Carlota Subirós vuelve al festival Grec, al Teatre Nacional de Catalunya y Mercè Rodoreda. Lo hace con la novela insignia de esta autora catalana tantas veces criticada, La plaça del diamant. Y su puesta en escena es impresionante.

Once intérpretes llenarán un espacio en blanco (el 13 y 16 de julio en el teatre Grec, en septiembre en el TNC) con los objetos y recorridos de la vida de Natalia, la Colometa. Estas actrices, con todas sus diferencias, son atravesadas por la vida de un personaje de ficción que retrata la historia de un país. Un legado y unas palabras que desde hace décadas atraviesa también la memoria de todo un país.

Cartel de 'La plaça del diamant' de Carlota Subirós FESTIVAL GREC

 

¿Qué tiene esta obra que esto, que se hubiera causado impacto? ¿Y qué es lo que tiene ahora, que la hace tan potente hoy?
La propia Mercè Rodoreda dice que es una síntesis de banalidad y poesía. Creo que tiene esa doble faceta tan fascinante. Es un retrato muy desgarrador de la vida vivida a lo largo de varias décadas, que en mi caso son las de mis abuelos. Veo mucho la vida de mi abuela, de mi madre, de muchas generaciones de mujeres y de toda nuestra comunidad a través del siglo XX. De estas décadas marcadas, además, por avatares históricos tan decisivos como la llegada de la República, el estallido de la guerra civil, el derrumbe de todas aquellas ilusiones, las décadas durísimas de la posguerra y el franquismo. La vida de cada día, desde sus detalles más cotidianos, más íntimos, más invisibilizados, está cartografiada de una forma, con una precisión y una delicadeza y una sensibilidad extrema. Pero al mismo tiempo, eso que ella podía llegar a llamar banalidad o cotidianidad, y que a veces se ha confundido con costumbrismo incluso, que es un gran reproche de época, es una construcción artística y poética brutal. Cada palabra es una perla. Toda la novela es un diamante, es una gran joya.
En su propuesta, la protagonista está representada por 11 actrices. ¿Varía mucho el montaje de la obra original?
Somos absolutamente fieles a la escritura de Mercè Rodoreda. Esta fue una de las decisiones desde el principio: no reescribir nada. Lo que hacemos es destilar mucho, cortar, montar, pero todas las palabras, con su extraordinaria belleza, precisión y dureza también, son la escritura de la Rodoreda. Esto hizo que, como consecuencia, nos centráramos absolutamente en la voz de Natalia, del personaje protagonista, porque toda la novela está narrada desde la primera persona, desde esa mujer que rememora su vida. Y la siguiente gran decisión fue no responder de una manera unívoca a “esta actriz es hoy nuestra Natalia”, sino desde una mirada más del siglo XXI, de la diversidad, de la multiplicidad, del cuestionamiento de todas las identidades. Muchas, infinitas actrices pueden ser Natalia y vamos justamente a mostrar esto como un caleidoscopio, como un fractal de muchas posibles intérpretes que resuenan, cada una con su timbre, con su experiencia, desde su edad, desde su recorrido, con la voz de Natalia. Más que encarnar a Natalia, es hacer resonar la voz de Natalia.

La directora de teatro Carlota Subirós SIMÓN SÁNCHEZ BARCELONA

¿La intención es que sirva de retrato generacional y de acto de memoria?
Absolutamente, también, en la elección de estas intérpretes ha habido dos criterios muy importantes. Uno, es ese trabajo con el texto, que pudiera acercarse mucho a la musicalidad, incluso. Por eso hay varias de las intérpretes que también son cantantes o que tienen un trabajo de gran sensibilidad de la relación de la música con el texto. El otro, era hacer un despliegue de edades y de recorridos muy diversos para intentar recoger esa imagen que yo tuve mucho desde el principio: que la novela recoge el río de la vida de una mujer. La propia novela es un río del paso del tiempo, desde la juventud de Natalia hace casi cien años hasta nuestros días, porque no sólo la novela recorre varias décadas, sino que, en siguientes décadas, la novela ha tenido una enorme popularidad, que ha hecho que incluso es lectura obligatoria en muchos institutos y escuelas. De algún modo el periplo de esta mujer sigue resonando. La intención desde el principio es que no fuera sólo una mirada al pasado, sino que fuera también mucho una mirada sobre el presente, sobre quienes somos como colectivo.
¿Y con el trasfondo actual de la guerra, tiene más importancia?
Muchas generaciones, sobre todo ahora, piensan que la guerra, la república o el franquismo, queda lejos. Que miren las elecciones, el panorama electoral que está mostrando. Hay líneas de texto que nos resultan de una increíble vigencia de forma muy explícita, incluso una de ellas es esa lucha por la supervivencia. Es cierto que la experiencia concreta de la guerra civil española ahora es cada vez más lejana y, además, como ha caído sobre una losa de silencio que las generaciones que la vivieron, en la inmensa mayoría, no han querido o no han podido hablar de ello. Somos un país que nunca ha realizado un ejercicio potente y real de memoria histórica.

