La vida después de los Goya
Los Oscar tienen fama de estar gafados si resultas ganador, pero el gafe también sobrevuela los premios del cine español
1 febrero, 2020 00:00A poco más de una semana de que se celebre la gala de los Oscar, en la que tres españoles están nominados, es bueno recordar la leyenda que envuelve a los galardones. El reconocimiento inicial es mundial siempre, ¿pero qué sucede después? Actrices como Halle Berry o Charlize Theron son un ejemplo del bache o incluso el gafe que le acompaña. Después de llevarse el reconocimiento de la Academia de Hollywood por Monster's Ball en 2002, la actriz ganó el premio Ratzie, o lo que es lo mismo, los anti-Oscar, dos años después por Catwoman. Por suerte, se lo tomó con humor e incluso fue a recoger el galardón.
En el cine español, pese a algunos intentos, no existen los anti-Goya, pero el rumor de la maldición está presente y corre tanto para actores como para directores. El efecto, en cambio, es muy positivo para las agencias de representantes o incluso para las escuelas de cine. La Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC), admite que el número de llamadas se duplica después de que uno de sus alumnos gane un Gaudí, y casi se triplica si obtienen un Goya, reconocen.
Actuación
En el mundo de los actores y actrices revelación hay un poco de todo. Juan José Ballesta, por ejemplo, ganador del premio en el 2000 por El bola, estuvo un año sin trabajar, pero en 2002 estrenó tres películas, y en 2003 dos más, con directores de la talla de Fernando Trueba (El embrujo de Shaghai) o Antonio Mercero (Planta 4ª). No fue hasta 2005 que tuvo su segundo y último reconocimiento, la Concha de Plata al mejor actor en el Festival de Cine de San Sebastián. El ritmo poco a poco fue aflojando. Si en la década de los 2000 rodó 11 películas, desde 2010 hasta ahora ha hecho sólo cinco. A Bruna Cusí, ganadora del Goya a mejor actriz revelación en 2016 por Estiu 1993, de Carla Simón, no se la ha visto en otra película. Sí se la puede ver en la pequeña pantalla en el telefilme La dona del segle o más recientemente en Instinto de Movistar+. A Eva Llorach, ganadora del mismo galardón al año siguiente por Quién te cantará, de Carlos Vermut, solo se la ha visto en cortometrajes, de momento.
Hay casos en que la fama directamente se dispara. Ya casi nadie recuerda a Maria Galiana por la película que la convirtió en la mejor actriz revelación, Solas, de Benito Zambrano, sino como Herminia, la abuela de los Alcantára. O el caso de Ana Castillo, que pese a ganar en la misma categoría por El Olivo de Icíar Bollaín, muchos ya la relacionan con Paquita Salas o su papel en La llamada, de Javier Ambrosi y Javier Calvo. Ni que decir tiene Santiago Segura, que pese a que muchos lo recuerdan por Torrente, tiene un Goya a mejor actor revelación por El día de la bestia, de Álex de la Iglesia, o Fernando Tejero o Quim Gutierrez, actores de sobras reconocidos.
Dirección
Hay muchos más actores y actrices, como suele pasar en estos casos que desmienten la supuesta maldición. Aun así, el mito existe y el temor, no reconocido, también. La flamante ganadora del Goya a la mejor dirección novel, Belén Funes, reconoce que se lo han dicho.
La directora catalana no ha notado nada, de momento. Su película, La hija de un ladrón, no ha vuelto a las pantallas españolas. “Me encantaría que se reestrenara, pero si no ha pasado en la primera semana, entiendo que no va suceder”. Funes está volviendo a su vida normal, y quiere seguir dando clases y ponerse a rodar la segunda película que ya tiene preparada. Por el momento, antes y después del premio, dice que le dan “completa libertad".
Efectos contrastados
Roger Gual, ganador del Goya a mejor dirección novel en 2003 por Smooking room, sí ha notado el efecto Goya. “Tengo un muy buen recuerdo”, especialmente porque fue la gala del No a la guerra, rememora. En la ceremonia, el cineasta aprovechó para lanzar un mensaje envenenado a las televisiones públicas y a todos los que no quisieron financiar su ópera prima. “Se los dediqué a todos los que me dijeron no, por permitirme rodar en libertad”.
Ni TV3 ni TVE, que producen gran parte de las películas españolas que llegan a los cines, colaboraron en la producción de Smooking room. Sólo con el primer reconocimiento de la película en el Festival de Málaga –donde obtuvo el premio al mejor guion, a la mejor interpretación conjunta y el premio especial del jurado-- y con la película ya terminada, TVE y Canal + entraron a participar.
Libertad
Tras el Goya, las cadenas públicas han participado en sus siguientes películas. Y desde entonces su carrera ha continuado por caminos muy diversos. Hasta 2006, no presentó Remake, una coproducción con Francia y Argentina y con una repercusión menor. Su tercera película, Menú degustación, no llegó hasta 2013. “Costó más montarla por ser una coproducción entre TV3 e Irlanda”, señala. Tres años después y gracias a Netflix que produjo el 100% de 7 años, rodó su último film hasta la fecha. Entre tanto hizo varios capítulos de series y se siente a gusto trabajando para las plataformas digitales. “La industria va por aquí”, indica, aunque ama las salas de cine.
Lo más importante para ambos cineastas es rodar con libertad, y aseguran que, por ahora, en sus películas han contado con la confianza de los productores. Tal vez por eso, indican que no han hecho nada extravagante, ni se han comprado una cámara nueva. De hecho, ganar un Goya, como un Oscar, no implica una remuneración económica. Gual admite incluso que siempre ha podido escoger con quien rueda. “No tanto por el Goya como por mi tipo de películas” alega.
Viendo los casos citados parece que el gafe no vale para los premios de la Academia del Cine Español. Hace una semana que Belén Funes ganó el premio y prefiere ser optimista. La cineasta además da un ejemplo para disipar fantasmas. Y llama a mirar la situación de los cortometrajistas reconocidos, “los que ganan el Goya suelen acabar haciendo un largo”, sentencia.