Nacho Abia, consejero de Grifols, en la Junta de accionistas de Grifols el 14 de junio en Sant Cugat del Vallès, Barcelona

Nacho Abia, consejero de Grifols, en la Junta de accionistas de Grifols el 14 de junio en Sant Cugat del Vallès, Barcelona Cedida

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El costoso alivio de Grífols: paga tres veces más que el Estado para refinanciar deuda

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Grífols ha respondido con celeridad a la complicada situación a la que se enfrentaba después de que fracasaran los planes del fondo Brookfield para lanzar una OPA sobre la farmacéutica. Eso sí, la solución aplicada no va a resultar nada barata. La situación financiera de la empresa, aún muy endeudada, le ha llevado a tener que ofrecer a los inversores una rentabilidad que triplica la de la deuda pública para poder colocar los bonos que le proporcionarán alivio financiero hasta 2027. 

Tras el cierre de la sesión del miércoles, la compañía anunció el cierre de una nueva emisión de bonos por valor de 1.300 millones de euros, que despejarán el horizonte de grandes vencimientos durante los próximos tres años. 

Los ingresos permitirán terminar de amortizar los bonos senior garantizados que vencían el próximo mes de febrero. Y además, liquidar por completo los préstamos revolving, cuya obligación de pago estaba fijada para noviembre de 2025.

De acuerdo con el comunicado remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en el que se da cuenta de la emisión, los nuevos bonos cuentan con un tipo del 7,125% y un vencimiento en mayo de 2030. 

Edificio sede de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en Madrid

Edificio sede de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en Madrid EUROPA PRESS - Archivo

Una cantidad notablemente elevada si se compara con la de la última subasta del Tesoro de un producto con un vencimiento similar, como es el bono a cinco años. La pasada semana, el departamento dependiente del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa colocó este activo con un tipo de interés medio de 2,365%. 

Las cifras dan idea de las dificultades a la hora de colocar nueva deuda del productor de hemoderivados entre los inversores. Algo que ya sucedió durante la pasada primavera, cuando Grífols recurrió al mercado de renta fija privada para repagar deuda a la espera de culminar la operación de venta del 20% de Shanghai RAAS.

Estas maniobras han contribuido a eliminar algunas incertidumbres sobre el futuro financiero de Grífols. La última prueba de esto ha sido la mejora de la calificación de deuda a cargo de la agencia S&P, que subió una nota a la compañía, hasta B+, tras el anuncio de la emisión y constatar la mejora en el desempeño del negocio y la gestión financiera en los últimos trimestres. 

No obstante, pese a la mejora de S&P, la deuda de Grífols se encuentra aún en el cuarto escalón por debajo del grado de inversión; incluso dentro de la categoría conocida en el argot financiero como "bono basura", la revisión al alza no hace que la compañía salga de la distinción de "elevadamente especulativo".

Obstáculo para Brookfleld

Cabe recordar que uno de los obstáculos con los que se encontró Brookfield a la hora de diseñar el plan para hacerse con el control de Grífols fue precisamente el de la refinanciación de la deuda de la compañía.

Su elevado coste complicó la operación hasta el punto de que los números no terminaban de salirle al fondo canadiense. De ahí que, finalmente, su propuesta de oferta fuera poco menos que a precios de derribo, algo que fue rechazado de forma tajante tanto por el comité de transacciones como por el consejo de administración de la farmacéutica.

El Ibex cierra su mejor año desde 2009 / EP

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Después de que Brookfield descartara la operación y el órgano de gobierno de Grífols la diera definitivamente por cerrada, la incertidumbre en torno al futuro inmediato del productor de hemoderivados se instaló en los mercados. 

Este factor, unido a la salida masiva de inversores oportunistas que habían tomado posiciones en el valor por la posible OPA, propiciaron un sonoro desplome en bolsa. Mientras, los rumores sobre posibles alternativas como una ampliación de capital comenzaron a circular, aunque la rápida actuación de la compañía ha reducido al mínimo su recorrido. 

Cuestiones por resolver

Este jueves, las acciones de Grífols registraron fuertes subidas, en concreto del 8,4% al cierre de la sesión, aunque llegaron a superar el 12% en algunos momentos. Pese a lo oneroso de la alternativa de refinanciación, los inversores han valorado la ágil reacción de Grífols y la rápida eliminación de un elemento tan nocivo para cualquier valor como la incertidumbre.

No obstante, las acciones de la compañía han enjugado parte de este avance el viernes para concluir la semana en 9,36 euros, cerca de un 11% por debajo del precio indicativo trasladado por Brookfield para una eventual OPA. La solución a corto plazo aún no termina de despejar el panorama de la empresa que, además, aun debe resolver algunas cuestiones como las relacionadas con el gobierno corporativo.

A vueltas con la gobernanza

Tras dar entrada a un representante de los fondos más críticos con la gestión de la compañía, se espera que el debate en el consejo de Grífols suba de intensidad. En las últimas comunicaciones del fondo Mason Capital, que lidera este movimiento, la figura del consejero Tomás Dagá adquirió especial protagonismo. 

En este sentido, Osborne Clarke, el despacho de cabecera de la farmacéutica y al que Dagá ha estado ligado desde su apertura en España, ha vuelto a actuar como asesor de Grífols en la última emisión de bonos. Un detalle que no pasará desapercibido para los fondos que han solicitado detalles sobre los emolumentos de Dagá en el despacho y los asuntos que han unido a ambas compañías.