La directora de teatro Carlota Subirós SIMÓN SÁNCHEZ BARCELONA

Pero hay quién piensa que queda lejos
Sí, nos queda lejos, aunque de ahí vienen muchos de los problemas que tenemos. Seguramente todavía hoy en día hemos hablado muy poco o hemos sanado muy poco las heridas de ese conflicto que sigue muy vigente, como la realidad política actual muestra. Y al mismo tiempo, la experiencia de la guerra no deja de repetirse en todo el mundo. Incluso ahora mismo la tenemos quizá más cercana que nunca a Europa. Eso hace que esa lucha por la supervivencia en unas circunstancias muy adversas, que llegan realmente a situaciones extremas de hambre, de miseria, de violencia, como las que ha atravesado Natalia, hoy en día todo el mundo puede entenderlas todavía. Lo interesante es que novela lo explica desde el lugar de la vida cotidiana, desde la vida de una persona humilde que no está explícitamente politizada, o que en todo caso apenas toma la palabra al respecto. Esta segunda línea me parece muy vigente hoy en día: la historia de una mujer que apenas tiene palabras para describir qué le pasa a ella o qué siente, o cómo se siente tratada, y que debe hacer un gran camino para darse que realmente ella. En cambio, tiene una extraordinaria sensibilidad por captar y describir la vida y los objetos y detalles más aparentemente insignificantes.
¿Podríamos decir que en eso sí que se ha cambiado?
¡Ojalá! Es evidente que hoy en día hacemos muchas lecturas de la vivencia de este personaje, de lo que le ocurre, de su relación con su primer marido, su relación con su segundo marido, su vivencia de la maternidad, su lucha por sobrevivir. Hoy en día, hemos tomado conciencia de muchas cosas, pero, desde el siglo XX, en ningún caso podía juzgar o valorar muchas de las conductas que ella misma tiene o que tienen para con ella. Lo que ocurre es que, como siempre, en la puesta de escena no nos interesa señalarlo. No nos interesa poner nuestra opinión de forma explícita, sino que abrimos este material tan potente, lo hacemos resonar escénicamente y lo ponemos ante los ojos del público, para que sea cada espectador o cada espectadora quien vea cuál es su lectura, su resonancia. No dando una opinión sobre la vivencia de Natalia, como no lo hace la propia Rodoreda. Esta es la grandeza de los clásicos, que son experiencias humanas desgarradoras que te dan a ti la oportunidad de ver cuál es tu reacción ante lo que estás presenciando.

La directora de teatro Carlota Subirós SIMÓN SÁNCHEZ BARCELONA

Decía que Rodoreda le pone poesía a la hora de hablar de la guerra. ¿Podríamos decir, en este sentido, que es la Lorca catalana?
Es interesante esa contraposición. Está clarísimo que Rodoreda tiene una mirada muy afilada, una sensibilidad por el lenguaje extraordinario para captar, con una precisión extraordinaria, los detalles de los objetos, de los gestos de la vida vivida, y al mismo tiempo, traspasarlo con contundencia a este nivel del símbolo. Y en eso estaría muy cercano a la mirada y al vuelo poético de Lorca, absolutamente. Pero después el recorrido biográfico es completamente diferente. En todo caso, es cierto que toda su vida y su obra están atravesadas por la herida de la guerra. Acabó colocando toda esta vicisitud personal en un sitio muy duro, que después ella, finalmente, con su gran éxito, ya en su madurez, finalmente, acabó teniendo. Pero durante décadas había estado en un sitio de absoluto desprestigio, soledad y abandono, incluso. Esa es una palabra clave que sale al final de La plaça del diamant es abandono, que es lo que Natalia acaba expresando de algún modo en el grito que hace, en el que se desprende de todo el dolor de su vida, de su juventud. La misma Rodoreda lo sufrió y encontró un refugio en la escritura.
Curiosamente, grandes literatos de este país llegaron a decir que la Colometa era una 'bleda', pánfila. ¿Se ha malinterpretado la poesía de Rodoreda con la visión naif de su protagonista del libro?
Es una opinión de estas que, durante mucho tiempo, le cayó encima. Fue el motivo por el que, en realidad, no fue reconocida con el Premio Sant Jordi. Esa idea de la Colometa como alma cándida está lejos de la escritura y de la voz real del personaje en la novela. Al igual que la propia Natalia, Mercè Rodoreda se construyó este personaje tan enigmático y risueño. En cambio, es una escritora de una dureza, de una oscuridad y de una crueldad... se ve en muchas de sus imágenes, en muchos de sus relatos, en muchos de sus personajes, en las descripciones precisas de sus objetos. Ella se fascina mucho por el aspecto oscuro de la existencia, por esa herida y ese dolor de la guerra. Esto, si no se veía, es porque no se quería ver y porque a las mujeres se nos ha colocado en un sitio de inocencia o de estupidez, de sentimentalismo. Son formas de aminorarnos. Si dices que la Colometa es una pánfila significa que no has leído bien esta novela. Lo que ocurre es que ella no expresa sus juicios, aunque hay pequeños indicios, pequeñas grietas.  En una declaración preciosa, ella dice que a mí “no me interesan los temas, me interesa la condición humana” y realmente La plaça del diamant es un poderoso viaje a través de la condición humana.

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