Ainhoa Rodríguez: "El cine no visibiliza a mujeres con cuerpos reales y mucho menos su sexualidad"
La ganadora del Premio especial del jurado en el Festival de Málaga presenta 'Destello bravío', una película que rompe esquemas
20 junio, 2021 00:00Ainhoa Rodríguez debuta en el largometraje con una apuesta radical en los tiempos que corren. Se sitúa en un pueblo de la España vaciada para darle voz a unas mujeres de cuerpos alejados del canon de belleza actual para hablar de sus deseos. Y lo hace desde el punto de vista de la mujer.
Pero Destello bravío, su película, no solo apuesta por el contenido, sino por la forma. El trabajo de sonido de la cinta, buscado a propósito por la cineasta, pone al espectador sobre la pista de que está ante una propuesta distinta.
Radicalismo y premios
La construcción de la historia, fragmentada, sin que eso suponga un calificativo negativo, supone la apuesta por un cine menos narrativo. La textura y el color de las imágenes son otro elemento clave.
La realizadora no quiere compararse con nadie. Consciente de su alma cinéfila prefiere no oír a hablar de referencias a David Lynch, Luis Buñuel o Federico Fellini; reivindica su intención de tener una voz propia, al igual que su mirada. En este sentido, lanza un grito a los nuevos cineastas para que busquen nuevos caminos fuera de las historias preestablecidas y prefabricadas. Su ejemplo puede servir. El Festival de Cine de Málaga le otorgó dos Biznagas, el Premio especial del jurado y el de Mejor montaje.
--Pregunta. ¿Cómo surgió la idea?
--Respuesta. Yo tenía muchas ganas de trabajar con actrices naturales de Extremadura. Había trabajado anteriormente con actrices naturales y la materia prima que te dan es absolutamente fascinante, ponen todo lo emocional, las experiencias vitales, la mayor locura la transmiten de manera coherente porque la transmiten a partir de ellos. La idea en sí sale de unos talleres de cine, mujer y miradas normativas que hacía para la Diputación de Badajoz. Con ellos fui a Puebla de la Reina. No conocía a nadie y empecé a hacer unos castings multitudinarios. Asimismo, la cinta tiene esa cosa del relato y regreso emocional de la tierra y a mis orígenes, a esa cosa natural e inexplicable que son las raíces.
--¿Y todo es guion o se ha nutrido de lo que le han contado esas mujeres?
--¡Qué va! Yo iba sin guion, con alguna intuición e idea, con muchas imágenes, con los bolsillos vacíos de guion y de actores y actrices. Construí la historia in situ a través de mi experiencia allí. Ha sido algo completamente orgánico y creativo. Desde que puse los pies en Puebla de la Reina estaba mirando todo el rato, todo era inspiración, dónde y de qué manera quería contar qué, todo lo que me aportaban en los castings lo llevaba a los ensayos y de vuelta al casting. Es algo que he podido hacer porque he sido muy valiente en la propuesta, porque he hecho un proyecto vital al que he sumado unos cuantos soñadores, pero obviamente se sale completamente de la industria. Y este proceso no tiene que ser más caro o largo. El problema es que no estamos acostumbrados a salir de los esquemas mentales preestablecidos y del metro cuadrado que pisamos, pero todo proyecto debería hacerse así.
--Y además es un proyecto que habla de y desde la España vacía, nada urbanita, periférico se diría, ¿era esa la voluntad?
--Yo era plenamente consciente de la libertad que yo iba a tener, con la ayuda de un productor. Quería trabajar con no actrices y no actores que se salen de una determinada edad, por lo que hablamos de la España envejecida, se salen del canon de belleza fijado, son mujeres con cuerpos reales que no son visibilizadas en el cine y mucho menos su sexualidad, con acento extremeño y en contra de ese acento neutro que ni ellos mismos saben de dónde sale y que no tiene alma… Esta película reivindica el alma propia, personal y genuina. Yo digo que, por desgracia, puede resultar una peli revolucionaria en forma y contenido que se sale de ese relato que nos cuentan una y otra vez y del que estamos cansados.
--¿Pero hay voluntad rupturista o se debe a las circunstancias?
--Yo como creadora tengo ímpetu. Cuando era más joven tenía más rabia y ahora la tengo más canalizada, pero sí existe la voluntad de hacer las cosas a mi modo y como yo entiendo que debe ser el cine, sin que haya un enfrentamiento contra algo, sino con un amor y una pasión por lo que atrae y lo que quiero hacer.
--¿Es partidaria de apostar por un cine menos narrativo?
--Creo que la obsesión del argumento es uno de los males de nuestros días. Hay que saber qué se está contando y cómo, cómo van sucediendo los acontecimientos del relato, pero el cine es mucho más. El cine es una experiencia emocional y artística. Hay que atender al sonido, a la música, a las experiencias visuales apabullantes y no concentrarnos en la historia única y otra vez contada de tres actos y, en fin, un aburrimiento.
--Pese a la visión propia, la cinta tiene ciertos momentos que recuerdan a películas de autores como Lynch, Buñuel, Fellini o incluso Jaime Rosales, que ya hacen un cine no tan convencional. ¿Fueron fuente de inspiración o aparecen porque forman parte de su imaginario cinematográfico?
