A finales del pasado mes de junio, el consejo de Indra quedaba en cuadro tras la marcha de los seis vocales independientes (cuatro cesados por la junta de accionistas más dos dimisiones voluntarias) y dejaba en el aire el futuro de una compañía con un elevado valor estratégico para el Estado. Apenas once meses después, su presidente, Marc Murtra, ha dado la vuelta por completo a la situación.
En este tiempo, el órgano de gobierno de la empresa ha sido profundamente renovado, incluida la siempre delicada figura de un nuevo consejero delegado, en la persona del veterano ejecutivo proveniente del sector de la automoción José Vicente de los Mozos, y, sobre todo, con un núcleo duro de socios que apuntalan el horizonte de la empresa al asegurarse el control de cerca del 50% del capital.
En tiempo récord
Murtra, que tomó las riendas del expresidente Fernando Abril-Martorell hace justamente dos años, no sólo no ha conseguido el objetivo en menos de doce meses sino que, además, lo ha hecho con el respaldo del mercado, como prueba la positiva evolución en bolsa de Indra.
Desde la celebración de aquella tormentosa junta de socios de junio de 2022, los títulos de la empresa especializada en tecnología de sistemas, Defensa y Seguridad se han revalorizado en torno al 13,5%, una trayectoria que contrasta con el tono plano mostrado en este mismo periodo por el Ibex 35, que apenas se ha anotado un 0,5%.
Avalado por la bolsa
Por su parte, pese a que la acogida inicial del relevo de Abril-Martorell fue muy negativa, la trayectoria de Murtra como presidente de Indra está jalonada por un avance en el parquet de algo más del 45% desde que se conoció que era el elegido para ocupar el puesto por parte del Gobierno, como representante del Estado, a la sazón, primer accionista. En este mismo intervalo temporal, el selectivo de la bolsa española se ha apreciado algo más de un 14%.
Precisamente en torno al Estado como socio de referencia, Indra ha articulado en este periodo un núcleo duro que le dota de una estabilidad muy apreciada por los inversores, a la vista de la evolución bursátil de la compañía.
De acuerdo con los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) cuenta con algo más del 25% del capital; no obsta¡te, fuentes del mercado aseguran que probablemente el organismo esté próximo al 28%, el límite que el Consejo de Ministros le autorizó a alcanzar, desde el 18% con el que contaba originalmente.
Tras la venta de la participación histórica que mantenía Corporación Financiera Alba, la sociedad de cartera cotizada controlada por la familia March, el papel de socios españoles de referencia en apoyo del Estado ha sido ocupado por Sapa, cuyo 5% le ha dado entrada al consejo de administración, y por Escribano, que anunció apenas hace unos días la adquisición de un 3% del capital.
La clave de Amber
El elemento más inesperado ha sido el del fondo Amber Capital, el primer accionista de Prisa y cuyo propietario, Joseph Oughourlian, también es el presidente de la sociedad editora propietaria de El País y la Cadena Ser, entre otros medios.
Su irrupción en el capital de Indra, pocas semanas antes de la junta, fue clave para aunar los apoyos suficientes que permitieron a la SEPI la marcha de los consejeros independientes, cuyas discrepancias con la dirección obstaculizaban la marcha de Indra.
Oughourlian participó en aquella decisiva asamblea con algo más de un 4% del capital, que unos meses después amplio a algo más de un 5%; por sorpresa, solicitó al Consejo de Ministros el pertinente permiso para quedarse al borde del 10%, de cuya existencia el mercado tuvo constancia cuando Moncloa ya había dado su pertinente consentimiento.
De esta forma, el núcleo duro de Indra en torno a la participación del Estado se aproxima al 50% del capital y asegura una estabilidad que, cuando aún no se ha cumplido un año completo desde el inicio de la crisis interna, ha terminado de apuntalar Murtra con la designación de De los Mozos.
Su llegada a la presidencia de la empresa no tardó en desatar una primera crisis en Indra con la marcha de Cristina Ruiz, que ocupaba uno de los dos puestos de consejero delegado que mantenía Indra junto a quien acaba de el relevo a De los Mozos, Jorge Mataix.
A vueltas con la segregación
Su estrecha relación con la anterior etapa y los nuevos retos a los que se enfrenta Indra hacían que su presencia no permitiera terminar de cerrar la transformación de la gobernanza.
Recién aterrizado en el capital de Indra, Amber volvió a poner encima de la mesa la segregación de la división tecnológica de la empresa con el fin de generar valor para el accionista; Mataix zanjó la cuestión ante los analistas e inversores con la necesidad de permitir que el nuevo consejo tomara posiciones aunque, en realidad, quien ya estaba de salida era él.
Nuevos desafíos
La figura de De los Mozos, ingeniero aeronáutico y muy familiarizado con el ámbito tecnológico por la implicación de la industria del automóvil en este segmento desde hace unos años, aporta un perfil técnico y profesional que complementa a la perfección a Murtra. Alejado de posiciones políticas definidas, estaría incluso más próximo al centro derecha, lo que igualmente asegura la estabilidad de Indra en el caso de un próximo cambio de signo en el Palacio de la Moncloa.
Indra afronta el reto del incremento del gasto en Defensa planteado tanto en la Unión Europea como en la OTAN, de las que España forma parte, a raíz de la invasión rusa de Ucrania. El compromiso de que la inversión en este segmento alcance del 2% del PIB en el horizonte de cinco años sitúa a la compañía en una posición activa que deberá asumir sin titubeos.
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