Por qué el lujo catalán puede beneficiarse de la invasión de Ucrania

Por lo pronto, la guerra asusta. Alerta de ello Emy Teruel, que dirige la primera consultoría de lujo y excelencia de España desde Barcelona. "El lujo resultará perjudicado por la guerra y las sanciones, porque en general lo que enfría el mercado es la inestabilidad. Y ahora es absoluta: nadie sabe cuánto durará la guerra y qué consecuencias exactas tendrá", lamenta en conversación con este medio. 

"Habrá problemas moviendo dinero"

La también MBA por Esade y miembro de Luxury Spain recuerda que la agresión y la sanciones "afectarán a los consumidores de bienes y servicios excelentes, pues los superricos son muy pocos y no copan gran parte del pastel". Buena parte de ello se explicará por "la renovada dificultad de mover dinero" por la exclusión de algunos bancos rusos del sistema Swift. "La inversión y consumo en experiencias y servicios será más difícil", alerta la directiva. 

Úrsula Von der Leyen (i), con el jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell / EP

La misma fuente reconoce que la industria de lo exclusivo ha quedado orillada. "Piensa que ahora, con la guerra, el foco está puesto en lo fundamental: la comida, los materiales y demás. El gasto en lujo cae porque baja en el orden de prioridades", razona. Negro sobre blanco, el lujo catalán "sufrirá a corto plazo por el conflicto, pues éste comprometerá la recuperación que había encarado tras el Covid". 

"El superlujo se beneficiará"

Hay otra tesis distinta, aunque podría ser complementaria: los bienes de superlujo podrían beneficiarse del enfrentamiento abierto en Ucrania. "El conflicto afectará a los consumidores de bienes de alto nivel, algunos de los cuales son rusos, claro. Pero las capas más altas del empresariado se escaparán de la guerra y las sanciones porque pueden hacerlo", avisan desde Nave Magna, charter de buques de gran eslora. 

Esta firma barcelonesa alerta de que lo "ultraexclusivo se beneficiará, sobre todo los yates y la aviación privada". ¿Por qué? "Por los cierres de los espacios aéreos, la presión sobre algunos jets con matrícula rusa y la necesidad de los vip de refugiarse de la inestabilidad", declaran. Así, el sector recibiría una bocanada de oxígeno, aunque de forma parcial y por actividades concretas. "Con la guerra, la privacidad renace como valor muy buscado. Los superricos rusos --una minoría-- apostarán por pasar desapercibidos y consumirán este segmento de bienes y servicios", apostillan. 

Financiero: "Dependerá de la duración"

Sea como fuere, desde el sector financiero aportan un opinión más matizada. El impacto de la guerra se calcula "en función de la duración de la misma". Lo explica Jaime Hoyos, director general de Sabadell Urquijo Gestión. "Si es un conflicto corto, las consecuencias no serán mayores a las que hemos visto en las últimas semanas en los mercados, es decir, caída de los activos de riesgo y refugio en dólar, oro y deuda pública", valora. ¿Y si dura más? "Si la duración es mayor, creemos que tendrá un efecto negativo en el crecimiento --a la baja-- y en la inflación --al alza-- respecto a lo esperado, especialmente en Europa", ilustra. 

"Esto --continúa el también miembro de Elite Excellence-Federación Española del Lujo-- provocará que los bancos centrales tengan el dilema de subir los tipos para controlar la inflación o no subirlos para no estrangular el crecimiento. En cualquier caso, creemos que los tipos acabarán subiendo pero, probablemente, a menor velocidad de lo que se esperaba a principios de año". En cualquier caso, el directivo avanza que los sectores beneficiados podrían ser el de las criptomonedas, como "circuito alternativo". Con los tipos actuales y una agresión corta, se beneficiarán también "bancos, seguros, petróleo y materias primas". Con una guerra larga y tipos bajos, saldrán ganando industrias como la "farmacia, eléctricas y consumo no cíclico", así como "energías alternativas, tecnología y sostenibilidad".

Barcelona: tráfico aéreo de 'jets' privados

Sea como fuere, el premium barcelonés tiene infraestructura en los dos campos que se verían más reforzados en un escenario de búsqueda de refugio. Son los relacionados con las comunicaciones. En el terreno de los jets privados, la terminal corporativa del aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat se estaba anotando cifras de apenas un 13% inferiores a las postpandémicas en julio del pasado año, según avanzó la escuela de negocios TBS. Ello quiere decir que retuvo la mayor parte del tráfico privado pese a las dificultades para viajar.

Un jet privado, en pista en Barcelona / CG

Si bien según Susana Romero, miembro de la Unión Sindical de Controladores Aéreos (Usca), deberá ser el ministerio del Exterior quién autorice a las aeronaves privadas procedentes de cualquier aeropuerto ruso. Tienen la última palabra para decidir si permiten su operativa en las bases del país o, de lo contrario, se mantiene el mismo veto que a las aerolíneas y a los aviones comerciales con matrícula rusa. 

La situación en las marinas de lujo catalanas

En el apartado de los yates, desde el sector se recuerdan las instalaciones de refit de Marina Barcelona 92 en la Ciudad Condal, "las mejores del mundo". En esta instalación, precisamente, están atracados tres yates de otros tantos oligarcas rusos, tal y como explicó ayer Crónica Global. No es novedad, pues las marinas deportivas de la capital catalana atraen a los grandes esloras de empresarios rusos con regularidad, incluso el Graceful, visto en Marina Vela hace unos meses y que se atribuye al entorno del presidente ruso. 

Con todo, otras voces del sector como la de Miquel Lliteras, director de Grand Marina Vilanova, augura una fuga de supernaves del Mediterráneo occidental hacia otros lugares como el mar Negro, "tal y como ya ocurrió con el conflicto de Crimea, en 2014". Según relata, el motivo de estas huidas es la búsqueda de mayor privacidad, de nuevos puertos más pequeños, en los que puedan pasar desapercibidos de la gran afluencia de público mientras dura la crisis.