En 1999, Blackrock dio el salto al parquet con su OPV en la Bolsa de Nueva York. La firma, cuyo origen se remontaba apenas a una década, ya atesoraba por entonces activos bajo gestión por valor de 165.000 millones de dólares. Al cierre de 2023, esta cifra se ha multiplicado por 60, para superar la cota de los 10 billones de dólares (algo más de nueve billones de euros al cambio actual), equivalente a casi seis veces el Producto Interior Bruto (PIB) nominal de España.

Como muchas historias empresariales de éxito, Blackrock nació de una escisión. Y, anteriormente, de una discrepancia, de formas diferentes de ver un negocio. Las que tuvieron, entre otros, Larry Fink, actual presidente y consejero delegado de la entidad, su lugarteniente, Robert Kapito y Steven Schwartzman, considerado también fundador de Blackrock.

Es relativamente habitual la confusión con otro gigante de la inversión como Blackstone, dada la similitud entre los nombres. Pero es aún más razonable si se tiene en cuenta que Blackrock no es sino una escisión de Blackstone. Fruto del aprendizaje de malas experiencias anteriores en First Boston, Fink y Schwartzman "vendieron" a los responsables de Blackstone la idea de crear un negocio de gestión del riesgo, que se denominó originariamente Blackstone Financial Services y, posteriormente, fue bautizado como Blackrock.

No tardaron en surgir las diferencias entre Schwartzman, de planteamientos más conservadores, y Fink, con ideas de revolucionar la industria de la inversión, abrir vías de negocio alternativas y atraer talento de la banca, que contaba con brillantes gestores encorsetados en la estrategia cerrada que se les imponía desde las cúpulas de las entidades. 

Fachada de la Bolsa de Nueva York / EP

A mediados de los 90, Schwartzman acabó por vender su parte del negocio y quedarse en Blackstone, una decisión que más tarde definió como un "error heroico". Fink terminó por sacar a bolsa Blackrock y emprender un meteórico ascenso cuyo techo a día de hoy se confunde con el infinito.

Con cerca de 20.000 empleados, presencia en más de un centenar de países en todo el mundo, con oficinas en 38 de ellos e ingresos anuales cercanos a los 18.000 millones de dólares, Blackrock es el referente de la industria de la inversión en todo el mundo.

Dominar el Ibex

En España, está presente como accionista significativo en la mitad de los valores que componen el Ibex 35, con participaciones valoradas en algo más de 20.000 millones de euros.

Tal circunstancia le convierte en uno de los amos del mercado español, junto a Criteria Caixa, el propio Estado y Norges Bank, el fondo soberano de Noruega. 



Su última operación de campanillas guarda una estrecha relación con la bolsa española, dado que se trata de la compra por 12.500 millones de dólares de la gestora Global Infrastructure Partners (GIP), uno de los accionistas de referencia de Naturgy, con una participación del 20%. No obstante, GIP está en posición de salida en la energética, con lo que todo apunta a que la presencia de Blackrock en el valor será temporal. 

Las posiciones de Blackrock se extienden a la práctica totalidad de las grandes cotizadas de todo el mundo. Sin ir más lejos, cuenta con cerca de un 5% de Nvidia y Microsoft, y un 4,5% de Apple. Las tres compañías mantienen en la actualidad una dura pugna por ser la mayor del mundo por capitalización bursátil, todas ellas por encima de los 3,2 billones de dólares

Sólo esas tres posiciones están valoradas en más de 460.000 millones de dólares, lo que equivale a tres cuartas partes de la capitalización conjunta de las 35 empresas que componen el Ibex.

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