El mundo mira con una cierta preocupación el estancamiento del consumo interno en China. Según el veredicto del centro de estudios de Caixabank y los datos del Banco Popular de China, la población mantiene la prudencia y prioriza el ahorro en detrimento de la inversión. Por esta razón, en gran parte, todavía no se vislumbra una sólida recuperación del sector inmobiliario.
Más allá del negocio del ladrillo, para entender la situación del gigante asiático se debe tener en cuenta que, desde la pandemia, se ha registrado un enorme crecimiento en la producción de productos manufacturados sin que el sistema tenga la capacidad para absorber dicha actividad. Concretamente, entre el 2015 y el 2019, China acumuló un aumento de un 10%, mientras que en el período 2023 se detectó un crecimiento del 5%.
¿Cómo se vive este contexto en Cataluña?
Actualmente hay unas 200 filiales de empresas chinas en Cataluña, uno de los principales mercados no europeos para la economía catalana después de Estados Unidos y Japón. Desde el 2019 hasta la actualidad, la comunidad ha recibido poco más de 1.100 millones de euros de inversión de China. Una movilización de recursos que ha generado 2.100 nuevos puestos de trabajo. La actividad catalana en el país asiático está monopolizada por las siguientes firmas: Borges, Fluidra, Grífols, Mango, Roca y Damm.
Tampoco se puede obviar el impacto de la industria farmacéutica, un ecosistema que representa 1.778 de los 1.822 millones de la cifra de negocio de las empresas catalanas en China. En clave de importaciones, el liderazgo recae en el turismo (85,4%), cosmética (19,3%), industria farmacéutica (12,8%), biotecnología (12,8%), logística (11,4%), movilidad (10,8%), alimentación (10%), metal (9,8%), TIC (7,6%) y energía (7,6%). Otro sector que ha acusado el estancamiento del consumo chino ha sido el agroalimentario.
Garantizar la disponibilidad del producto
La inestabilidad ha provocado que China pase de la tercera a la sexta posición en la clasificación de países con mayor impacto de las ventas catalanas, por detrás de Alemania, Reino Unido y Portugal. Precisamente, la mejora de la actividad en el continente europeo ha salvado los muebles en la industria. Frente a este escenario, algunas empresas catalanas contactadas por Crónica Global ya aceleran sus pedidos a las fábricas chinas para asegurarse la disponibilidad de material en épocas cumbre como la campaña de Navidad.
“Antes teníamos un período de 30-45 días para la fabricación del producto y ahora nos podemos ir a los 60 días”, afirma el fundador y socio de Plakks, Haritz Múgica. Fundada en 2018 y con sede en Sitges, la empresa comercializa juegos de madera con un protagonismo destacado para el fútbol. El traslado de la producción a China, concretamente al sur de Shanghái, ha reducido un 40% el coste del juego en comparación del mismo proceso en Europa.
Una mejora económica que no reduce la inquietud a la hora de recibir a tiempo los productos. “En la situación actual, el barco con el material puede tardar dos meses en llegar a Barcelona y por eso muchas empresas nos estamos moviendo mucho para prevenir futuros contratiempos”, describe Múgica. Los últimos datos oficiales, publicados en junio, exponen que China ha sido el único mercado que no ha experimentado un incremento de tráfico en el Puerto de Barcelona.