Llegó a haber situaciones de pánico, salida indiscriminada de inversores, sin importar sectores ni geografías, caídas en picado de valores y de índices (incluida la inédita en casi cuatro décadas del Nikkei japonés). Todo fue relativamente fácil de describir en la jornada negra vivida este primer lunes de agosto. Más complicado resultó encontrar un motivo firme. 

El más recurrente fue el temor a una recesión de la primera economía del mundo, basado en las cifras de peticiones de subsidios de desempleo que publica cada semana el Departamento de Comercio de EEUU. Unas cifras que se conocieron ya a finales de la pasada semana, igual que las actas de la última reunión de la Reserva Federal (Fed), que apuntaban a la cita de septiembre como la primera desde la pandemia en la que se acordará una bajada de tipos

Las sospechas de que la Fed llegaba algo tarde a la corrección del precio oficial del dinero hace tiempo que sobrevuelan el ambiente en los mercados mundiales. A la pregunta de qué ha pasado en las últimas horas que no se supiera antes, la respuesta es demoledora: nada.

Lo sucedido este lunes en las principales bolsas mundiales está lejos de ser un punto de inflexión o la ruptura abrupta de una marcada trayectoria alcista. Todo lo contrario. Viene a confirmar y agudizar la tendencia bajista que los índices ya venían mostrando desde que finalizó el primer semestre del año.

Fachada de la Bolsa de Nueva York / EP

Y no ha sido precisamente suave la corrección. Durante las últimas cuatro semanas, el Nasdaq estadounidense se ha dejado cerca de un 12%. En Europa, el EuroStoxx50 y el AEX de Amsterdam retroceden más de un 8% en el mismo periodo, casi lo mismo que Milán, mientras que París y Francfort pierden en torno al 7%. 

Proporciones un tanto abultadas para tratarse índices bursátiles y corto espacio de tiempo como un mes. Y que, además, llegan a continuación de un comportamiento alcista durante la primera parte del año que tampoco cuenta con cimientos excesivamente sólidos para mantenerse.

El efecto de la IA 

Entre enero y junio, el indicador del mercado tecnológico de Wall Street avanzó más de un 26%, principalmente al calor de los avances protagonizados por gigantes del sector que se frotaron las manos ante las oportunidades de negocio abiertas por el desarrollo de la inteligencia artificial

Durante algunas semanas, tres de estos imperios, Microsoft, Apple y Nvidia, situaron sus respectivas capitalizaciones bursátiles por encima de los tres billones (europeos) de dólares (aproximadamente, el PIB nominal de Francia) y rivalizaron por ser la mayor empresa del mundo de todos los tiempos.

Sede del Banco Central Europeo, en Francfort / BCE

 

En la vieja Europa, los movimientos fueron algo más calmados, lo que no impidió que los principales índices avanzaran a ritmo de doble dígito entre enero y junio. Y eso, pese a que las expectativas de recortes de tipos en la zona euro, que llegaron a ser de cuatro bajadas en 2024, se fueron diluyendo hasta reducirse actualmente a la mitad. 

No se abarató el dinero para comprar pero, sin embargo, sí llegaron esas compras. De forma anticipada, como casi siempre en los mercados bursátiles.

Se acaba el tiempo 

"Asistimos a una realización de beneficios más o menos tendida en las últimas semanas, pero que se ha acelerado desde la publicación del dato del paro en EEUU. Se acaba el margen para ganar dinero con las apuestas de comienzos de año", apuntan desde una firma de análisis internacional.

Existe incertidumbre acerca del comportamiento de la economía norteamericana. Y sobre si la actuación de la Fed ha sido adecuada, confirman los expertos. "Pero no justifica el escenario de pánico que se ha llegado a ver. Volvemos a asistir a una sobre reacción en las bolsas, incluso hasta con ciertos tintes especulativos". 

La Fed pide calma

En las últimas horas, la Fed de Chicago ha lanzado un mensaje de tranquilidad al afirmar que el organismo cuenta con los mecanismos necesarios para apoyar a la economía en caso de recesión y que no dudará en ponerlos en marcha. Pero, a continuación, ha aseverado que EEUU no está cerca de una recesión, aunque sí ha admitido que las cifras de desempleo que parecen haber encendido la mecha sorprendieron de forma notablemente negativa. 

La llegada de nuevas bajadas de tipos encontrará a muchos gestores con los deberes hechos con vistas al cierre del ejercicio. Y a salvo de las posibles turbulencias derivadas de las elecciones estadounidenses de noviembre, lo que dejará la sacudida de inicios de agosto en una anécdota.

Noticias relacionadas