La caída bursátil de Grífols el 9 de enero de 2024, cuando se publicó el informe de Gotham

La caída bursátil de Grífols el 9 de enero de 2024, cuando se publicó el informe de Gotham EFE

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Un año de la crisis de Grífols: 3.200 millones menos, un pleito y muchas dudas por resolver

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Los accionistas y directivos de Grífols no olvidarán fácilmente la fecha del 9 de enero. Hace justamente un año, los títulos de la compañía comenzaban la sesión bursátil con desplomes próximos al 40%. El fondo especulador Gotham City había publicado horas antes un informe que, expresado de forma coloquial, no dejaba títere con cabeza en la empresa.

Al cumplirse el primer aniversario, los títulos de Grífols cotizan un 34% por debajo del precio fijado en la víspera de aquel martes negro que inició la crisis. Pese a los múltiples cambios llevados a cabo; pese a la mejora de los resultados.

Un retroceso que se traduce, en términos de capitalización bursátil, en unos 3.200 millones de euros. No obstante, en su día el agujero fue mucho mayor. En el punto más bajo de este proceso, las acciones de Grífols llegaron a perder algo más de un 55%.

El documento que abrió la caja de los truenos puso en duda el valor de la compañía, hasta el punto de afirmar que debería cotizar en cero euros. Además, cuestionó la praxis contable y arrojó muchas dudas sobre las cifras de deuda que reflejaba en su balance. 

Raimon Grifols Roura  y Victor Grifols Deu, exconsejeros delegados de Grifols / EFE

Raimon Grifols Roura y Victor Grifols Deu, exconsejeros delegados de Grifols / EFE

Gotham City también incidió en las numerosas operaciones de Grífols había llevado a cabo con Scranton Enterprises B.V. La mercantil, domiciliada en Países Bajos, es uno de los principales accionistas de la cotizada y está participada por varios miembros de la familia fundadora y que da nombre a la empresa. 

Más allá del contenido del informe, su publicación dio paso a uno de los ataques especuladores más intensos que se recuerdan en la bolsa española. En una acción que, por momentos, pareció digna de una coreografía, decenas de fondos de este tipo zarandearon la cotización de Grífols durante varias semanas.

Diez años antes, Gotham City redujo a cenizas a la tecnológica Gowex, que había embelesado a numerosos inversores y entidades financieras. Sus planes para llevar wifi a cada rincón de las ciudades convirtieron a su fundador y máximo responsable, Genaro García, en el empresario de moda. 

Tras el ataque de Gotham, no tardó en dar con sus huesos en prisión. El fondo puso al descubierto las miserias de la tecnológica Gowex, que sobrepasaban los límites penales.

Muchos cambios 

Como no tardó en concluir el mercado, Grífols no es Gowex. Sin embargo, no por ello ha sido capaz de levantar cabeza. En su empeño por mejorar su imagen ante los inversores ha realizado un profundo ejercicio de separación entre gestión y propiedad. Tanto, que el apellido Grífols ha desaparecido de cualquier cargo que incluya poderes ejecutivos. 

También ha introducido significativos cambios en su gobernanza. En la actualidad, el mando y las decisiones de la empresa están en manos de su consejero delegado, Nacho Abia. Fichado al poco de iniciarse la crisis, sin vínculos con los fundadores ni trayectoria previa en Grífols, Abia constituyó el paradigma de la independencia que la compañía pretendía otorgar a su consejo.

Entrada a la sede de la CNMV en Madrid / EP

Entrada a la sede de la CNMV en Madrid / EP

Desde el punto de vista financiero, la farmacéutica ha sido capaz de reducir su deuda y apalancamiento, que llevaban muchos meses castigando su cotización. Culminó a tiempo la venta del 20% de la china Shanghai RAAS, acordada poco antes del ataque de Gotham City.

Y además, ha sido capaz de emitir hasta 2.600 millones de euros en bonos para refinanciar parte de la deuda, extender su longevidad y despejar el horizonte de grandes vencimientos hasta 2027.

Esfuerzos notables, pero que no han disipado las múltiples dudas que el episodio vivido hace un año dejó entre los inversores. Estos no olvidan que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) obligó a Grífols a reexpresar algunos aspectos contables al detectar algunas deficiencias.

Tampoco, que a raíz de la investigación abierta por el desplome bursátil, el supervisor mantiene un expediente sancionador abierto por esta causa. Ni que se sigan dando casos de conflicto de interés, como contar con Osborne Clarke como asesor legal de cabecera. 

El bufete británico abrió oficina en España de la mano de Tomás Dagá, consejero de Grífols desde hace más de 20 años, y persona muy vinculada a la familia fundadora. La figura de Dagá fue cuestionada también en algunos de los sucesivos informes que Gotham publicó con posterioridad al demoledor primer documento. 

Tomás Dagá (dcha.), consejero de Grífols desde 2000, junto al presidente no ejecutivo, Thomas Glanzmann

Tomás Dagá (dcha.), consejero de Grífols desde 2000, junto al presidente no ejecutivo, Thomas Glanzmann EFE

Igualmente, ha supuesto un paso atrás con vistas a recuperar la confianza del mercado el intento frustrado por parte de Brookfield de lanzar una OPA por el 100% de la compañía. Las negociaciones con la familia fundadora no llegaron a buen puerto. Además, también trascendió los numerosos problemas que encontró el fondo canadiense para encontrar la financiación necesaria para afrontar la eventual oferta.

Finalmente, Brookfield trasladó al consejo un precio indicativo de 10,5 euros que el consejo de Grífols rechazó por considerar que infravaloraba el potencial del productor de hemoderivados. 

Lo cierto es que tras el desistimiento de la OPA por parte del fondo las acciones de Grífols no han vuelto a aproximarse a esta cota. Al cumplirse este primer aniversario del desplome que dio lugar a la crisis, el mercado aguarda más datos sobre la evolución de la compañía. 

Y también, el encuentro con analistas e inversores que Grífols programó para exponer sus planes de futuro y que canceló tras aparecer Brookfield en escena. 

Otro de los elementos que añaden incertidumbre sobre la compañía es el resultado del pleito que inició en un tribunal de Nueva York contra Gotham y sus fundadores y principales responsables. Dos semanas después de la publicación del informe, la empresa acudió a los tribunales con una querella que acusa a los especuladores de difundir información falsa sobre Grífols para hundir su cotización y obtener beneficio.