La junta extraordinaria de BBVA celebrada este viernes no iba a determinar en ningún caso, salvo acontecimiento inesperado o cataclismo, el desenlace de su nuevo intento por hacerse con el control de Banco Sabadell. Pero sí estaba destinada a dar muchas pistas sobre el sentimiento del mercado hacia la operación y de los inversores institucionales que lo mueven. La contundente respuesta ha disipado las dudas que pudieran existir al respecto, lo que otorga al consejo de administración que lidera Carlos Torres una clara victoria en el primer asalto.
Que será el primero de muchos. Tras comprobar que los accionistas del BBVA apoyan la OPA hostil y que el camino hacia lograr más de un 50% del capital del banco con sede en Alicante parece allanado, la batalla se traslada a otros terrenos, como el social y el reputacional, en los que los interrogantes no están ni mucho menos despejados.
Aunque la operación en sí no era lo que se sometía a votación (sino la ampliación de capital para poder atender el canje establecido como contraprestación para los socios del Sabadell), un cuórum reducido o porcentaje destacado de votos en contra habría puesto en cuestión si el mercado ve realmente con buenos ojos la fusión.
No fue el caso. La participación en la asamblea rozó máximos históricos y el porcentaje de las acciones presentes o representadas que no emitió voto afirmativo apenas superó el 3,5%.
Dada la similar estructura accionarial de ambas entidades, sin socios de control ni accionistas históricos o de referencia, los expertos coinciden en señalar que una notable mayoría de los títulos que han votado en la asamblea están en poder de inversores institucionales (banca de inversión, fondos y gestoras de inversión y de pensiones) que cuentan con participaciones tanto en BBVA como en Banco Sabadell.
De modo que el respaldo mayoritario a la ampliación de capital previa permite descontar que desde el otro lado de la orilla tengan una visión igualmente favorable a la operación.
La fase ya rechazada
No puede decirse lo mismo en cuanto a la segunda parte de la historia, la que atañe a la fusión por absorción del Sabadell. En realidad, este es el elemento que ya ha sido de alguna forma sometido a votación, aunque no en el escenario de una junta de accionistas, con el resultado de un manifiesto rechazo.
La OPA hostil no deja de ser la consecuencia de la respuesta negativa por parte del consejo de Banco Sabadell a la propuesta amistosa de su competidor. "Hemos decidido dar el poder de tomar una decisión a sus accionistas", recordó Torres en su discurso de la junta. Pero superado el trámite de saltarse al órgano de gobierno que preside Josep Oliu, la partida volverá al punto inicial, donde quedó varada a comienzos de mayo, que fue lo que motivó la pulsación del botón nuclear de la OPA.
A partir de aquí, el rechazo alcanzó a patronales, Administraciones públicas, partidos políticos, lobis e incluso reguladores como el Banco de España.
Uno de los factores esgrimidos por todos fue el del empleo, sin duda el más nombrado en la junta de accionistas. Al contrario de lo que sucede habitualmente con las intervenciones de los sindicatos, plagadas de quejas y reclamaciones por promesas y compromisos incumplidos, en esta ocasión expresaron de forma mayoritaria dudas y temores sobre el futuro de los puestos de trabajo, dado el historial que arrastra en este punto el proceso de consolidación en el sector.
Las dudas parecen estar en ambos lados. En sus respuestas, el presidente del BBVA empleó las fórmulas oficiales sobre los "ajustes" y la "integración de las plantillas por criterios estrictos de profesionalidad", sin ir más allá.
Tampoco se pronunció sobre algunos cálculos del coste que deslizó el consejero delegado de BBVA, Onur Genç, el día del primer anuncio de la OPA, en el que los ejecutivos de la entidad cometieron algunos excesos verbales que han procedido a corregir de ahí en adelante.
El 'caso Villarejo'
A nadie escapa que, una vez que se plantee la fusión, los inversores dejarán paso a otros actores principales como los reguladores y el propio Gobierno, que tendrán en ese momento su papel. En este terreno es donde, al menos hasta ahora, BBVA ha demostrado desenvolverse con menos soltura.
En el plano reputacional, la extensa duración prevista para la operación podría hacerla coincidir con la apertura de juicio oral por el caso Villarejo, en el que la entidad es una de las señaladas como persona jurídica. Aunque durante la junta el asunto sólo fue mencionado por el accionista Luis del Rivero, expresidente de Sacyr y muy crítico con el papel del banco en este asunto, no es un elemento a olvidar y con el que también deberá bregar BBVA si quiere sacar adelante la compra del Sabadell.