La "indestructible" belleza de Albarrán Cabrera
El dúo artístico expone su exquisita obra fotográfica en la Fundación Foto Colectania de Barcelona hasta el próximo 7 de enero
22 julio, 2023 23:30Noticias relacionadas
Unas delicadas ramas en flor despuntan sobre un cielo azul; el horizonte enmarcado por una roca; un pez suspendido en un estanque o la perspectiva de unas montañas son algunas de sus poderosas narrativas visuales que invitan a reflexionar sobre la identidad o el inexorable paso del tiempo.
“Nuestras fotos en el fondo son muy corrientes, un recorte de realidad muy pequeño en el que no pasa nada en concreto”, reconocen a Crónica Global Ángel Albarrán (Barcelona, 1969) y Anna Cabrera (Sevilla, 1969), esta pareja de creadores autodidactas que se conoció en 1987 en “una piscina, en medio de dos pueblos”.
Su bellísima obra, sencilla de apariencia pero compleja de alma, no entiende de egocentrismos y sí de intereses compartidos. Al fin y al cabo, además de su amor por la fotografía, también les une el modo de entenderla y de abordarla, desde la búsqueda y la investigación previa. El hecho de quién haya tomado la fotografía no tiene importancia para ellos, “aunque cada uno disparara diferente, al final teníamos un por qué común”. Por eso la autoría compartida es una consecuencia lógica.
Alquimistas de la fotografía
Para Albarrán Cabrera la experimentación es parte de su proceso de búsqueda, y la fotografía impresa la representación tangible de esa investigación, casi filosófica, sobre los enigmas que les plantea la vida. Partiendo de la certeza de que el medio fotográfico es muy limitado, experimentar con distintas técnicas o mezclar diferentes procesos como la emulsión de cianotipia, la gelatina de plata virada o el platino-paladio les permite ampliar su lenguaje visual para interpretar un concepto o una idea.
“Cuantos más procesos sepas, más mensajes puedes enviar. No es lo mismo una foto en blanco y negro, una cianotipia o una foto en color. Cada una aporta una información extra”, afirman. En ese sentido el laboratorio es parte de ese proceso de aprendizaje e interpretación. El lugar donde “todo va cogiendo forma, todo se va anexionando”, la única manera de “expandir su sintaxis fotográfica”.
La poética de la naturaleza
Poéticas, pictóricas, casi artesanales, sus fotografías son una sucesión de exquisitas “notas” en las que reflexionan sobre cuestiones que les interesan y les ayuda a entender el mundo. Ángel y Anna se preguntan por el tiempo, la eternidad, los recuerdos o por el más allá y en la naturaleza buscan las respuestas de todo aquello que no alcanzan a entender.
En su obra, de evidente estética oriental, prevalecen los motivos asociados al paisaje. En Japón, país al que viajaban asiduamente antes de la pandemia, descubrieron una manera diferente de mirar el mundo, desde el sintoísmo y su máxima de que todo es naturaleza. En occidente, en cambio, nos sentimos ajenos a ella. Debemos tener una visión más global y dejar de disociarnos de todo aquello que nos rodea. Hasta la IA es naturaleza ya que la hemos creado nosotros, sostienen. Esa dualidad entre alta tecnología y tradición allí no existe, para ellos somos parte de ese todo esencial.
'Reverse engineering'
Su imaginario visual bebe de numerosas influencias, por ejemplo de los directores de fotografía Néstor Almendros y Cristopher Doyle; los cineastas Wong Kar-wai, Béla Tarr, Christopher Nolan, Andréi Tarkovski y Denis Villeneuve o los pintores Giorgio de Chirico, Balthus y Max Ernst. Lo interesante de todo esto, explican, es que todos ellos han creado su particular universo, su propia representación de la realidad de una manera diferente, como nunca habían visto. Una especie de reverse engineering para desentrañar las mismas cuestiones que les preocupan a ellos.
“Algo más que una cara bonita”
Esa “ingeniería inversa”, creadora de universos, exhibe en la obra de Ángel Albarrán y Anna Cabrera una estética sublime, no siempre entendida. Paradójicamente, en un mundo profundamente hedonista que vive de espalda a la realidad, “la belleza es algo que hoy en día no está en boga, es como si lo bello fuese banal”, afirman.
Para ellos, ahora identificamos la belleza con algo frívolo, tonto, al menos en fotografía. Sin embargo, al igual que pensaba el fotógrafo Saul Laiter, no creen que la belleza tenga menos valor que la desgracia. Tan solo, añaden, debemos concebirla como algo más global, algo sublime que va más allá, no como algo que estéticamente apetece en un determinado momento, a esa sociedad. Nosotros no la buscamos de manera consciente, afirma esta pareja de autores que, sin pretenderlo, ha hecho de ella una de sus señas de identidad. En cierta ocasión un profesor de arte les dijo que eran algo más que una cara bonita; y así es solo hay que mirar con curiosidad.
Comisariada por Irene de Mendoza, Albarrán Cabrera. Lo Indestructible reúne cerca de 90 fotografías de sus series más emblemáticas. El título hace referencia al aforismo kafkiano que un galerista vinculó con su obra: “El indestructible es uno: es cada ser humano individual y, al mismo tiempo, es común a todos, y por lo tanto, la unión incomparablemente indivisible que existe entre los seres humanos”. En esa cualidad, que nos hace únicos e iguales a la vez, encontraron el nexo entre todas las series que conforman su primera exposición monográfica en un centro de arte.