Una de las instalaciones de la exposición del CCCB, obra de RAY de Weidi Zhang. Instal·lació interactiva, 2021
IA, ventajas, dilemas y temores de una revolución imparable
El Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona examina la historia, las posibilidades y los retos éticos y legislativos de la inteligencia artificial
28 enero, 2024 00:00Noticias relacionadas
No es nada nuevo que surjan recelos ante los cambios tecnológicos. Detrás de cada gran invento y de cada gran revolución existe el eterno dilema entre la fascinación y el miedo que despiertan en nosotros estos avances. Al fin y al cabo, es la historia de la humanidad.
Ya –en la época clásica– Sócrates sostenía que la escritura era una mera auxiliar de la memoria que volvería a los hombres “tardos de pensamiento”; la invención de la imprenta en el siglo XV permitió la expansión del conocimiento, pero contribuyó a la pérdida de control y de poder de las monarquías absolutas y de la Iglesia; y la Revolución Industrial impulsó los avances tecnológicos, la creación de empleo y aumentó la producción, sin embargo también trajo consigo la explotación laboral o la contaminación medioambiental.
Una de las instalaciones de la exposición del CCCB, obra de RAY de Weidi Zhang. Instal·lació interactiva, 2021
Los retos de la IA
Ahora no es diferente. Mientras en algunos sectores el progreso tecnológico se recibe con esperanza, en otros despierta recelos. Por ello debemos afrontar, desde el conocimiento y la reflexión, los retos que conlleva la inteligencia artificial, la poderosa herramienta que está revolucionando nuestro mundo.
Explorar todos estos estos desafíos a los que nos enfrentamos ante esta nueva revolución acelerada e imparable es la línea argumental de IA: Inteligencia Artificial, la exposición que permanecerá en las salas del CCCB hasta el próximo 17 de marzo.
Una de las instalaciones de la exposición del CCCB, obra de RAY de Weidi Zhang. Instal·lació interactiva, 2021
Revolución digital
Sostiene Judit Carrera, directora del CCCB, que “la IA es probablemente el hilo conductor que une todos los grandes avances científicos y tecnológicos vinculados a la robótica, a la nanotecnología, a la computación cuántica, la biomedicina, a todos esos grandes avances acelerados de la ciencia y la tecnología que han llevado a muchos autores a hablar de la Cuarta Revolución Industrial”.
La gran transformación digital en la que estamos inmersos está modificando nuestro estilo de vida en todos y cada uno de sus aspectos: en el modo en el que nos relacionamos, consumimos, nos comunicamos, trabajamos, aprendemos o, incluso, pensamos. Estamos tan condicionados por las nuevas tecnologías que hemos llegado a desarrollar una dependencia casi absoluta, con sus pros, sus contras y sus múltiples contradicciones. Por un lado, es evidente que han mejorado nuestra calidad de vida en muchos ámbitos, como el de la salud o las comunicaciones, pero también existe la percepción generalizada de que es una amenaza real para la humanidad. Sentimientos atávicos enraizados en nuestro ADN.
Una de las instalaciones de la exposición del CCCB, obra de RAY de Weidi Zhang. Instal·lació interactiva, 2021
Del gólem al ‘Ars Magna’ de Ramon Llull
Pensamos que la obsesión por crear seres autónomos, supuestamente inteligentes, o artefactos es algo propio de la era digital. Sin embargo, existen varios precedentes a lo largo de la historia que dicen lo contrario. El sueño de la IA, título de unos de los ámbitos expositivos, se remonta siglos atrás, y no siempre fue un sueño.
Por ejemplo, Juanelo Turriano, un ingeniero e inventor del siglo XVI, creó un autómata conocido como “el hombre de palo” que, según cuenta la leyenda, recorría las calles de Toledo pidiendo limosna; el genio del Renacimiento Leonardo Da Vinci diseñó gran cantidad de máquinas y aparatos que los avances tecnológicos modernos han permitido hacer realidad; el filósofo Ramon Llull postulaba en el Ars Magna la idea de que una máquina generara pensamiento razonado; y el gólem, un ser creado artificialmente, forma parte intrínseca del imaginario hebraico centroeuropeo.
Una de las instalaciones de la exposición del CCCB, obra de RAY de Weidi Zhang. Instal·lació interactiva, 2021
En la era moderna el cine igualmente ha explorado las múltiples posibilidades de la ciencia en películas como Metrópolis (1927), de Fritz Lang, 2001: Odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick, y Blade Runner (1982) del director Ridley Scott.
Un reto global que precisa soluciones colectivas
Es un hecho irrefutable que la IA no solo forma parte de los sueños, sino también de nuestra cotidianidad. La celeridad con la que se desarrolla genera tantas curiosidades y expectativas como miedos e incertidumbres. Cuestiones en busca de repuestas que nos atañen a todos y que por tanto debemos afrontar de manera colectiva.
Para Lluís Nacenta, músico, investigador y comisario de la muestra, esa búsqueda de respuestas colectivas no se puede lograr sin la ciencia porque “la ciencia es cultura”. Una afirmación que repitió hasta en tres ocasiones durante la presentación porque, sostiene, es vital que entendamos que “la ciencia es una parte fundamental de nuestro modo de vida, de nuestra visión del mundo, de nuestra manera de convivir”.
Una de las instalaciones de la exposición del CCCB, obra de RAY de Weidi Zhang. Instal·lació interactiva, 2021
La IA y el efecto espejo
Coproducida por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y el Barcelona Supercomputing Center–Centro Nacional de Supercomputación, la exposición indaga en los principales retos que plantea la IA (retos sociales, creativos, éticos o legislativos).
Todas estas cuestiones las aborda a través de obras de referencia; una línea temporal con los hitos más destacados en el desarrollo de esta tecnología; testimonios de expertos internacionales como Alfonso Valencia, Amanda Duarte, Marta Melé, Marta Villegas, Fernando Cucchietti y Víctor Guallar; y de más de una veintena de instalaciones (cinco creadas ex profeso para la muestra) realizadas por artistas pioneros y emergentes como Universal Everything, Robert del Naja (Massive Attack), Anna Ridler, Jake Elwes, Steve Goodman (Kode 9) y Maria Arnal.
El efecto espejo
La muestra del museo barcelonés plantea preguntas y ofrece herramientas para encontrar respuestas que, paradójicamente, nos llevarán a proponer nuevas preguntas. Es, como dice el comisario, “el efecto espejo” en el que las preguntas que necesitan respuestas se convierten en preguntas sobre nosotros mismos. Así, finalmente, todo empieza y acaba en nosotros, en nuestra cultura, nuestra historia, nuestros anhelos y nuestros miedos.
“Los peligros de la IA son los nuestros”, afirma. “La hemos creado nosotros y nosotros la utilizamos. Sus oportunidades son las nuestras”. Al fin y al cabo, la inteligencia artificial no es más, ni menos, que la evolución lógica de nuestra curiosidad innata, de nuestra inteligencia natural, y en nuestras manos están sus logros, que no son pocos, pero también sus consecuencias.
