Iberdrola ha vuelto a lanzar un mensaje implícito al Gobierno sobre la conveniencia de mejorar la rentabilidad de las inversiones en redes. Un elemento que cada vez cobra un mayor peso en la estrategia de la compañía al tiempo que está reduciendo la aportación del mercado español a su cuenta de resultados.
Las últimas horas han sido más que agitadas en el sector, a cuenta de los trámites parlamentarios para convertir en permanente el impuesto especial a las energéticas, que el Gobierno puso en marcha hace dos años como temporal. En este sentido, la opinión de un referente como Iberdrola era más que esperada por el mercado, que recibió como respuesta una buena dosis de tibieza.
Ignacio Galán, presidente de la empresa energética, ha admitido que el impacto de este tributo en la cuenta de resultados de la compañía es limitado, algo que le ha llevado por un adecuado atajo para no pronunciarse sobre la cuestión.
"No hay tomada aún una decisión, los trámites son muy largos y hasta que no finalicen no nos pronunciaremos; hasta entonces, no tenemos nada, sólo ruido", ha respondido a los analistas durante la conferencia en la que ha explicado los resultados de Iberdrola entre enero y septiembre.
Sin embargo, no ha sucedido lo mismo cuando la inquietud de los profesionales que siguen el valor para las firmas de inversión ha pasado por la rentabilidad de las inversiones en redes. Iberdrola y otras compañías del sector han mostrado su disconformidad con los límites impuestos por el Gobierno en este terreno, lo que sitúa el rendimiento de estas inversiones notablemente por debajo del obtenido en otras geografías, como Reino Unido o EEUU.
Hacia esos mercados se está volcando buena parte del volumen de inversiones de Iberdrola, que baten récords cada trimestre.
Apetito inversor
"En el mercado hay un gran apetito inversor por la electricidad", ha constatado Galán, quien ha mencionado como ejemplo una conferencia organizada recientemente por el Gobierno británico en la que expuso unos ambiciosos planes para el sector energético.
Una oportunidad que España podría desaprovechar en el caso de que no garantizara a los inversores un rendimiento al menos acorde con el de los mercados de su entorno.
El desarrollo de las energías renovables y los avances en la transición ecológica y la descarbonización de la economía exige una ambiciosa inversión en las redes con el objeto de que sean capaces de soportar una demanda que será cada vez más elevada.
Como derivada de esta tendencia de Iberdrola a destinar cada vez más inversión al exterior, su cuenta de resultados aflora un peso del mercado nacional cada vez más menguante. Entre los puntos que la compañía ha destacado en su última presentación figura el referido a que el 82% de su resultado bruto de explotación (Ebitda) procede de países con rating de inversión 'A', entre los que no figura España.