Lo juro por Dios y otras blasfemias
En ‘No prendràs el nom de Déu en va’, Ignasi Moreta cuestiona la instrumentalización de la palabra del Creador por parte de las élites religiosas
24 diciembre, 2023 00:00Noticias relacionadas
“Lo juro por Dios”. La expresión surge con facilidad de nuestros labios cuando queremos que alguien nos crea –¡juro por Dios que yo no me he comido los bombones que quedaban!, ¡juro por Dios que no me he puesto tu bufanda!–, pero cuando se analiza bajo el prisma del lenguaje religioso, resulta que no es tan inofensiva como parece. ¿Por qué? Porque implica el incumplimiento del segundo mandamiento: “No tomarás el nombre de Dios en vano”.
“No tomarás el nombre de Dios en vano también puede significar, pues, no dirigirse a Dios para pedirle cosas concretas, no alabarlo como contrapartida para futuras peticiones, no concebir los actos de culto como ‘méritos’ para ganar algo en el más allá”, añade Ignasi Moreta, doctor en Humanidades y editor de Fragmenta editorial, en su nuevo libro, No prendràs el nom de Déu en va (Fragmenta, 2023).
La manipulación de las instituciones religiosas
El libro, el segundo de una serie que pretende repensar los grandes temas de la contemporaneidad a partir de los Diez Mandamientos, sirve al autor principalmente para criticar la manipulación que se ha hecho, y se sigue haciendo, de la palabra Dios por parte de las instituciones religiosas más conservadoras. ¿Con qué derecho el fanatismo religioso utiliza la palabra Dios para posicionarse en contra de asuntos como el aborto, la reproducción asistida o la eutanasia, o para absolutizar un sistema de vida por encima de otros?, son algunas cuestiones que se plantea el filólogo catalán.
Recurriendo a Miguel de Unamuno, entre otros intelectuales y teólogos, Moreta intenta explicarnos cómo funciona el fanatismo religioso y mostrarnos la diferencia entre el fanático, incapaz de poner distancia entre él y lo que piensa, y el escéptico; es decir, el que es capaz de poner distancia entre su yo y sus ideas.
La religión de Unamuno
“La pereza espiritual huye de la posición crítica o escéptica”, escribe, citando un ensayo sobre fanatismo religioso escrito por Unamuno en 1907. El escéptico, decía Unamuno, “es el que investiga o rebusca por oposición al que afirma o cree haber hallado”. Y luego añade: “Mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aun a sabiendas de que no he de encontrarla mientras viva. Mi religión es luchar incesante e incansablemente con el misterio”.
Moreta también acusa a los llamados “providencialistas” –esos que “ven a Dios en todas las cosas”– de tomarse a la ligera el segundo mandamiento. Moreta se refiere a las personas que dan un significado trascendental a las simples coincidencias generadas por el azar. Aquel que, por ejemplo, al salir del cementerio después de enterrar a su padre, ve salir el arco iris y dice: “Este arco iris es nuestro padre, que ha querido hacerse presente hoy, aquí, para decirnos que nos quiere y que vela por nosotros desde el cielo”, escribe.
¿Una religión sin Dios?
Según Moreta, los providencialistas, “los iluminados, en lenguaje vulgar”, utilizan el nombre de Dios en vano, ya que interpretan los hechos a partir de la hipótesis de que Dios ha querido manifestarse y solo ellos, cayendo en una “sutil arrogancia”, son capaces de interpretar sus mensajes. La conclusión a la que llega es que no tomar el nombre de Dios en vano significa “no ver mensajes divinos por todas partes” y, por tanto, “que una visión secularizada del mundo es más respetuosa con el segundo mandamiento, por muy paradójico que parezca”.
“Si la religión nos alerta del uso de la palabra Dios, ¿quizás la solución pasa por una religión sin Dios?”, se plantea. Esta solución no implica inclinarse hacia la espiritualidad; es decir, plantearse cuestiones existenciales sin incorporar la idea de Dios, como proponen la filosofía new age o los libros de autoayuda, sino seguir admitiendo su existencia, pero actuando “como si no estuviera”.