Alerta por el IPC: la energía deja de ser el factor clave de los precios disparados
La inflación subyacente, que excluye los elementos más volátiles, sube ocho veces más que el índice en los últimos 12 meses
31 mayo, 2022 00:00El componente energético ha vuelto a situar el incremento de la inflación en cotas próximas al 9% durante el mes de mayo, aunque la evolución de la variable subyacente, que excluye precisamente este elemento, empieza a generar inquietud en los expertos. En los últimos 12 meses, la subida del IPC subyacente ha sido ni más ni menos que ocho veces superior a la del índice convencional que mide el comportamiento de los precios.
De acuerdo con los datos adelantados correspondientes a mayo que ha publicado este lunes el Instituto Nacional de Estadística, la inflación subyacente ha alcanzado el 4,9%, lo que supone su cota más elevada de los últimos 27 años.
Lastre de la recuperación
Desde que la escalada inflacionista se ha convertido en uno de los principales factores de inestabilidad en las principales economías del mundo, en tanto en cuanto amenazan con lastrar su recuperación de la crisis del coronavirus, se ha atribuido al fuerte incremento de los precios energéticos la principal causa de este fenómeno.
Un factor que, además, se habría hecho más evidente desde que se inició la invasión rusa de Ucrania, a finales del pasado mes de febrero, que ha provocado un notable incremento adicional de las materias primas energéticas como el petróleo y el gas natural.
No sólo energía
Sin embargo, en el caso de la economía española las cifras parecen desmentir esta teoría; o, cuanto menos, apuntar la existencia de otros elementos que están contribuyendo a que los precios mantengan una tendencia alcista inédita en las últimas cuatro décadas.
Con la perspectiva de los últimos doce meses, la subida del IPC de mayo ha sido seis puntos superior a la que se registró en el mismo mes de 2021 (8,7% frente a 2,7% de entonces). Es decir, el índice general de precios al consumo se eleva en una proporción de 3,3 veces respecto al pasado ejercicio.
Evitar la distorsión
Una avance muy notable pero que, sin embargo, poco menos que palidece si se compara con el experimentado por la inflación subyacente. En este caso, el 4,9% registrado en mayo se compara con el 0,2% de doce meses atrás; de este modo, el incremento de la variable es casi ocho veces superior al del IPC.
Precisamente, la subyacente excluye de la cesta de la compra aquellos elementos más volátiles, como son los relacionados con la energía y los alimentos frescos, con el objetivo de que distorsionen lo menos posible la evolución de los precios de consumo.
El argumento de Moncloa
De este modo, y a la vista de las cifras, no parece que el factor energético esté siendo precisamente decisivo para explicar la evolución de los precios en la economía española, que ha obligado incluso al Gobierno a tomar una serie de medidas para tratar de reducir el impacto de la inflación en los consumidores.
A la hora de presentar este plan de choque, que el Consejo de Ministros aprobó a finales de marzo y entró en vigor en el arranque del segundo trimestre, el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, achacó la tensión inflacionista a los efectos de la guerra en Ucrania, que situó como principal elemento que había llevado al Gobierno a adoptar medidas tales como limitar la subida de los alquileres o aplicar un descuento de 20 céntimos por litro de carburante a la hora de repostar en las estaciones de servicio.
Desmarcado de la eurozona
La evolución del IPC y de la inflación subyacente no guarda relación, sin ir más lejos, con la del conjunto de la zona euro. En este caso, y también con las perspectiva de los últimos doce meses, ambas variables muestran un incremento similar, en torno a cinco veces en ambos casos.
Tras la publicación de las cifras correspondientes al mes de marzo, que marcaron un 9,8% que representó el máximo de los últimos 37 años, algunos analistas ya llamaron la atención sobre el hecho de que el elemento más inquietante era el comportamiento de la inflación subyacente que, al contrario de lo que sí sucede con el IPC, no está en consonancia con los datos del resto de grandes economías.