Los salarios están subiendo... aunque moderadamente. Con las cifras en la mano, miles de trabajadores ya cobran más que el año pasado, aunque los incrementos de las retribuciones se sitúen de media ocho puntos por debajo del IPC. Según las últimas estadísticas del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, correspondientes a agosto, los convenios de empresa aumentaron un 2,85% y los de sector, un 2,59% --en ese mes, la inflación cerró al 10,5% interanual--.
Si bien quedan decenas de pactos laborales por renovar --solo en Cataluña, CCOO alega que hay 71 convenios sectoriales pendientes de actualización, que afectan a cerca de 875.000 trabajadores--, las tablas salariales acordadas por los agentes sociales están más en sintonía con las demandas de la CEOE, que propuso en mayo aumentar los sueldos el 3,5%, que con las de los sindicatos. Una tendencia que ya se puso de manifiesto antes del verano, como publicó Crónica Global.
Grandes empresas
Pese a las consignas de CCOO y UGT, que han planteado un calendario de movilizaciones para forzar subidas aún mayores y así equipararlas al ritmo de la inflación, los convenios rubricados por los comités son menos ambiciosos. Tan solo en las grandes empresas se observa una homologación entre las retribuciones de los empleados y los precios del consumo.
Las estadísticas de rendimientos del trabajo en estas corporaciones, recogidas por la Agencia Tributaria, son superiores a la subida media contabilizada por el ministerio dirigido por Yolanda Díaz; en concreto, los rendimientos brutos medio marcan un 3,5% interanual según los últimos datos disponibles. Aunque hay casos aún más destacados, como la revalorización de Nestlé del 10% o las alzas en la automoción de entre el 6,5% y 10% en fabricantes como Volkswagen, Stellantis y Renault.
Entorno prudente
Tampoco en el contexto europeo se está siendo mucho más audaz en las renegociaciones salariales. "Según la encuesta de costes laborales de Eurostat, la media de la eurozona está en un 4%, algo más que España. Pero hay mucha variabilidad: en Alemania se está subiendo al 6%, en Italia un 1,5%... y luego hay países del Este con subidas de dos dígitos", expone María Jesús Fernández, economista sénior de Funcas.
Cuestión distinta son inaplicaciones de convenios debidas a subidas vinculadas al IPC pactadas con anterioridad y que están derivando en serios conflictos laborales, como el del sector del metal de la provincia de Barcelona, que afecta a 168.000 empleados. Como señala Ana Escribá, directora del grado en derecho de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), en estas ocasiones "tienen las de ganar los trabajadores". "Si se ha pactado previamente un aumento de los salarios con arreglo a la inflación y esta no se ejecuta, se entra en un incumplimiento que puede ser judicializado", apunta.
Cláusulas de revisión
Por lo demás, en las renovaciones de convenios no están haciendo fortuna estas cláusulas de revisión salarial vinculada al IPC, uno de los principales contenciosos entre patronal, que querría cláusulas vinculadas a la productividad, y sindicatos, que quiere incluirlas por defecto en los textos legales. Actualmente, solo uno de cada cuatro asalariados cuenta con esta salvaguarda, si bien en el 75% de los casos está topada y en más del 50% no tiene carácter retroactivo.
Si bien el Banco de España estima que esta proporción de beneficiados crezca hasta algo más del 45% en 2023, muchos pactos están obviando este instrumento. Fuentes bien posicionadas en el diálogo social lo ejemplifican con los recientes convenios de servicios de limpieza de Madrid, de oficinas y despachos a nivel nacional y de la hostelería catalana, que no incluyen esta garantía.
Negociación atascada
Los sindicatos bregan para que se ensanche la cobertura social de estas cláusulas, pero los especialistas recuerdan que se trata de un contenido discrecional. "No hay ninguna obligación por Estatuto de los Trabajadores para incluir este instrumento, está sujeto a la negociación de las partes. Además, se podría vincular las subidas a otros criterios como el ebitda de las empresas o la inflación media europea", indica Fernando Barbancho, profesor de derecho del trabajo en la Universidad de Barcelona.
Tampoco se espera que la mejora salarial anunciada para la función pública --de hasta el 9,5% hasta 2024-- impacte de forma directa en el sector privado. "Podría usarse como elemento de presión por parte de los sindicatos, pero no hay una traslación directa entre los salarios de los funcionarios y los salarios de los trabajadores de las empresas privadas", argumenta la economista de Funcas.
Otoño caliente
Así las cosas, lo que UGT y CCOO pedirán en la calle este octubre no es lo mismo que firman sus delegados en las mesas de negociación. Ambos sindicatos llevan meses demandando que los sueldos y los precios corran en paralelo, pero los pactos sellados junto a los empresarios van en dirección contraria.
Sin detrimento de que todavía hay muchos convenios bloqueados por ambas partes, a la espera de que la coyuntura económica sea más propicia para alcanzar acuerdos --el respiro de la inflación en septiembre da alas a los más optimistas--, el realismo se impone en el diálogo social justo cuando las cúpulas de los sindicatos anuncian un otoño caliente.