"Tenía mucha influencia". Así describen fuentes del sector náutico la presencia de Alisher Usmánov en el Puerto de Barcelona, que recientemente ha propuesto su amarre para que la Unión Europea (UE) lo embargue tras las sanciones por la guerra en Ucrania, como explicó este medio en exclusiva.
Antes de que ello ocurra, Usmánov ya ha dejado su huella en la Ciudad Condal. Se trata de un rastro discreto, como todo lo que se mueve en torno a Marina Port Vell y Marina Barcelona 92 (MB92), las dos grandes instalaciones donde reposan y se reparan algunos de los grandes barcos de los magnates del país agresor de Ucrania. El caso del empresario sancionado, en el primer puerto depotivo retozaba el Dilbar, su megayate, ahora incautado por Alemania.
Usmánov compró el amarre por 5 millones
Una de las fuentes consultadas recuerda que Usmánov y el Dilbar llegaron a Barcelona como podrían haber arribado otros grande inversores. "Cuando abrió Marina Port Vell, la gestionaba Salamanca Group. Y comercializaron el amarre de 180 metros. Lo vendían por medio de brókers", ilustra.
El atraque se colocaba al mercado en ese momento por unos 19 millones de euros, añaden los mismos interlocutores. Otras fuentes del sector matizan esa cantidad y la sitúan al entorno de los cinco millones de euros. No es de compra, precisan fuentes cercanas a Marina Port Vell, sino que es un "derecho de uso preferente". Cuando el Dilbar acude a Barcelona, usa ese punto de enganche. Cuando se va, otros grandes esloras --más de 50 metros-- pueden fondear en este punto, que linda con el Imax Port Vell, con un arrendamiento. ¿De cinco a 19 millones, no es muy caro? "En absoluto. El coste del Dilbar es de unos 730 millones. Cinco o veinte por un amarre está en rango de mercado", aclaran las voces consultadas.
"Quería seguridad"
¿Por qué el inversor de referencia del grupo Metalloinvest y expropietario del Arsenal FC de la Premier League eligió Barcelona? "Pudo optar por muchos otros puertos, pero Usmánov quería seguridad. Solo la Marina Port Vell le ofreció los estándares de privacidad que él quería: vigilancia permanente del yate, algo que el operador podía acreditar con certificaciones de calidad", ilustran.
Hay otra razón. "Los oligarcas jamás están en sus yates. Los barcos están rotando por todo el mundo --Montenegro, el Mar Negro, Hamburgo-- todo el año y a lo sumo, sus propietarios lo ven una vez al año", agregan otras voces. Usmánov, como otros grandes empresarios rusos, se inclinó por la capital catalana por MB92, ya que es el mejor astillero para embarcaciones de este perfil. "Puertos para grandes esloras hay muchos, incluido el Mar Negro, cerca de Rusia. Pero instalaciones como las de Marina Barcelona no tantas. Es la mejor del mundo", sostienen.
"Hizo alzar una valla"
Pese a que la concesionaria del Puerto de Barcelona le convenció para que su Dilbar pasara los inviernos en la Ciudad Condal, Usmanóv quería más. "Cabe recordar que Marina Port Vell tenía seguridad, pero estaba parcialmente abierta a paseantes. El empresario exigió reforzar la valla de seguridad y cerrar el paso para que nadie se acercara a su nave. Y la Marina y el Puerto transigieron, alzando una valla de seguridad", explican voces conocedoras.
Las exigencias de Usmánov eran materia menor para el puerto. Porque tanto la concesionaria como la Autoridad Portuaria tenían clara una cosa. "Cuando un gran empresario ruso elige una dársena, su nombre se convierte en franquicia. Que Usmánov apostase por Barcelona fue catalizador para que otros grandes empresarios lo hicieran también", aclaran directivos del sector bajo la condición irrenunciable del anonimato.
"Cambios de manos"
Hay más. La presencia de algunos "clientes" especiales, como los citó el presidente de la APB, Damià Calvet, en una reciente comparecencia pública en la que informó de las acciones de la institución ante la imposición de las sanciones internacionales, estuvo relacionada con el cambio de manos de la Marina Port Vell. "Que no quepa la menor duda de que la presencia de yates como el Dilbar de Usmánov ha sido fundamental en los cambios de manos del puerto deportivo. Compraventas que no han sido todo lo transparentes que deberían, siendo la Marina una parte casi integral del tejido urbano de un distrito de Barcelona: Ciutat Vella", se queja el mismo directivo.
Este ejecutivo se refiere a la venta del puerto en 2010. La reinauguración como OneOcean Port Vell en 2015 de la mano de los británicos de Salamanca Group. Sin dar explicación alguna, la firma traspasó el negocio a los fondos de inversión QInvest (Catar, 52%) y MIS Nominees (Luxemburgo, 48%) en 2017. Dos años después, en 2019, el complejo náutico pasó a Squircle Capital, el propietario de los lujosos pisos de Francesc Macià 10. "La presencia de Usmánov y su yate es la venta de una concesión. Va en el portafolio y pesa en la negociación", detallan.
Propuesto para embargo
Esa influencia de Usmánov en Barcelona puede haber terminado. Ello es así porque el Puerto avanzó que había propuesto el amarre para embargo a la UE después de que las instituciones comunitarias ampliaran su lista de sanciones a grandes empresarios rusos por la guerra en Ucrania. Este medio avanzó que se trataba del punto de atraque del Dilbar de Usmánov. Desde Marina Port Vell después se aclaró que la concesionaria colabora con todas las Administraciones que le exijan información y actuaciones.
¿Habrá fuga de yates de Barcelona? "En cierta manera, ya la ha habido. Muchos directivos ya han puesto rumbo a Montenegro y el Mar Negro buscando privacidad", apuntan. Se refieren, por ejemplo, al Galactica Super Nova, de Vagit Alekperov, presidente y consejero delegado de la energética Lukoil. Estaba en Barcelona y zarpó de forma apresurada hacia los Balcanes cuando se aprobaron las sanciones. No en vano, son ya tres yates los decomisados por las autoridades: el Dilbar en Alemania; el Amore Vero, de Igor Sechin --en Francia-- y el Lady M, de Alexey Mordashov, en Italia.