El grupo IAG, matriz de la aerolínea Iberia ha acordado con Repsol la compra de 228.000 toneladas de combustible orgánico SAF (Sustainable Aviation Fuel, por sus siglas en inglés), para impulsar la descarbonización del transporte aéreo, responsable del 2,3% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global.

Aunque por el momento el cambio tecnológico no pase por la electrificación, como sí ocurre en otros sectores, el combustible SAF consigue reducir de forma significativa las emisiones (aproximadamente un 80%) respecto del queroseno tradicional, ya que no se extrae del petróleo. 

Cumplir con los objetivos

IAG tiene como objetivo que el 10% del combustible de aviones sea SAF en 2030. Con esta nueva inversión, el grupo se asegura un tercio de la materia necesaria para encaminarse hacia dicha meta. Esta no esa la única inversión que han realizado en combustibles alternativos del queroseno. Al cierre del pasado diciembre de 2023, IAG desembolsó más de 1.000 millones de dólares en SAF.

Por parte de Repsol, el objetivo es el alcance de producción de 1,7 millones de toneladas en 2027, y de 2,7 millones en 2030. Además, quieren fortalecer presencia en península ibérica, con medidas como la puesta en marcha de la refinería de combustibles renovables en Cartagena (Murcia).

Ventanilla de un avión PEXELS

Descarbonizar el sector

El transporte aéreo protagonizó un máximo histórico de emisiones en 2019, cuando se alcanzaron las 1,03 mil millones de toneladas de CO2 a la atmósfera. El queroseno tradicional emite por dos vías: en la extracción y en la combustión. Un litro de esta sustancia, de forma aproximada, arroja algo más de 3 kilos de CO2 a la atmósfera: 2,5 por la combustión y 0,5 kilos por la extracción. 

El combustible SAF emite CO2, sin embargo, la materia prima de la cual se extrae no es el petróleo, sino que son residuos orgánicos, hecho por el cual se aminoran este tipo de gases. La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero no sólo se calcula durante la propia combustión, sino en todo el ciclo de vida: extracción, refinación, transporte y combustión. 

Avión Airbus A320 de Vueling Vueling

Menos CO2 en vuelos

El sector de la aviación es uno de los más complicados, en estos momentos, para electrificar. El peso de las naves, junto con las largas distancias a recorrer (sobre todo en vuelos intercontinentales) y las grandes dimensiones, hacen que no sea tan sencilla la implementación de una batería, como sí ocurre en transportes más pequeños, como los coches, motocicletas o camiones. Al menos, por ahora, y con la tecnología actual.

Los avances para luchar contra el cambio climático en los aviones pasan por una mayor eficiencia de los motores, implementar diseños más aerodinámicos o aumentar la capacidad del interior de las naves, para poder reducir las emisiones de CO2 per cápita, en este último aspecto. Por ello, uno de los primeros pasos en materia de reducir los vertidos de gases, es sustituir el combustible utilizado. 

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