En un contexto de extrema volatilidad en los precios de la energía, Holaluz, una comercializadora especializada en el autoconsumo de energía solar, se encuentra en una encrucijada financiera. La empresa que suministra electricidad a medio millón de españoles busca desesperadamente superar las tensiones de tesorería que amenazan su viabilidad, mientras el Instituto Catalán de Finanzas (ICF) se muestra reticente a concederle un crédito de 20 millones de euros, ofreciendo solo la mitad y bajo condiciones más estrictas.
A finales de 2023, la compañía dirigida por Carlota Pi arrastraba una deuda acumulada de 65 millones de euros, la misma cantidad que su capitalización bursátil, según informa El Confidencial. La empresa, que había prometido un beneficio operativo normalizado de tres millones de euros en su plan estratégico, se enfrenta ahora a la desconfianza tanto de instituciones financieras como del mercado, con una merma en su valor en bolsa.
Crece pero le falta liquidez
Más allá de las negociaciones con el ICF, la comercializadora cuenta con el apoyo previo de otros acreedores como Bankinter, Banco Santander, BBVA, Banca March y Cajamar, que han respaldado el crecimiento de Holaluz con avales. Incluso el Instituto de Crédito Oficial (ICO) había contribuido con préstamos significativos para ayudar a la empresa a superar los efectos de la pandemia.
A pesar de la delicada situación del mercado y del posible impacto de su rápido crecimiento en las cuentas, lo cierto es que Holaluz ha demostrado la capacidad de duplicar su cuota de mercado hasta el 3%. La empresa, que ha apostado por la construcción de comunidades energéticas autosuficientes mediante la instalación de paneles solares, también reportó una mejora en sus márgenes y un incremento en el tamaño medio de las instalaciones. En paralelo, se han aplicado medidas de reducción de costes, incluido un ERE que afectó al 30% de la plantilla.
Quiebra masiva de pequeñas eléctricas
Holaluz no es la única firma del sector en apuros. Mientras que la volatilidad de los precios del mercado eléctrico en los últimos años ha disparado los beneficios de prácticamente todas las grandes eléctricas, las empresas pequeñas y medianas lo han tenido más difícil para adaptarse a este contexto.
De hecho, la instaladora de placas SolarProfit también se enfrenta a dificultades financieras y ha tenido que recurrir a medidas de ajuste como un despido colectivo (ERE). Las pequeñas comercializadoras eléctricas son especialmente frágiles ante la volatilidad de los precios de la energía, un fenómeno que ya ha llevado a la quiebra a decenas de empresas similares en el Reino Unido, una situación que a su vez deriva en un mercado menos competitivo y con precios al alza.