Es la batalla secreta por La Boquería, el mercado más conocido de España. La pugna familiar por hacerse con Pinotxo, una de las barras más conocidas de la atracción turística, ha aflorado la guerra intestina por hacerse un lugar, a veces a codazos, en uno de los lugares más atractivos de Barcelona. ¿Qué hay? Por lo pronto, hackeos, demandas judiciales, locales que se venden al estratosférico precio de ocho millones de euros, peleas y cabreo con la patronal, entre otros.
Lo cuentan fuentes conocedoras de la situación, que han explicado qué hay detrás del pulso familiar por Pinotxo, bar histórico abierto en 1940 cuya herencia ha derivado en pugna familiar y cierre temporal. Lo ha reabierto otro empresario del lugar, Elharrar Mardochee, tras comprarlo por un precio que no ha trascendido. Pero lo que subyace es mucho más oscuro.
Llegó a valer 8 millones
Para empezar, el Pinotxo sí continuará operando en La Boquería. Lo ha vendido su icónico propietario, Joan Bayén, Pinotxo, al grupo de Elharrar. ¿Por qué cantidad? No ha trascendido, pero fuentes conocedoras de la operación dan más datos. "Antes de la pandemia, en pleno récord turístico, la barra se ofreció por cinco millones de euros. En plena bonanza económica, se llegó a ofrecer por ocho millones", alertan. Uno de los empresarios sondeado para la operación lo confirma. "Sí, me lo pasó un intermediario, pero estaba sobre precio", se queja.
Ahora, el bar situado en el mercado más visitado de la Ciudad Condal, con 1,1 millones de turistas al año, sí ha cambiado de manos. "Lo que no se ha contado es que el conflicto viene de la mujer de Bayén. El mesero se jubilaba y su esposa le dijo, ¿le dejarás todo eso a sus cinco sobrinos?", explican. Dicho y hecho, la pareja de Poble-Sec vendió. Sus sobrinos se quejaron y amenazaron con una demanda, pero la concesión es del pequeño empresario y su pareja. "Pueden patalear, pero está hecho", explican.
"Hubo una pelea"
La transición no ha sido fácil. "En verano, tuvo que intervenir el servicio de seguridad del mercado --que lleva la firma barcelonesa SP4-- porque Guillén se plantó delante de la parada con sus sobrinos enfrente", explican voces conocedoras de la situación. Finalmente, no obstante, la acción judicial prometida por los familiares ha perdido gas. "No hay caso", avanzan.
Sea como fuere, el diminuto negocio se ha traspasado y ha terminado en las redes de Mardochee, que también opera el vecino Bar Central. "El movimiento no ha gustado. Se está quedando con todo", indican otros empresarios. Con todo se refieren al Central, sí, pero también "la heladería y la terraza más grande de La Boquería", critican. Y ello con una apuesta que no gusta. "No puedes reventar el mercado de los traspasos y después tener que subir precios y bajar la calidad engañando a los turistas", lamentan.
Las concesiones 'fantasma'
Hay más. "El traspaso de Pinotxo pone de relieve algo que llevamos diciendo hace años: ¿Cuánto dura una concesión en La Boquería?", se pregunta uno de los comerciantes. El mercado abrió en 1879, pero por increíble que parezca, no todo el mundo sabe para cuánto tiempo tiene su puesto. "Aunque ahora el grupo de Elharrar se esté quedando con todo, la mayoría de tiendas son aún familiares. Pues bien, en Mercados del Ayuntamiento de Barcelona jamás han tenido una idea clara de para cuánto tiempo son las concesiones".
Lo corrobora otro empresario. "Yo pedí financiación para renovar mi puesto. Pues bien, el banco me preguntó por la duración de mi concesión para amortizar el préstamos. Fui a Mercados y me dijeron: 'No lo sabemos'. ¡No sabían de cuántos años era mi concesión! Dijeron que pusiera yo el número de años al azar para planificar la amortización de la financiación, porque no hay escrituras", revela.
'Hackeos' y la conexión georgiana
No es extraño que en esta suerte de magma jurídico, se den situaciones kafkianas. "Elharrar hackea recomendaciones de Google de los otros competidores para ponérselas a su negocio. Y para hacerlo, tiene que piratear las cuentas de otros puestos. Se las anota al Central para atraer más turistas", aseguran. El asunto, que algunos comerciantes han llevado a Google para remediarlo, acabará en los tribunales si no se resuelve.
Es una de las estrategias del empresario, que también es copropietario del Maccabi, el restaurante hebreo estrella de Las Ramblas. Su negocio es boyante, pero sus rivales le afean sus extrañas conexiones. "Tiene una conexión con otros empresarios que también trabajan kosher como los Tetruasvhili, los georgianos, y que también operan otros locales en la misma calle", describen. Y, más recientemente, el restaurante Supra en el Eixample, que abrieron tras la pandemia.
El poderoso 'Micky'
La situación preocupa en el sector, toda vez que el capo de la familia Tetruasvhili, Malchas o Micky, condenado por blanqueo, se alió con el exsubdelegado del Gobierno condenado por corrupción, Eduard Planells, y con el entorno del exdiputado de CiU Antoni Fernández Teixidor en el pasado. Fue uno de los detenidos por la Policía Nacional en la Operación Avispa en 2005, que investigó la entrada de la mafia del Este en España a través de Cataluña. Se le consideró afín a Tariel Oniani, vor n zakone o ladrón en ley. Aceptó una sentencia de conformidad por blanqueo de capitales en 2019.
Después, como explicó este medio, UGT denunció a la estirpe georgiana --que opera ocho locales en Las Ramblas: Salsalada; La Xerinola, Pita House, The Market Buffet, Kubik, Caruso, Itapa Colón y Goelia Cremería-- por fraude a la Seguridad Social, lo que provocó las quejas del clan, que en la hostelería representa Sheila Tetruashvili, exestudiante de EADA y rostro empresarial de la estirpe. "Se quejaron mucho por el daño a su reputación, pero, ¿tú sabes lo que facturan ocho restaurantes en Las Ramblas?". En efecto, los poderosos Tetruashvili jamás pudieron negar la información, hasta ahora.
A degüello por cada licencia
En defensa de los georgianos, no obstante, el sector está de acuerdo: lo hacen todo de forma regular. No siempre es el caso. Como detalló Crónica Global, en una esquina de La Boquería se libra una batalla por abrir apartamentos turísticos. El promotor ha denunciado coacciones. "Les pedí tarjetas a los técnicos municipales y no me las dieron. Era como una reunión de la mafia", explicó Ramon Rovira, de Inmobel.
El ayuntamiento, claro, lo negó y alertó de incumplimientos urbanísticos que conllevaron el precinto de parte de la obra. Eso sí, los trabajos siguen en los puntos del inmueble no clausurados por la autoridad municipal. Rovira, a su vez, emprendió otra batalla por recuperar una cotizada licencia de restauración: la que no utilizó Quonia en los bajos del Hotel Internacional de Las Ramblas, que la socimi ha confirmado a este medio que existía, pero que no usó. "Presentó hasta siete o ocho planes urbanísticos uno cada día días antes de que caducara la licencia, pero jamás me la dieron", protesta. Finalmente, el local, que había pertenecido a la antigua Camisería Xancó, se transformó en una tienda de cerámica. "¿Dónde fue esa valiosa licencia de restauración? Su precio era de dos millones de euros", concluye airado.
Aviso aclaratorio: Esta información ha recibido una solicitud de rectificación de Jordi Asín y Bar Pinotxo SCP.
Aviso aclaratorio: Esta información ha recibido una solicitud de rectificación de Mardochee Elharrar.