El nombre de Marc Sambola lleva décadas en la mayoría de proyectos de teatro musical de Cataluña. No sólo eso, sino que como compositor ha participado en películas y ha musicalizado obras ajenas y de teatro de texto tradicional.
Con el premio de la crítica a la mejor composición por La filla del mar bajo el brazo, el artista no se detiene. Presenta, de nuevo, en el Teatre Condal de Barcelona, Les històries naturals, el texto de Joan Perucho que ha reconvertido en un musical para toda la familia.
Musical y novela
La tarea no ha sido sencilla. La obra mezcla ficción, fantasía, aventuras e Historia en mayúsculas, con las guerras carlistas de fondo. Un atrevimiento que, pese al esfuerzo, resuelve de manera magistral.
El compositor, muy orgulloso con la partitura del montaje, reflexiona con Crónica Global sobre esta nueva aventura y sobre el estado del musical y la cultura en la Ciudad Condal. El balance no puede ser más desalentador. Aun así, afortunado y trabajador como es, a Sambola no le faltan proyectos.
--Pregunta: ¿Cómo surgió la idea de convertir 'Les històries naturals' en un musical?
--Respuesta: La propuesta sale de la Companyia Lazzigags, que tiene tradición en el teatro musical familiar, aunque en este caso también se dirige a un público adulto. El director del montaje, Miquel Agell, llevaba tiempo detrás de esta obra. Le gustaba la idea de este clásico catalán como es Joan Perucho, tal vez olvidado ahora, que tiene algo de novela fantástica y de aventuras. Y juntar eso con la posible existencia de un supuesto vampiro, y plantear el juego de enfrentar un mundo científico con otro más onírico?
--Para quien no la conozca, ¿qué se va a encontrar?
--Nuestro protagonista, Antoni de Montpalau, hace un mundo iniciático por este mundo de la fantasía, que creo que es muy necesario incluso hoy día y dejar de certificar todo para dar volar la imaginación. Algo que se encuentra en las novelas de Joan Perucho.
Fue complicado al principio, porque es una estructura muy hecha, un mundo de fantasía, el de los carlistas y, de repente, se nos volvía una cosa histórica. Nuestra propuesta es hacer un teatro musical muy rockero. Las experiencias que hemos tenido en las previas es que remueve y hace mover las piernas. Lo escribí en pleno confinamiento y creo que si no es la mejor es una de las mejores partituras que he escrito nunca en cuánto a complejidad. El público no lo nota, los cantantes sí (ríe). Es como una victoria el hecho de poder hacer cosas elaboradas que se digieren muy bien y acompañan al espectador por estas emociones y etapas que pasan los protagonistas.
--Mencionaba que le dieron un toque más familiar y juvenil, ¿sólo es para ellos?
--No, no, es para un público adulto al que le gusten las novelas de aventuras o incluso que tiene nostalgia de esa época en las que las leía, porque parece que uno se hace mayor y ya no puede leerlas. Está encarado para el público adulto también porque harán un recorrido por la historia y el territorio de Cataluña.
--Sus musicales se caracterizan mucho por recuperar obras, situaciones vividas en Cataluña. ¿Es esa su vocación y voluntad?
--Hablo de forma personal, creo que sí tengo una cierta inquietud o sensibilidad por recuperar materiales nuestros, catalanes, y adaptarlos al teatro musical porque yo soy compositor, al final. Da cierto miedo recuperar material autóctono, pero al tocarlo ves que valen la pena ser contadas. Hago otras cosas también como un espectáculo de flamenco con Ramón Oller, o un montaje que estrenaré con Marc Rosich, Álex Casanovas o Lloll Bertrán, Les cartes d'amor. Es verdad que sí, que me gusta este punto de creación de la nueva dramaturgia que debe hacerse, como con La filla del mar, que obtuvo el premio de la crítica, tuvo mucha repercusión y demuestra que pueden ser muy comerciales las cosas de aquí que se hacen aquí. No hace falta tenerles miedo ni importarlo todo.
--Precisamente, sus obras tienen mucho de eso, cuando parece que los musicales deben ser a lo grande y extranjeros.
