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Este equipo de 200 profesionales vigila y controla el Front Marítim de Barcelona todos los días del año. Los operadores de ocio nocturno de esta parte de la Ciudad Condal operan y costean un servicio de seguridad y civismo. El contingente se activa cada noche, y contrasta con la dejadez que presentan los bajos del Hotel Arts.

Discoteca Opium Òscar Gil Coy Barcelona

Crónica Global ha asistido a una de estas operaciones diarias, que sirven para garantizar la seguridad y bienestar de los 10.000 clientes que acuden a los cinco clubes del lugar (Aqua, CDLC, Opium, Shoko y Ku) y también la buena convivencia con los vecinos de la zona.

“Seguridad y respeto”

Sobre las 22:00 horas, Toni, directivo de la empresa de seguridad Auservi, vigila el operativo diario. El profesional recuerda que el Front Marítim recibe “entre 2.000 y 10.000 personas cada noche”. Y que pese a ello, “no hay incidencias remarcables”.

El directivo, que escruta la zona de discotecas y el paseo de acceso –la calle Ramon Trias Fargas– asegura que tiene la explicación. “Desde que construyeron el carril bici, había congestión de taxis en la parada, lo que provocaba problemas de paso para las ambulancias. Nuestros agentes cívicos lo han solucionado”.

Interlocución

Esa actuación no es aleatoria. Los operadores del enclave, así como su empresa de seguridad, dialogan con “todo el mundo, policía, Ayuntamiento de Barcelona y Guardia Urbana y Mossos d’Esquadra, así como la alcaldesa de noche, Carmen Zapata”.

Seguridad frente a las discotecas del Front Marítim Òscar Gil Coy Barcelona

Con esta última figura abordaron y encauzaron el problema de los taxis. Con Guardia Urbana, a su vez, implementaron una solución de salida de la Ronda Litoral. Consiste en un corte temporal de calle.

“Una persona sólo para evitar ruidos”

Los agentes cívicos que lo ejecutan van con reflectante amarillo, encargándose de ordenar las colas de acceso a los clubes y mantienen una conducta cívica por parte de los clientes que diariamente acuden a la zona.

Negro sobre blanco, que la calle siga siendo calle para todos pese a la operativa de cinco grandes clubes.

Uno de esos trabajadores está apostado “siempre y en todo momento” en el bloque de viviendas de la calle Trelawney, el único que queda relativamente cerca de las discos. “Conseguimos que no haya incidentes y así velar por el descanso de los residentes”, apostilla Toni.

Todo bajo control

También van identificados los vigilantes de seguridad de Auservi, que complementan a los cívicos. Estos profesionales impiden hurtos y actividades no autorizadas. Para el desempeño de sus funciones, los vigilantes disponen de los medios habituales de seguridad personal, que les permiten actuar de forma preventiva y garantizar una intervención adecuada en caso de incidencias, siempre a la espera de la llegada de la Guardia Urbana o los Mossos d’Esquadra.

Seguridad en el Front Marítim, con el Hotel W de fondo Òscar Gil Coy Barcelona

Patrullan en binomio, y son una docena por toda la franja. Cuando tienen más trabajo es, sobre todo, en verano.

Eso sí, los patrulleros “rara vez se encuentran con situaciones graves”.

La zona está tan controlada por policía –en la calle– y los controladores de acceso –en los clubes– que el personal de Auservi se encarga de garantizar la seguridad, interviniendo de manera preventiva ante situaciones conflictivas o incidentes menores.

Normalmente, no pasa nada grave”, defiende el supervisor del operativo.

“Complementamos los servicios municipales”

Preguntado por la cuestión, desde Grupo Costa Este confirman que unos 200 profesionales velan por el correcto estado de la zona.

“Nuestro trabajo garantiza que una zona con una afluencia muy alta se mantenga segura, ordenada y en condiciones óptimas para residentes, visitantes y turistas”, explica un portavoz.

Ello se consigue con unos protocolos estrictos. “Limpieza antes, durante y después de la actividad; seguridad privada fija e itinerante; videovigilancia conectada a una central receptora; protocolos de actuación en caso de incidentes, aglomeraciones o alteraciones del orden; control de accesos y prevención de actividades no autorizadas en la vía pública y ordenamiento de taxis y del tráfico en la zona”, enumera concienzudamente.

“Esfuerzo económico muy elevado”

Ese desempeño, claro, no es gratis. “Supone un esfuerzo económico muy elevado”, puesto que conlleva “plantillas amplias de limpieza y seguridad, formación constante y refuerzos en temporada alta, contratación de empresas especializadas”.

Así como la “inversión continua en tecnología, cámaras, iluminación y mantenimiento del entorno”.

Discoteca Opium del Front Marítim de Barcelona Costa Este

Pero entre los seis operadores de la zona, nadie duda del éxito del resultado. El trabajo conjunto “ha elevado el nivel de mantenimiento de toda la zona”. Los clubes perciben el espacio público colindante como “ordenado” y el nivel de limpieza, de un nivel superior a la que existiría “con servicios públicos únicamente”.

“¿Si no estuviéramos? Lo vimos en el covid”

Esa labor, insisten, contrasta con lo que pasaría si los operadores no estuvieran. Es lo que intentó la exalcaldesa Ada Colau, sin éxito. “En ausencia de una gestión activa, la zona experimenta un deterioro inmediato, con aumento de la suciedad, botellón, más conflictos, menor presencia disuasoria, respuesta más lenta ante los incidentes y una experiencia inferior para el visitante”.

Es lo que pasó durante el covid, cuando la degradación “trascendió a nuestro ámbito de actuación” y se extendió “incluso a zonas más alejadas de nuestro establecimiento”.

Los servicios municipales no dieron abasto y la primera línea de mar de Barcelona perdió lustre y seguridad.

El Arts sí apuesta por la suciedad

Cualquiera que fuere su versión, lo cierto es que el Frente Marítimo de Barcelona muestra ahora dos Barcelonas distintas. Los operadores de ocio nocturno inyectan ingentes cantidades de dinero en limpieza y seguridad, mientras que el Hotel Arts, vecino de las mismas, está dejando degradar su zona de influencia.

Lo ha comprobado Crónica Global in situ, al percibir el Centro Comercial Marina Village, el párking subterráneo del Arts y su entorno –el antiguo restaurante Bestial, por ejemplo– sin actividad económica, sin apenas luz, repleto de suciedad y con notoria ausencia de vigilancia y control.

Seguridad en el Front Marítim Òscar Gil Coy Barcelona

Cabe recordar que el Arts está presionando en varias direcciones para ejecutar una operación inmobiliaria y quedarse la zona para construir su marina de lujo. Mientras ello no ocurre, estaría utilizando la desertización de su perímetro como herramienta de presión, indican fuentes conocedoras.

Este medio ha preguntado a una portavoz del Hotel Arts, que ha indicado que no haría comentarios.