Electrodomésticos Miró se queda sin flagship store en Barcelona. La histórica cadena catalana de aparatos electrónicos, con 52 años de historia, se quedará sin tienda-insignia en la ciudad por un pelea con la propiedad del inmueble donde estaba ubicada. La firma dejará su punto de venta de más de 2.000 metros cuadrados en la antigua Fábrica Rubert Laporta de la Ronda Sant Antoni, que abrió en los años 90, por desacuerdos con los dueños. Se traslada -ayer ya cerró- a un local mucho menor en la calle Urgell.
Así lo explican fuentes del sector, que han dado claves sobre la salida de Miró de su cuartel general en el centro de Barcelona. Según la firma, que no ha querido comentar el movimiento, se marcha a "sólo cinco minutos a pie", al número 37 de la calle Urgell. Lo que no explica el grupo, y sí estos otros interlocutores, es que su nueva tienda-insignia es mucho más pequeña, 600 metros cuadrados, y está peor situada.
Pelea con la propiedad
De hecho, la salida de Miró de su flagship no es querida. Desde el inmobiliario barcelonés explican que la cadena propiedad del fabricante catalán Candelsa y la valenciana Svan Trading "se ha hartado" de los propietarios de la fábrica eclectista -que es un bien patrimonial protegido con nivel C por el Ayuntamiento de Barcelona- y por eso se marcha.
"Miró hizo todo tipo de inversiones en su tienda, que cuenta con varios pisos, pero la propiedad siempre estuvo enfrentada. No quiso pintar la fachada, como en el resto de la Ronda Sant Antoni, ni arreglarla, y puso trabas a las reformas. Le hizo la vida imposible hasta que la cadena se va", zanjan.
"Abierto a pisos de lujo"
Desde el sector del ladrillo barcelonés recuerdan que la marcha de Miró de Ronda Sant Antoni abre posibilidades "interesantes". No en vano, la Fábrica Rubert Laporta cuenta con dos plantas de pisos y "posibilidad de ampliación superior".
A la espera de la decisión de los propietarios de buscar a un nuevo operador, se abre la opción de que otro proyecto icónico aterrice en el paseo, como ocurrió en el número 84, donde la familia andorrana Molleví ha abierto el cuidado hotel Antigua Casa Bonavista y la Casa de Comidas situada en la planta noble.
Contra la degradación
La marcha de Miró golpea a una vía que pelea desde hace años contra la degradación y la pérdida de valor comercial. No en vano, acaba de ceder su última tienda centenaria, el minorista y reparador eléctrico centenario Viuda de Domingo Gou.
De forma paralela, brega contra la proliferación de supermercados y comercios de electrodomésticos de menor nivel, pese a que el entorno del renovado Mercado de Sant Antoni sí ha cobrado valor, con un incremento estratosférico de los traspasos.
Tres concursos, un fondo, tres dueños y una condena
La fuga del intermediario de su flagship store es el último capítulo de una accidentada historia. Fundada en 1971, Miró entró en crisis a mediados de los 2010 y llegó a encadenar tres concursos de acreedores y un ERE. Finalmente, se la quedó el fondo de inversión Springwater Capital en 2014, que la aguantó seis años hasta que vendió el negocio a Candelsa y Sven Trading en 2021.
En 2022, el fundador del grupo, Francesc Miró, aceptó una condena de dos años de cárcel de la Audiencia Provincial por haber falseado las cuentas de la compañía. El directivo camufló el mal estado de la contabilidad para lograr liquidez y mercancías.
Una fábrica histórica
"Espero que la mudanza sirva para evitar que pase de nuevo lo que pasó", pidió ayer un trabajador desde el anonimato. La flagship de Miró contaba con una docena de empleados. Desde los años 90 se encontraba en la Fábrica Rubert Laporta, una antigua factoría de paraguas elevada en 1900. Producía un complemento kilómetro cero y de calidad, cuyo dueño presumía que proveía a los comentaristas del tiempo de TVE.
Por su parte, Miró cuenta con una red de 25 establecimientos en Cataluña e Islas Baleares. De éstas, diez están en Barcelona ciudad -incluida la nueva de la calle Urgell- y dos en el archipiélago balear, lo que convence a la cadena de que son la "referencia" en el arco mediterráneo.