--Hay dos cosas. Por un lado, la cultura aquí está en horas bajas, se están cerrando teatros sin abrir nuevos: la Muntaner, el Capitol, el Principal, el Arnau nunca levantará cabeza, la Bars está cerrada y no se podrá hacer teatro, incluso El Molino, aunque tampoco se hiciera teatro... Cada vez hay menos espacios para producir cosas. Sólo hay una cosa que, parece, que abrirá en el futuro, pero no apunta maneras. Eso lleva a que haya muy pocas opciones de mostrar trabajos. Esto hace que las productoras vayan a tiro fijo: lo hacen en castellano para luego llevarlo a Madrid o se plantean Barcelona como algo de paso, como pasa con Company, que está tres semanas para luego hacer gira.
Las dos cosas son compatibles. En Madrid hay mucha más oferta, pero la gente se lo mira más. Es cierto que en Barcelona hay poca oferta de musical de creación porque tampoco sale rentable. Hay pocos teatros donde enseñarlo o la Gaudí, el Condal, el Tívoli... Mi experiencia en teatros públicos como el TNC, el Lliure o la Beckett es que huyen mucho del musical. Pero se puede ver que hay cosas hechas desde otro prisma y que no todo es el espectáculo por el espectáculo. Es el musical mal entendido. Parece que es Grease, Mamma mia! y quienes saben un poco más Wicked. Y en Londres mismo se hacen otro tipo de musicales. Obviamente no somos su competencia pero es emocionante pasar por este tipo de teatro en que la gente se pone a cantar y si lo hacen bien mejor.
--Además, al no ser adaptaciones, ¿no lo hacen más cercano?
--Sí, porque conecta más con nosotros, explicamos historias que nos tocan de más cerca, aunque nos lleguen más o menos sus personajes. Yo le decía a Miquel Agell con Les històries naturals que no hacía falta ser extremadamente fieles, con que salieran cuatro personas que quisieran ir hojearla al ver que el musical se basa en una novela ya hemos ganado algo. Nuestra responsabilidad es crear material de calidad que llegue a todos los públicos y generar pensamiento crítico y no sólo pasatiempo.
--En cambio, el musical está muy denostado. Pero usted lleva ya varias adaptaciones. ¿Es muy difícil?
El entendido de Broadway te dirá que es más seguro hacer una adaptación que montar un musical de creación absoluta. Todo porque en el musical hay algo muy complejo, cantar canciones. Yo mismo he leído antes el argumento del musical antes de ir para poder centrarme en la música. Las adaptaciones tiene su trabajo porque has decidir qué te cargas o qué personajes o capítulos quitas, pero acaba siendo esa historia que hace unos años llevó a la literatura. Con La filla del mar pasó, quieren ver cómo le explicamos nosotros un libro que han leído, o con Les histories naturals quieren ver cómo les contamos las guerras carlistas, los mundos fantásticos, los vampiros.
Esperamos que venga gente, porque el teatro está en horas muy bajas, la mayoría de salas han notado una caída de público bastante notable. Las plateas daban un poco de pena, porque tienes obras muy potentes e interesantes y la gente no se ha sentido atraída. Puede ser por el miedo, la guerra de Ucrania y la sociedad en que vivimos a la que la cultura no le da mucha importancia.
--No son pocos quienes lamentan esa falta de espectadores, cuando los primeros meses pospandémicos la gente llenó las salas. ¿Qué ha pasado?
--No es sólo en el mundo teatral, un promotor teatral me decía que debían regalar entradas para algunos grupos catalanes para llenar el local. Vivimos de la gente curiosa y se ha perdido mucho eso. Entiendo que la gente con el buen tiempo quiera ir a la playa, pero esto, no sólo se arreglará con ayudas, sino que se debe hacer un trabajo de fondo en educación y en comunicación. Tenemos poco margen y poco interés en saber a dónde vamos y toda la cultura está cambiando mucho. Sabe mal que suceda cuando no creo que haya una falta de creatividad, porque se plantean cosas muy interesantes y tenemos un gran plantel muy capaz de estar en primera línea. Cuando algunas escuelas han visto Les històries naturals ha habido alumnos que querían dedicarse a esto, hemos despertado algunas vocaciones. Hemos de mostrarlo. En las escuelas la música tiene un lugar residual, el teatro se hace en extraescolares...
