Josep Oliu (izq.), presidente de Banco Sabadell, conversa con su homólogo de BBVA, Carlos Torres / EP

Josep Oliu (izq.), presidente de Banco Sabadell, conversa con su homólogo de BBVA, Carlos Torres / EP

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BBVA dibuja el escenario de una fusión con Banco Sabadell que irá para largo

Carlos Torres admite que la operación no se ejecutará de forma inmediatamente posterior al desenlace de la OPA, con un buen número de factores en juego.

Más información: BBVA espera que la CNMC apruebe la OPA sobre el Sabadell próximamente y sin condiciones

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"La fusión llega después de la OPA. Pero en ningún caso en el primer minuto, porque requiere de una planificación importante". Así se ha expresado en las últimas horas el presidente de BBVA, Carlos Torres, en referencia a la operación que inició a mediados de abril para absorber Banco Sabadell. Una maniobra que parece destinada a hacer saltar por los aires todos los calendarios previstos. 

Tras la decisión de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) de llevar el caso a la fase 2, la mayoría de analistas llevó la previsión del cierre de la fusión al verano de 2025. Mientras, el propio BBVA transmitió al mercado que los plazos que manejaba oscilaban entre los seis y los ocho meses.

No fue tan explícito Torres tras presentar los resultados anuales del banco que preside. Pero, sin cifras concretas, no dudó en afirmar que a partir de la OPA "pasarían bastantes meses hasta que se llevara a cabo la posterior fusión".

El escenario de una larga convivencia de BBVA con una entidad participada mayoritariamente llamada Banco Sabadell empieza a verse con elevados visos de probabilidad. Han cambiado muchas cosas desde aquel primer anuncio de la OPA, cuando Torres señaló que no tendría demasiado sentido contar con dos entidades operando al mismo tiempo.

La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero

La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero EUROPA PRESS

Entre otras, la aparición de una nueva figura fiscal, que sustituye al anterior impuesto temporal a la banca. Se trata de una tasa que pretende gravar los ingresos de las entidades de forma progresiva, en función de su magnitud, hasta el 7%.

Pero, además, también sobrevuela una penalización fiscal a operaciones corporativas en el sector financiero. Este segundo impacto fiscal decayó con el decreto ómnibus, toda vez que formaba parte de él. Y aunque no figura en el que el Gobierno aprobó el pasado martes, éste sí con visos de ser aprobado, no se descarta que vuelva a plantearse en algún momento.

Mantener la sede

En otras palabras, muchos números por hacer y rehacer. Y, con toda probabilidad, con resultados diferentes de los originales. También ha transcurrido el tiempo para los bancos implicados en la operación; no son los mismos ni presentan los mismos números que en mayo.

Incluso, BBVA está dispuesto a que el Sabadell mantenga su sede en Cataluña, a la que acaba de volver tras siete años en Alicante, en el caso de que la fusión se prolongue en el tiempo más de lo previsto.

Torres insiste en uno de los puntos que más controversia ha despertado en este proceso: las sinergias de la operación no difieren mucho, con independencia de si finalmente hay o no fusión. Un argumento que ha sido revocado habitualmente por el banco opado, dentro de sus motivaciones en contra de la maniobra. 

Precisamente, fueron su presidente y su consejero delegado, Josep Oliu y César González-Bueno, respectivamente, los primeros en advertir a sus propios accionistas de que el proceso iba para largo. 

La cúpula del Sabadell se refería por entonces a la OPA, dado que si finalmente sale adelante y logra el objetivo, las decisiones de la entidad sólo dependerán de la voluntad del que sería su socio mayoritario. Éste dice seguir pensando en la fusión como meta final. Pero, ahora, parece tener menos prisa.