--No hay una referencia, pero yo machaco al equipo con muchas imágenes de revistas, cuadros y tal vez hasta de algunas películas, pero porque yo soy muy obsesiva del color y de las formas y busco algo parecido. Yo soy cinéfila antes que directora, he visto muchas películas desde chica. Lo he visto, lo he disfrutado, me ha hecho muy feliz el cine, pero en esta película no hay ninguna referencia, hay que dejarlo claro y decirlo sin pudor. Yo he querido hacer mi propia película con mi propio estilo que, obviamente, he aprendido cine mirando a otros y a otras, por desgracia sobre todo a otros y menos a otras, pero no hay una referencia absoluta y clara. De hecho, el filme tiene una cosa radicalmente en contra de la mirada de Buñuel o de Fellini. En ellos está la mirada del deseo del varón heterosexual sobre la mujer; en esta peli es todo lo contrario, el otro punto de vista que falta en el cine porque no nos han dejado y nos ha quedado este espacio vacío del relato de las mujeres. Es una cuestión del propio deseo femenino que toma las riendas. Y fíjate que cuando se ve extrañeza en un pueblo uno enseguida cita a Lynch y da un poco de rabia, porque esta peli vive mucho de nuestra propia cultura.
--Y hablando de referencias femeninas, está Claire Denis y sobre todo algo del sonido de Lucrecia Martel.
--Me encanta Martel y nos pueden hermanar muchas cosas como la mirada de la mujer, hay un cierto naturalismo y nos preocupamos mucho del sonido. Yo tenía una obsesión con el sonido. Esto es un lenguaje audiovisual y cuenta tanto la imagen como el sonido, lo que se ve y lo que no, el espacio y el sonido que queda fuera de campo. El sonido construye esta película y este proyecto en suspense, es un sonido que está como debajo de la tierra y que en algún momento va a salir y que en algún otro acompañan las catarsis de las mujeres y el deseo femenino.
--Para seguir su mención a la mirada de la mujer, Chus Gutiérrez mencionaba hace unos días las dificultades que se ha encontrado a lo largo de los años por arrancar un proyecto.
--Yo no sé si me las he encontrado por ser mujer, por ser primeriza o por la aventura rupturista de la película en sí. Pero es una obviedad que lo tenemos mucho más complicado a la hora de dirigir nuestros propios relatos. Si dependiendo del país el número de directoras no llega ni al 20% o incluso el 10%, ¿me vais a decir que es porque las mujeres no tienen nada que contar? ¡Venga, hombre, no me hagáis reír! Es algo que se impone, se ve. No se nos ha permitido, no nos han dejado. Hay un espacio fílmico enorme que está vacío porque no se nos ha dejado transitar y contar nuestro propio relato. Ahora empezamos a contar y llegar a ocupar ese espacio, mientras el otro está superhabitado.
--¿Eso implica que el deseo femenino está mal contado en el cine por culpa de esa mirada masculina?
--¡Es que hay un desequilibrio absoluto! ¡La mirada hegemónica es machista! Eso lo tenemos que entender todos. Nosotras hemos aprendido el cine a través de la mirada de los varones que mostraban una cultura, una educación, una cultura desde el punto de vista del varón heterosexual y evidentemente machista. Eso no significa que yo no quiera que ellos existan, son un reflejo de su cultura y su punto de vista, un claro ejemplo es que adoro a Fellini. Lo que tiene que haber son relatos feministas y narrados por mujeres, ¡son esenciales! Habrá películas que tanto da si las dirige un hombre o una mujer, pero hay un desequilibrio de relatos feministas porque no se nos ha permitido a las mujeres dirigir.
--¿Qué ha supuesto el Festival de Málaga y el Premio especial del jurado?
--Muchas cosas. Ha sido frenético. Nos quisieron un poco a raíz de Rotterdam, pero ahora ha supuesto el reconocimiento de la prensa generalista nacional y local. Ha sido extraordinario cómo han recibido la película y estamos felices. Si además hemos recibido un pequeño reconocimiento, también. Lo que ha supuesto es que la película llegue a más posibles espectadores. Yo creo en el cine que cura y transforma y hace evolucionar al público y eso nos importa todavía más.
--¿Cómo ve la salud del cine español?
--Creo que el cine español tiene autores y autoras que están deseando sacar adelante sus proyectos, con muchísimo talento, mujeres valientes, intrépidas que saben mucho lo que quieren y de cine y hay que dejarlas producir a su modo sus propias historias.
--¿Cree que falta valentía a la hora de apostar por otro tipo de cine en España?
--Falta una valentía absoluta porque talento hay de sobras. Falta valentía y ganas de salirse de lo preestablecido y lo cómodo y afrontar otros proyectos que rompan con el relato tradicional una y otra vez contado del que ya estamos un poquito hartos y hartas. Hay que narrar y viajar en lo nuevo y el espectador lo va a disfrutar.
--En este sentido la película cuenta con el apoyo de un productor que suele apostar por este tipo de historias. ¿Qué ha supuesto contar con Lluis Miñarro?
--Yo empecé el proyecto sola y en la posproducción entró él y me sentí muy bien acompañada en este viaje, menos sola. Me he sentido muy sola en la preparación, financiación, rodaje, montaje más allá de un equipo extraordinario. Hay que dar espacio a las personas que se arriesgan y Luis Miñarro lo hace. Se enamoró de la película desde el primer momento y quiso apoyarla.