También tenemos una oferta tan grande en el salón de casa con las plataformas... Hay miedo a la hora de salir y sentarse en un patio de butacas sin mascarillas, por fin. La oferta es tan grande a la hora de ver cine desde casa que la gente ha perdido la curiosidad de ir a ver y vivir espectáculos en vivo. Es una pena que se pierda esta experiencia gente que se lo está perdiendo. La sociedad y nuestros políticos deberían apretar para que la cultura esté presente, sin ser elitistas y hacer que la maquinaria siga.
--¿Cree que el musical está relegado cuando se habla de cultura?
--Mi experiencia es que el teatro público no quiere saber nada. He hecho reuniones o me han contestado mails sin dejarme explicar ningún proyecto. Cuando aparece la palabra musical no hay jingún interés. Eso nos pasa factura, porque somos multidisciplinares y acabamos vendiendo que no es un musical, porque si no parece que no estás en el nivel. Al final, te lo crees y caemos en la trampa de desprestigiarnos a nosotros mismos.
Después, si no son títulos muy conocidos para pasar el rato, la gente no tiene curiosidad por descubrir nuestras propias historias. El disco de Les històries naturals es muy contundente y no se entiende porque hay gente que pueda renunciar tan sólo a probarlo. Hay de todo en el musical como en el teatro, hay grandes títulos y propuestas que no están mal. Seguiremos. Es cierto que hace unos meses había muchos musicales en Barcelona, pero muchos estaban de paso o se iban luego a Madrid. En este sentido, Focus y, sobre todo, el Teatre Condal bajo la dirección de Daniel Anglès, ha hecho una apuesta para dar oportunidad para mostrar musicales. Quiero creer que poco a poco mejoraremos e iremos saliendo a esta situación incierta.
--En este sentido, ¿se considera un valiente o un creador a contracorriente y a la vez privilegiado por poder estrenar?
--Yo en broma digo que, como el musical en Madrid es más fuerte, mucha gente buena y válida se han ido allí y, tal vez, porque yo soy de los pocos que me he quedado tengo trabajo. Es verdad que, desde que hicimos La Barni Teatre con Ojos verdes, nunca nos dio miedo algo que a priori no está en los cánones del teatro musical. Ese atrevimiento que tenemos desde hace años más mi poco miedo a hacer lo que me apetece me ha llevado hasta aquí y a recibir el premio de la crítica por La filla del mar, un premio que el musical merecía. Ahora nos hemos puesto más cañeros con Les històries naturals, incluso hay un rap y espero que la gente lo disfrute porque hay más de una quincena de temas que una vez grabados conforman una partitura bastante única.
--Y ya que añade rap, ¿se atreve a hacer un musical con reguetón?
--No hablo del reguetón en concreto pero yo siempre he dicho que las músicas que son muy bailables son poco teatrales. Eso o reformulamos el concepto de teatro musical y ponemos al público y hacemos la obra en una pista de baile. ¡Estoy abierto, eh! (ríe). Si el cuerpo te pide bailar no puedes tener a la gente sentada una hora y media en una butaca y que solo perree la gente de los escenarios. Yo lo haría, porque siempre estamos a tiempo de estrellarnos
--Por último, con las cosas como están, ¿cuáles son sus próximos proyectos?
--Estamos hasta del 24 de mayo al 3 de junio en el Condal con Les històries naturals, La filla del mar está de gira ya larga vida. Luego, estoy con Les cartes d'amor donde he hecho la música e, igual, hay alguna canción cantada que se estrenará en octubre a la Versus. También Flamenco Voyage con Ramón Oller, que no es flamenco puro y que se estrena el 9 de junio en la Aquarella, con danza y un grupo de bailarines muy chulo. Nos hemos de ir reinventando.