raval y el Gòtic, acompañándolo en sus incursiones en el mundo de las prostitutas (sus confidentes), en su ingenuo acercamiento a la ideología anarquista, en su profunda atracción por una estudiante de la zona alta, “una pija catalana”, al más puro Juan Marsé, que representa un contrapunto a su origen humilde y obrero.

“Cuando aparece el amor, de repente el anarquismo de Duarte afloja, y aparecen los prejuicios de su educación religiosa”, explicó el autor en la presentación. La timidez, los tabúes del sexo, las diferencias de clase… todo ello hace que Duarte se dé cuenta de sus orígenes y poco a poco vaya conociéndose a sí mismo. Duarte descubrirá el amor y el sexo a través de una barcelonesa de buena familia, “pero también que esa persona representa una clase social en la que nunca será aceptado”, dijo.

Anhelo de independencia

Ameixeiras también aprovecha para indagar en el deseo del joven de independizarse de su familia y de lo que se espera de él. Al llegar a Barcelona, Duarte se hospeda primero en casa de su tía Rosa, hermana de su padre, “a la que las cosas le van bien y presume de piso en Sants”, escribe. Pero él prefiere “no depender de nadie, a pesar de la estima que tiene por sus tíos, orgulloso de haber atravesado España en un Simca 1000, dejando atrás la aldea de Sarreaus, allá en Ourense, para colocarse ella en una tintorería de la calle Casanova y el marido en Telefónica”.

En esa resistencia a seguir con la tía Rosa se advierte algo más que la decisión de estar solo: “También la resistencia a los planes ideados por la madre”, concluye.

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